miércoles, 29 de febrero de 2012

El colega internacionalista, Antonio José Rengifo, antiguo participante de las platicas del círculo de critica jurídica Antonio Gramsci, en la U. Libre, ahora escribe y se interroga acerca del asunto de los galeones, sacando ventaja de las nuevas revelaciones hechas por Julien Assange y el proyecto de contrainformación Wikileaks. El texto nos lo envía Julián Bonilla, partícipe del grupo de investigación Presidencialismo y participación, estudioso de los tópicos internacionales. N de la R.


GALEONES: ¿CAMBIOS EN EL D. INTERNACIONAL?

El diario EL PAIS de España da cuenta de que, en el caso reciente de la Odyssey por el naufragio de Las Mercedes, “documentos del Archivo de Indias reflejan que la mayoría del oro y la plata pertenecía a la fortuna personal de mercaderes y que solo 253.606 pesos pertenecían a la Corona española”.

Esa información aparece disponible en el sitio http://cultura.elpais.com/cultura/2012/02/24/actualidad/1330104502_617729.html, bajo el titulo “Cronología del 'caso Odyssey'”, con fecha Febrero 24 de 2012.

Siendo pues Las Mercedes un navío desarrollando una actividad mercantil al momento del naufragio, el Juez de los Estados Unidos otorga a ese naufragio inmunidad soberana, bajo el argumento de que se trata de un buque de guerra, desestimando las pretensiones de la compañía, contra toda una tradición de varios siglos. Algo está pasando ahí…… !!!!!

Informaciones de prensa dan cuenta de los ingentes esfuerzos financieros y diplomáticos de España para reclamar propiedad sobre los naufragios de su bandera, recurriendo a una interpretación demasiado amplia de la figura del derecho internacional de inmunidad soberana sobre los buques de guerra.

Todo ello con el respaldo de los Estados Unidos de América, que dio apoyo oficial y público, bajo la figura de amicus curiae, a la causa de España en el proceso que la enfrentó contra la Odyssey.

Un análisis bien argumentado de un oficial de la Marina española, Teniente Gregorio Pablo Álvarez Rubial, sobre el caso de Odyssey, concluye que la sentencia del Juez de Tampa (Florida) fortalece la relación entre Estados Unidos y España, aliados en el actual status quo geopolítico mundial”. Análisis disponible en,

http://noticias.juridicas.com/articulos/00-Generalidades/201202-897826741665.html

Informaciones difundidas por Wikileaks dan cuenta de los compromisos diplomáticos acordados entre los dos países para garantizar la inmunidad de los galeones ante los tribunales, con la contraprestación, en exchange de bonds offices, del apoyo de España en los asuntos de Irak y Afganistán, entre otros.

Yo no tenía idea de que los galeones fueran tan importantes y se estuvieran convirtiendo en un verdadero problema mundial….!

Una primera conclusión que se puede sacar de lo anterior es que a ese paso, con el tiempo, obedeciendo a toda una estrategia jurídico-diplomática, los los galeones (con bandera española), yacientes en cualquier mar del mundo, cualquiera haya sido su actividad al momento del naufragio, podrían llegar a ser considerados buques de guerra y por tanto podrán gozar de inmunidad soberana …. !!!!

Es decir, serán intocables y pertenecerán a España.

En ocasiones anteriores he insistido a funcionarios de la Cancillería sobre la urgencia de producir una Declaración de Colombia sobre esta materia, bien argumentada conforme al derecho internacional, sentando una posición clara que pudiera ser seguida por muchos otros países, principalmente de América Latina y el Caribe ….

Por muy importantes que sean los galeones, España no va a declarar una guerra. Insisto ahora sobre la urgencia y la pertinencia de producir esa declaración. Será posible …?????

Antonio José Rengifo Lozano - Febrero 28 de 2012.

domingo, 26 de febrero de 2012

El obispo también viene del mono

El evolucionista Richard Dawkins y el jefe de la iglesia anglicana reeditan en la Universidad de Oxford la más famosa refriega del darwinismo.

