martes, 24 de julio de 2018

Interlocución con Posada Carbó:
Lecciones y elecciones

miguel angel herrera zgaib
Ex rector, U. Libre, exdirector de Ciencia Política y Unijus, Unal. Bogotá.
Profesor asociado, C. Política, Unal, Bogotá.
Catedrático, maestría estudios políticos. U. Javeriana.

¿De la guerra a  cuál paz?

                                                            El historiador conservador Eduardo Posada Carbó, en su columna de El Tiempo, evaluando el resultado de la composición congresional, nada dice de la prioridad de la paz, pero, en cambio, sí habla de un acuerdo mínimo de “respeto a la vida, seguridad ciudadana, libertad y justicia, y estabilidad política”. Sobre el particular, invita al presidente a que responda, aunque no lo dice, a la invitación previa hecha por el “jefe natural” de la oposición.

Gustavo Petro, respaldado en 8 millones de votos, anunció desde el fin de la elección presidencial que será un senador activo, con más presencia en la calle y en las movilizaciones convocadas contra la corrupción, y en procura de apoyo a los proyectos legislativos, y a otro modelo de desarrollo.

La posibilidad de diálogo y de acuerdos sobre lo fundamental se funda en la guerra de posiciones, para sellar un posible desenlace de la crisis de hegemonía del régimen parapresidencial. Lo comparte el arquitecto burgués de la paz neoliberal, quien se refiere a la democracia procedimental, que resuelve las controversias por las ideas y no por la violencia, dice Santos.

Así las cosas, Santos da la bienvenida de la Farc a la democracia.  También interpela a la Oposición, y las garantías que le fueron otorgadas en el estatuto que él finalmente sancionó. Se ufana de que el Congreso actual “entra por fin en el siglo XXI, y la democracia llega fortalecida en la nueva era.”

El desenlace de la crisis, 

Según Santos, tiene dos herramientas fundamentales, estado y mercado, esto es, en términos de Gramsci, las instituciones y funciones de la sociedad política y sociedad civil, las superestructuras complejas que conforman un específico estado ampliado en construcción.

En el tránsito de la guerra a la paz, una y otra tienen que ser recompuestas, porque el sentido común de los subalternos está en disputa, y en creciente y probada rebeldía, armada y desarmada. Pero, en el año 2018, tiene la defensa y la interpelación de una intelectualidad orgánica en ciernes, por fuera del bipartidismo, que ha sufrido una derrota efectiva en su control hegemónico tradicional, expresada en los resultados electorales por ambos partidos, el conservador y el liberal.
Aunque, en los hechos, las realidades locales, regionales y departamentales tienen en la pararepública una trinchera reaccionaria y de derecha, porque allí a lo largo de 12 años de este milenio se edificó la fórmula de la pararepública, que es un componente del régimen parapresidencial que no fue desmontado durante las dos presidencias consagradas a la paz neoliberal, por el presidente que ahora se despide.

No ha sido quebrado el bloque de poder, que tiene en la relación de fuerzas en el campo las claves del orden antiguo, tradicional, del que es expresión cabal el Centro Democrático y los partidos Liberal y Conservador.

El problema de la desigualdad social es la vértebra que es necesario quebrar. La cuota inicial en procura de la promesa constitucional consagrada en el art. 13, hace 27 años, lo marcará el resultado de la consulta anti-corrupción. Pero, el triunfo presidencial de Iván Duque vuelve a impedirlo, por lo que la nueva hegemonía de los grupos y clases subalternas en la guerra de posiciones democrática dará la última palabra con su acción consecuente.

El bloque histórico alternativo, del que la bancada por la paz es expresión, y las fuerzas de oposición en su pluralidad, semillero de la intelectualidad orgánica que se requiere,  forzará con su presencia firme y beligerante, que se acabe con la impunidad, y que se avance en la reforma intelectual y moral, esto es, en la transformación del sentido común neoliberal que es hegemónico en la conciencia de los simples, para darle fuerza y raigambre a la disposición efectiva para conseguir una hegemonía integral, que requiere que también lo sea en lo económico.

