jueves, 31 de enero de 2019

Como ya lo habíamos registrado, Joseph A. Buttigieg, un notable estudioso y traductor de los Cuadernos de la Cárcel de Antonio Gramsci, tarea que asumió por sugerencia e invitación del gran intelectual palestino americano, Edward Said, murió recientemente. 


Lo tuvimos como invitado de honor, en Bogotá, por la primera vez. La ocasión propicia fue la celebración del XIII Seminario Internacional A. Gramsci, donde hizo una conferencia central, e intervenciones a lo largo de los tres días del Seminario. Cerró su participación con una conversación con los demás invitados internacionales.


Aquí reproducimos la semblanza que hace su amigo, el compañero Guido Liguori, con quien se conocieron con posterioridad a la creación de la IGS, de la que Joe fue cofundador, y animador de primera línea desde la Universidad de Notre Dame en Indiana. Allí lo encontró la muerte a la edad de 72 años.

Joe A. Buttigieg, «traduttore» di Gramsci nel mondo d’oggi

Il ricordo. Studioso di Joyce e del pensatore sardo, intellettuale comunista non dogmatico, si è spento a 72 anni
Joseph A. Buttigieg 
Joseph A. Buttigieg
Joseph A. Buttigieg, Joe per gli amici, per chi lo conosceva e gli voleva bene, si è spento domenica scorsa all’età di 72 anni. Era nato a Malta nel 1947, ma da molto tempo viveva e lavorava negli Stati Uniti, dove era approdato ancora giovane, dopo aver studiato in Francia e nel Regno Unito. E dove si era sposato e aveva iniziato a insegnare.
Professore emerito di letteratura all’università di Notre Dame, a South Bend (Indiana), era autore di saggi e libri sull’estetica di James Joyce (A Portrait of the Artist in Different Perspective), sul postmodernismo e su altri autori e correnti letterarie e culturali del Novecento.
A QUESTA SUA ATTIVITÀ di storico, teorico e critico della letteratura, e alla sua appassionata attività di docente universitario, impegnato anche in ruoli di coordinamento e direzione, Buttigieg affiancava una grande passione per Gramsci, di cui era uno dei più insigni studiosi.
Grazie a Edward Said, la prestigiosa Columbia University Press gli aveva affidato la traduzione dei Quaderni del carcere in lingua inglese, edizione ancora in corso per via degli accurati studi intrapresi per mettere a punto apparati critici in grado di restituire ai lettori di lingua inglese il background culturale e politico del grande pensatore sardo.
Buttigieg era stato, alla fine degli anni Ottanta, con John Cammett e Frank Rosengarten, tra gli ideatori e iniziatori statunitensi della International Gramsci Society (Igs), l’associazione che riunisce studiosi e appassionati di Gramsci ovunque nel mondo.
Della Igs Joe era stato prima segretario, poi presidente, e aveva presenziato a tutti i suoi più importanti appuntamenti internazionali, a partire dai convegni di Napoli e Rio, nel 1997 e 2001, a quello di Cagliari-Ghilarza del 2007, fino ai recenti incontri di Roma e di Campinas, in Brasile, nel 2017.
PACATO, SORRIDENTE, ottimista, ma anche estremamente serio e competente, generoso nell’aiutare studiose e studiosi, aperto all’incontro con diverse culture e contesti, Buttigieg era invitato in molti paesi dei cinque continenti, soprattutto per parlare di Gramsci e del suo insegnamento, di come «tradurlo» nel mondo di oggi.
In Italia era di casa, fin da ragazzo, avendo viaggiato ripetutamente per la penisola dalla vicina Malta in compagnia del padre.
LA CONOSCENZA della nostra lingua e della nostra storia e cultura ne avevano fatto un interlocutore privilegiato per molti politici e intellettuali critici: vicino alla International Gramsci Society Italia, membro della commissione per l’edizione nazionale delle opere di Gramsci promossa dalla Fondazione Gramsci, membro della redazione della rivista Critica Marxista diretta da Aldo Tortorella, Buttigieg era un intellettuale comunista non dogmatico, democratico, sempre dalla parte delle classi subalterne e teso a comprendere le novità di questo «mondo grande e terribile, e complicato», per usare le parole di quel Gramsci che tanto amava e non si stancava di riproporre.
Non si dimenticherà facilmente il suo sorriso, che riassumeva la sua disponibilità umana e politica, il suo essere un «intellettuale organico» di tipo gramsciano, nei modi e nelle forme per tanti versi nuove che il mondo di oggi richiede.