· Así te lo hemos contado en directo en Eskup

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Javier Sampedro 23 FEB 2012 - 21:53 CET189

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Richard Dawkins y Rowan Williams, a su llegada a la Universidad de Oxford. / ANDREW WINNING

Mucho han evolucionado los obispos desde que el de Oxford le preguntó a Thomas Huxley, el bulldog de Darwin, si él creía venir del mono por parte del abuelo paterno o del materno. Un siglo y medio después de aquella salida gloriosa, la Universidad de Oxford ha querido reeditar la reyerta con unos modales más británicos.

El debate entre el evolucionista y ateo militante Richard Dawkins y el obispo de Canterbury, Rowan Williams, ha alcanzado hoy alturas estratosféricas y profundidades teológicas sin llegar a las manos. No ha resuelto la naturaleza de Dios, pero al menos ha servido para saber que los obispos ya admiten venir del mono. Por vía paterna y materna.

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El debate entre Huxley y el entonces obispo de Oxford, Samuel Wilberforce, se celebró en 1860, solo siete meses después de que Darwin publicara El origen de las especies, y la ocurrencia de Wilberforce se ha convertido desde entonces en el chascarrillo obligado sobre lo mal que le sentó el libro al clero.

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La reedición de hoy ha tenido lugar en el solemne salón de actos de la facultad de Teología de la Universidad de Oxford. Su solo título ya rizaba el pelo: La naturaleza del ser humano y la cuestión de su origen último.

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Si la actitud de Williams, que es el jefe de la iglesia anglicana, es representativa de la mentalidad religiosa actual, o al menos una avanzadilla de ella, el último siglo y medio de teología responde al esquema del God of the gaps, o Dios de los huecos: una teología que va aceptando la evidencia científica, aunque sea murmurando, y deja a Dios el papel de ir rellenando los huecos allí donde la ciencia actual no alcanza.

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El debate ha alcanzado alturas estratosféricas sin llegar a las manos

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Williams, al igual que el Vaticano, acepta ahora la evolución biológica, pero sigue creyendo que tiene un propósito superior. También admite que el ser humano proviene del mono, lo que deja a Dios el dificultoso papel de insertarle un alma en algún momento de la evolución de los homínidos.

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Acoge de mil amores el Big Bang —lo más parecido a una Creación que ha producido la ciencia, y encima formulado por un cura—, pero frunce el ceño frente a la inmensidad del cosmos, y no hablemos ya de los universos paralelos que conjeturan muchos físicos teóricos. Puede que Dios utilice la ciencia, pero solo si es para crear al hombre.

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Es curioso que no haya sido el obispo de Canterbury, sino el ateo Dawkins, quien haya logrado orientarse entre todas esas brumas de las capas altas o altísimas de la atmósfera para señalar el problema verdaderamente vital que tienen las religiones en nuestro tiempo: “El perdón de los pecados y la salvación de las almas”.

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Dawkins, como Einstein y otros científicos, opina que las religiones viven del miedo que sienten sus feligreses ante la intranscendencia de la vida y la certeza de la muerte. Es poco probable que el grueso de los creyentes se preocupe por la causa última del Big Bang o el fino ajuste de las constantes físicas mientras no le resuelvan esas cuestiones más acuciantes.

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Williams acepta
ahora la evolución, pero
con un propósito superior

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El científico también le ha soltado al obispo una de sus refutaciones favoritas de la existencia de Dios. La teoría del diseño inteligente —versión posmoderna del creacionismo norteamericano— sigue sosteniendo lo mismo que la teología natural de los tiempos de Darwin, que deducía la existencia de Dios a partir de la complejidad de sus criaturas.

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Dawkins argumenta, en cambio, que un diseñador inteligente debe ser aún más complejo que las criaturas a las que pretende dar explicación, luego no les da ninguna.

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Como ocurre a veces en este tipo de debates, los ponentes han adoptado a menudo el lenguaje del adversario con la intención —invariablemente frustrada— de llevarse el gato al agua. Así, el obispo de Canterbury ha hablado con cierta soltura de “consciencia autorreflexiva”, bases binarias, mutaciones saltatorias, genes del lenguaje, el carácter predecible de los sistemas emergentes, o la falta de él, el mecanismo de transferencia de la información genética y la naturaleza de los procesos evolutivos antes de la aparición de las primeras moléculas autorreplicantes.