Se necesita fundir la masa del pueblo en un todo, es lo que dice Santos, citando a Bolívar; y fija, el escenario principal de la disputa hegemónica, la forja de una compleja voluntad nacional popular que permita pasar de la paz neoliberal a la paz subalterna, antesala necesaria, ineludible de la paz democrática.











miércoles, 4 de julio de 2018

¿POR QUÉ PERDIÓ EL EQUIPO COLOMBIANO?

miguel angel herrera zgaib
profesor asociado, ciencia política, unal
Presidente de la IGS-Colombia
Director del Grupo Presidencialismo y participación, Colciencias/Unijus

En poco menos de 15 días, los subalternos de Colombia se han puesto a prueba, tanto en el escenario de la política representativa, como en el espectáculo del fútbol mundial. En ambos casos se encajaron derrotas, pero de ellas tenemos que aprender como dice la célebre canción.

En ambos casos, en el de la política, como en el del combinado futbolero, las direcciones fueron derrotadas. En un primer caso, por más de dos millones de votos; y en el otro, ayer, por goles pateados desde el tiro penalti.

Pero ambos son los resultados constatables que tienen que ver con estrategias y tácticas erradas, que tienen que ser tratadas, examinadas públicamente. Para ser corregidas en el término de la distancia para construir las victorias futuras.

Hablemos de fútbol

La dirección de la selección nacional ha estado en José Pékerman por varios años. Con él se clasificó para el mundial de fútbol, en dos oportunidades; pero, su saber no fue suficiente para pasar de octavos de final.

En particular, esta vez, en el encuentro con Inglaterra, con los padres del fútbol moderno, quedó claro que la estrategia defensiva, conservadora que planteó para el partido fracasó. Solamente, cuando se estaba en el minuto 75 del encuentro, e hizo el cambio por Muriel, se cambió la fórmula, el contraste fue notorio, con el largo tiempo anterior de un juego insulso e improductivo.

El cabezazo de Yerry Mina empató el partido, mostrando la eficacia de ese libero, fortachón, superespigado, que superó a la defensa de manera inojebtable.

En los siguientes 30 minutos, el equipo de Pékerman volvió al juego del primer tiempo, y en lugar de ganar el partido, y con el agravante de aceptar el arbitraje de un norteamericano, que nunca debió aceptarse como referee, porque aún habitamos "el país de jauja," por creer los directivos en la imparcialidad y omnipotencia de los árbitros, cuando ya existe el "VAR", no el "bar", nos embriagarnos de creencia e impotencia.

La tapa del partido fue el cobro de los penales, y a quiénes se le confió la suerte final. En particular, fue impecable la escogencia de los tres primeros pateadores, así como la soberbia actuación del arquero.

Pero, inexplicable por qué, el director técnico Pékerman, permitió que Carlos Bacca fuera el cuarto cobrador, cuando él mismo había fallado más de una vez, y que además hubiera puesto a debutante a cobrar el tiro definitivo.

Por último, está claro que una figura como James Rodríguez, con su ausencia, debilitó las posibilidades de triunfo, pero ya había funcionado la fórmula del reemplazo en el partido contra Senegal, donde se acompañaron Quinterito y Muriel. ¿Por qué no hacerlo, esta vez, desde el comienzo?

Reflexión comparativa

Los resultados están a la vista. Colombia pudo pasar a los cuartos de final, y los errores de estrategia y táctica, que no fueron corregidos oportunamente lo impidieron.

La política y el fútbol se parecen, en la medida en que se coordinan colectivos humanos, en cuerpo y alma. Lo que supone la intervención en dosis adecuadas de razón, afecto/pasión y preparación corporal adecuada y coordinada.