martes, 29 de enero de 2019

SOCIEDAD GLOBAL GRAMSCI. Gramsci Teve

VENEZUELA: ¡NO A LAS NEGOCIACIONES SECRETAS!

Guillermo Almeyra
Profesor Universitario, UAM

El gobierno legal y legítimo de Venezuela presidido por Nicolás Maduro surgió de elecciones presidenciales controladas por veedores hostiles en las que la mayoría de los partidos opositores no participaron por decisión propia. En ellas Maduro derrotó al opositor que se presentó.

La proclamación de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, como presidente encargado inspirado y apoyado por Washington y con el apoyo de todos los gobiernos de ultraderecha de la región y de varios países imperialistas es un golpe de Estado. El intento fracasó por el momento ante el apoyo al presidente Maduro de las Fuerzas Armadas y de la Justicia, y el rechazo al golpe de países como México o Uruguay.

En el Consejo de Seguridad de la ONU, absurdamente convocado por EE.UU. cuando Venezuela no amenaza a nadie, ni Rusia ni China ni probablemente Francia apoyarán una intervención militar o una sanción y propondrán mediar entre otras cosas, porque el golpe busca acabar con la creciente participación de Rusia y China en el comercio de los países sudamericanos y excluir también a la Unión Europea del “patio trasero” de Washington…

La diplomacia del garrote del Departamento de Estado presiona ahora a los gobiernos capitalistas reformistas de Uruguay y México para que se sometan a su diktat y ellos no hacen pública esa presión. Además, Estados Unidos quiere repetir su provocación en Vietnam para justificar su intervención en Indochina, conocida como “incidente del golfo de Tonkín” y se niega a retirar el personal de su embajada esperando que alguna medida de Maduro cree el casus belli.

El presidente de Venezuela, por supuesto, sigue los consejos de Vladimir Putin y de Cuba, y adopta una actitud cautelosa debido a las consecuencias que podría tener para la paz mundial la transformación de Venezuela en una nueva Siria en guerra civil, con la participación yanqui y rusa y seguramente colombiana, pero ahora en el Caribe.

Por eso declara que seguirá vendiéndole petróleo a Estados Unidos y, al mismo tiempo, inicia negociaciones secretas con los golpistas, como se ve en el vídeo publicado por el gobierno sobre las conversaciones entre Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Constituyente, hombre fuerte de las Fuerzas Armadas y jefe de la boliburguesía, por un lado, y el golpista Juan Guaidó, que se queja de las presiones exteriores que recibe.

Pero, de no haber sido porque los golpistas no cejan en sus movilizaciones que buscan dividir a los militares, esas negociaciones se habrían realizado a espaldas del pueblo, que debe estar plenamente consciente e informado sobre el curso de un proceso que decidirá su futuro. Esas negociaciones sin duda continúan ya que la prensa cubana y colombiana han cesado sus artículos sobre Venezuela y, sobre todo, porque Maduro permite a Guaidó que hable y circule libremente y organice manifestaciones masivas.

¡No a las negociaciones secretas!



Para los golpistas, la cárcel o el exilio. Cualquier otra posición alentará a los golpistas y quitará apoyo al gobierno entre los soldados y suboficiales que están sometidos a las mismas penurias que la gente común (ya hay un 60 por ciento de deserción anual entre ellos) y que siguen obedeciendo a sus mandos por su educación chavista y por su rechazo a la injerencia extranjera, no por acuerdo con Maduro.