A la vez ambos haceres contienen una "impajaritable" dosis de fortuna, porque los dos son ejercicios estratégicos, en que uno no puede conocer el todo del rival, en una experiencia de lucha adversarial o antagónica, según fuere el caso. Así dicho, la fortuna se "doma" en lo posible con el cultivo de la virtud, esto es, los saberes aprendidos, controlables.

En esta oportunidad, en los campos de Rusia, asistimos tanto las audiencias como los protagonistas en las gramillas de los bellos estadios que costaron billones de euros, a una evidente revolución en el jogo bonito.

Esta revolución está expresada en la metáfora de el enfrentamiento entre los dinosaurios del fútbol de toque y baile, y el enjambre de abejas que vuelan y pican durante todo el partido.

Como en la política, el fútbol enfrenta de manera planetaria a dos escuela en materia de gobierno o autogobierno de los equipos en la cancha. Una es jerárquica, autoritaria, donde todos trabajan para un rey, quien, se espera que a la postre defina los partidos.

La otra es democrática, ninguno tiene asegurado un puesto, como en la techné de los burócratas, sino que, en cambio, se ejerce la rotación, y el compromiso artístico de todos y cada uno, una voluntad de enjambre y deseo plurales. Esta escuela es la que cultiva el colombiano Juan Carlos Osorio, un pionero, quien por serlo sufrió reproches dentro y fuera de Colombia, pero, quien en Rusia adquirió validación y reconocimiento indudable, avalados con resultados tangibles.

Colofón

A propósito de lo dicho, es necesario agradecer a José Pékerman lo que hizo con las escuadras nacionales, al recuperarles ánimo y confianza para la lucha deportiva, a la vez que compartir con ellas el saber del fútbol argentino de su mejor momento que sucumbió en el anterior mundial, cuando la Argentina de Messi enfrentó a la Alemania de Muller.

Identificado ese atraso Pékerman no incorporó las novedades del mejor fútbol del mundo. La escuela que entre nosotros representa Juan Carlos Osorio, un director técnico difícil, dicen, no lo tocó ni afectó para nada.

Pues, no queda duda, sonó la hora de Osorio, y de los directores técnicos que se le parecen. Tal es el caso del Tite, quien dirige la verde amarella, que, sin embargo, aún tiene los resabios de los dinosaurios mañosos, incrustados en jóvenes como Neymar Jr. Algo de lo mismo se advierte en la escuadra de Croacia, con sus rezagos del fútbol anterior.

Por lo dicho

Es muy probable que lleguen a la final. Siempre y cuando el desgaste físico resultado de las temporadas inmediatamente anteriores, explotados los jugadores por los clubes profesionales en los que juegan, no cobre su precio definitivo.

Del modo como, en efecto ocurrió, en el caso de James Rodríguez, poniéndolo por fuera del momento decisivo, esta vez; o el juego sucio, como pasó con Falcao, expuesto en un partido sin importancia, al hacer criminal de un rival.

El fútbol de los dinosaurios se resiste a morir, en el pensar de los que aún creen que "dar leña" al rival es un ingrediente infaltable, porque éste un "juego de machos," donde las patadas, codazos y cabezazos disimulados son parte de la estrategia triunfadora.

Así se confunde el fútbol con la guerra, y la política con el antagonismo sin solución de continuidad. Tal es la práctica deportiva que ha de morir. Entre más pronto mejor.

martes, 3 de julio de 2018


AMLO PRESIDENTE, AMÉRICA LATINA MARCHA FUERA DEL PROGRESISMO.

miguel angel herrera zgaib
Profesor asociado, C.política, Unal
Director grupo Presidencialismo y Participación
Presidente de la IGS-Colombia

Todas las encuestas vaticinaron que mañana el ganador absoluto de la elección presidencial sería Andrés Manuel López Obrador, un politólogo de la UNAM, exalcalde de Ciudad de México, quien triunfó en el tercer "terco" intento por hacer a un lado al bipartidismo nacido de la revolución mexicana de 1910-1917.

Este bipartidismo cumplió más de 80 años de gobernar, de estar en el poder en México. Empezó con el partido de la revolución que cambió varias veces de nombre, y su oponente histórico, el PAN. Para mantenerse, el PRI incurrió en el fraude, cuando menos desde 1988. Repetía así la causa de la primera gran revolución del siglo XX, cuando Porfirio Díaz, el dictador sempiterno le robó la elección al candidato Francisco I. Madero.

Aquella vez, en 1988, el PRI arrebató a Cuauhtemoc Cárdenas la presidencia, el vástago del último general revolucionario, Lázaro Cárdenas. Después vinieron otros fraudes, contra Amlo, que la primera vez enfrentó a Felipe Calderón, candidato del PAN, en el año 2006, “elegido” con una ventaja de 243.934 votos. Andrés Manuel montó carpas en el Zócalo en protesta, y empezó así a construir el movimiento que con Morena lo llevó a la presidencia.

Después del primer fraude

El partido de Cuauhtemoc, el PRD, se fue desdibujando y deteriorando, aunque llegó a gobernar Ciudad de México. Allí fue carcomido por la corrupción, luego de la alcaldía de AMLO. Desaforado y destituido acusado de autorizar un negocio sin requisitos de ley, en 2005. Fue entonces cuando se presentó como candidato a presidente por la primera vez bajo la divisa del PRD.

Del PRD se desprendió Andrés Manuel, el prísta rebelde, tabasqueño, cuando perdió por segunda vez, esta vez contra el prísta Peña Nieto. Con todo, él fue ganando presencia e influencia defendiendo siempre la causa de los subalternos.

No le fue suficiente a Andrés Manuel salir del PRD, después de haber dejado el PRI, sino que se dispuso a crear una nueva organización, con militantes y dirigentes venidos de diferentes corrientes y tendencias. Para darle, así, norte ideológico, en pluralidad, y permanencia a su disputa por la presidencia de México.

Bajo fórmulas asamblearias, que en parte, aprendieron de la experiencia zapatista del EZLN, se le dio entidad partidista a MORENA, al movimiento de la regeneración nacional, una sigla que recupera la historia de la lucha proletaria subalterna, Fue una lucha paralela con la revolución mexicana, del liberalismo anarquista de los hermanos Flores Magón. Ellos publicaban Regeneración, fuente de debates y orientaciones revolucionarias,

La singularidad de MORENA

Conversando con el profesor investigador, Luciano Concheiro, un militante comunista, de la dirección de Morena desde su fundación, me comentó cómo, la caracterización de la nueva organización, la resolvió una joven militante de base, asistente a la asamblea fundacional.

Había una tensa discusión entre dos tendencias, casi sectarias, las que hablaban de partido, y la que se inclinaban por movimiento como forma organizativa para Morena. El fiel de la balanza para zanjar esta diferencia era Andrés Manuel López Obrador, pero renunció a serlo, así que consultó a la audiencia.

La voz de la joven zanjó la discusión: propuso llamarlo partido movimiento, y todos quedaron persuadidos. Dicho lo cual, este es el doble carácter de la agrupación que con López Obrador, en la tercera oportunidad, aparece como ganadora casi indiscutible mañana, cuando acuden a las urnas más de 89 millones de mexicanos.

Una mirada a las encuestas

Una firma consultora, Mitofsky de Televisa, dirigida por Roy Campos, para nada afecta a MORENA, cuya encuesta reprodujo El Tiempo, indicaba que, sobre una base de 1.000 encuestados, AMLO tenía el 48,1% de favorabilidad.

Lo seguían Ricardo Anaya (PAN), abogado de 39 años, con 25,1%; era el candidato de la reacción neoliberal; y el tercero, José Antonio Meade, un economista y abogado, con una amplia trayectoria burocrática, titular en tres secretarías, ocupó al fin de cuentas el tercer lugar. Era el aspirante presidencial del PRI, con el 22,5% de favorabilidad.

El cuarto lugar lo ocupaba El Bronco, Jaime Rodríguez Calderón, un candidato "palero", como dicen en México, con la expectativa de explotar el sentido común tradicional, para restarle subalternos al voto por Amlo y Morena, pero esta estrategia fracasó. El falsete político de Chente Fernández, se quedó para cantar rancheras en Nuevo León, y soñar con cortar manos a los ladrones.

Una caracterización necesaria

Los rivales definen a López Obrador como izquierdista, pero, la verdad sea dicha, él no lo es. Tampoco es un progresista, mucho menos un socialista del siglo XXI. Pero, sí un nacionalista popular, de una tendencia liberal socializante, que quizás explique el porqué su movimiento recupera la expresión Regeneración de hace más de un siglo.

Fue ésta una publicación del liberalismo radical, casi anarquista, mexicano de comienzos del siglo pasado. Este híbrido ideológico aproxima a Morena, comparándolo con la historia política colombiana, al último programa de Jorge Eliécer Gaitán, el abogado autor de "Las Ideas Socialistas en Colombia", cuando ganó las elecciones de mitaca en 1947. Gaitán se preparaba para disputar la presidencia por segunda vez, pero murió asesinado al año siguiente.

Uno y otro dirigentes, López Obrador y Gaitán, corresponden a la expresión política de sociedades abigarradas, heterogéneas, como lo son todavía, las de América Latina.

Abigarrada es la expresión que empleaba el sociólogo boliviano René Zavaleta, para caracterizar a la sociedad boliviana desde los años 50. Es la definición que recuperó el actual vicepresidente Álvaro García Linera para pensar la transición que orienta Evo Morales, hablar del estado ampliado y la razón de ser del que llama "capitalismo andino" que dirige la burguesía Aymara.

¿Quién ganará la disputa hegemónica?

"México es un país libre y soberano, y nunca será piñata de ningún gobierno extranjero." Palabras de Andrés Manuel López Obrador.

Andrés Manuel y su dirigencia plural han mostrado la habilidad y el músculo político, que apoyados en su carisma, y filiación popular, además del antecedente del gobierno social de la capital mexicana, lo colocan hoy en la presidencia de la segunda economía de América Latina.

Esta disputa por la hegemonía, primero, en la sociedad política, la tradujo con la organización Morena, en articular todas las fuerzas subalternas, urbanas y rurales, a lo largo y ancho de la república, con la promesa de combatir la corrupción, la inseguridad, y recuperar el desarrollo social de México.

Con una renegociación del TLC, y una redirección del modelo extractivista y especulativo que tuvo como capitán visible al potentado Carlos Slim. Ahora, AMLO gana haciendo pareja con un nuevo capitán de industria, Alfonso Moro Garza, el sobrino nieto del legendario presidente burlado, Francisco I. Madero, autor del Plan de San Luis de Potosí.

Tal fue el paso más definitivo, su aproximación con un sector clave del empresariado mexicano; su conversación con Alfonso Moro, hoy coordinador general del proyecto de nación, 2018-2024. Poncho, y los industriales que respaldaron el Frente Ciudadano tendrán su cuota en el nuevo gobierno.

Él es el garante de parte de la burguesía nacionalista, de la unidad de pobres y pequeña burguesía, deprimidas y orilladas, con una parte del capital financiero y agroindustrial del norte de México, que toma distancia del gigante del Norte, y abre al país al capitalismo global.

Los campesinos, indígenas y la población de las grandes ciudades, los más perjudicados por el TLC, celebraron la victoria de AMLO como propia, llenando una vez más el Zócalo. Es decir, 67 millones de pobres, alineados con el programa del tabasqueño.

Él tiene especial empatía con todos, y sus luchas. Para los más golpeados, él ha ofrecido, cuando sea presidente en funciones, precios de garantía, para reanimar su vida y economías locales. Le llegó la hora, puesto que Morena después de la elección punteará en todo.

A sacar el buey de la barranca

"Su estigma (el de Amlo) es más de luchador social, que no tiene que ver con la guerrilla." Roy Campos, director de la encuestadora Mitofsky.

El plan económico y social que une a grupos y clases subalternas, con parte considerable del empresariado nacionalista mexicano, tiene que sacar al país de la pobre productividad del 2.0 %.

La expectativa es alcanzar en el corto plazo el 3.5 %. Poncho y Amlo alinearon, con comprobable éxito, persuadiendo al 80% del empresariado en un Frente con el proyecto de Morena. Y los mercados, el lunes 2 de julio han respondido bien, a la confianza interclasista sellada con el triunfo de Ándres Manuel.

Es el resultado, dice el empresario Alfonso Romo Garza, de la elaboración de un plan trabajado por más de 9 meses. Discutido y aprobado en la reunión del Auditorio Nacional, entre 100 empresarios, y 90 militantes de Morena. Entre ellos constituyeron el Frente Ciudadano, y ganaron las elecciones del 1o. de julio, para avanzar enseguida en la recuperación de México.

El resultado del TLC con Canadá y Estados Unidos no mejoró la vida de los pobres y los trabajadores mexicanos, por lo que será renegociado con Trump. Millones han seguido la ruta hacia el norte, en busca de una vida mejor, y ambos presidentes les interesa transformar la sobrevivencia económica y social de sus connacionales.

Porque la debacle neoliberal impulsó la emigración mexicana y centroamericana, hasta alcanzar una población de mexicanos superior a los 15 millones con asiento en los estados colindantes con el río Grande. Los pobres han avanzado oleadas sucesivas hacia el este y el centro de la república federal americana. Estos ilegales transhumantes se “refugian” en las ciudades santuario como Los Angeles, San Francisco, Nueva York, o Chicago.

López Obrador, proclamado presidente, tendrá que entrar a tratar con su rival fronterizo, Donald Trump, quien ayer mismo llamó a felicitarlo. Es el colofón que termina con el muro, que pretendía impedir el éxodo de mexicanos y pobres de toda Latinoamérica y el mundo hacia la egoísta metrópoli imperial.

Antes, el güero tuvo que suspender la separación brutal de los niños de sus padres, cuando juntos traspasaban la frontera que los ponen en contacto con el sueño americano, arriesgando su vida enfrentados al desierto y a los vigilantes dispuestos a cazarlos como a liebres de la pradera.

Con este triunfo

Se romperá el cuadrilátero de hierro neoliberal, que en la política regional conforman Chile, Perú, México y Colombia, gobiernos aliados de la república imperial estadounidense.

La expectativa del nuevo presidente abre también un compás de espera que enfrenta la pretensión de romper el proyecto alternativo de organización continental del presidente Chávez en su momento de ascenso y protagonismo internacional.

Es el tiempo de renegociar los TLC con Norteamérica, y de repotenciar los proyectos Unasur y Celac, cuyo desmonte pregonan desde la OEA, Luis Almagro e Iván Duque, el presidente de Colombia recién electo, quienes tienen a la república bolivariana de Venezuela entre ceja y ceja. Aprovechan tanto los errores de política como la destorcida del modelo extractivista minero energético, que le ha tocado enfrentar el gobierno del presidente Nicolás Maduro.

Sin embargo, la elección presidencial es mañana, y lo demás son conjeturas, que tienen que ser ratificadas en las urnas. A partir del 1o. de julio, América Latina no será la misma. La mirada hacia el norte tendrá como referente otra luminaria.

El triunfo futbolero mexicano, con la dirección del colombiano Juan Carlos Osorio, será un grato antecedente de una asociación que ayude en lo político a rectificar el rumbo del triunfo coaligado de la reacción y la derecha de Colombia, cuyos ademanes preliminares han sido los de querer patear el tablero de la paz.

La relación con el México de Morena permitirá que la democracia colombiana equilibre el falso triunfalismo del bloque de la guerra y el neoliberalismo hirsuto.