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Hasta se ha disculpado por el hecho de que los redactores de la Biblia no tuvieran ni idea de la física del siglo XX, lo que ha suscitado la comprensión del público.

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Dawkins ha atemperado en cierta medida su lengua viperina

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Dawkins también ha atemperado en cierta medida su lengua viperina. Por ejemplo, no ha dicho que la existencia de un Creador sobrenatural fuera imposible, sino “extremadamente improbable”, con esa vocal muy larga en las segundas sílabas que saben poner en Oxford. Hasta ha llegado a admitir la relevancia de las “macromutaciones”, aunque solo en la evolución de las plantas.

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Pero su mejor momento fue cuando el obispo de Canterbury le preguntó: “¿Acaso el conocimiento humano se puede explicar por la evolución?”, y él respondió: “Mire usted, no entiendo ni la pregunta”.

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Ese es el Dawkins que cabreaba a los obispos en otros tiempos. Ay Dios, cómo se echa de menos a Samuel Wilberforce.

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El universo, la Biblia y el origen de la vida

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¿Cómo se creó el universo?

Richard Dawkins: “¿Cómo podemos hablar de la evolución y los millones de años de desarrollo y diseño y luego decir: sí existe Dios? ¿Por qué no reconoce que hay elegancia y belleza en la idea de que la vida apareció de la nada, movido por las leyes de la física?”

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Rowan Williams: El arzobispo admite que está admirado de esa belleza, pero asegura que él no podría explicarla solo por las leyes de la física. “Una mezcla de amor y matemáticas”, dice el religioso. Así explica la belleza de la creación.

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¿Cómo se originó la vida en el universo?

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R.D.: La selección natural explica mucho de este proceso. Se trata de imaginar cómo en el primer momento las moléculas estaban en el espacio. Pero nadie sabe realmente cómo se originó la primera molécula que dio origen a la vida. Piensa que tal vez la primera formación fue parecida al RNA (ácido ribonucleico).

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¿Estamos solos en el universo?

R. D.: ¿Cómo puede ser que por casualidad la vida solo haya logrado formarse en las moléculas de la tierra? El universo debe estar lleno de vida.

La Biblia y el universo.

R.W.: Los autores no se referían a la creación de la vida, sino a lo que Dios quería señalar. Con la Biblia se quería explicar en realidad el concepto de pecado.

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Se reanuda el tiempo de discusión y diálogo entre el creacionismo y la ciencia teniendo como anfitrión a la Universidad de Oxford, nacida en la religión y de la intelectualidad clerical. N d la R.

"No sé si hay Dios o no, estoy abierto a que me convenzan y tengo a mi lado a dos personas que creen tener la respuesta", comenzó Anthony Kenny, albacea literario de uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, Ludwig Wittgenstein.

Los dos pensadores se midieron por primera vez cara a cara hace dos años, en un debate organizado por el Canal 4 de televisión. "¿Cree usted que Dios ha tenido algún papel en el proceso evolutivo?", preguntó entonces Dawkins. "Para mí, Dios es el poder o la inteligencia que da forma a todo el proceso", respondió Williams. "El acto de Dios es el principio de la creación".


Batalla dialéctica en Oxford

entre la ciencia y la fe

Richard Dawkins y Rowan Williams, antes del debate. | Reuters

Richard Dawkins y Rowan Williams, antes del debate. | Reuters

Carlos Fresneda | ELMUNDO.es | Efe | Londres

Actualizado jueves 23/02/2012 22:01 horas

La Universidad de Oxford acogió este jueves el duelo dialéctico más esperado. El biólogo evolutivo Richard Dawkins, uno de los ateos más influyentes del mundo, debatió con el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, líder de la Iglesia Anglicana en el abarrotado teatro Sheldonian. Darwinismo frente a Creacionismo. Ciencia versus religión. EL MUNDO.es retransmitió en vivo el debate.

Richard Dawkins defendió con firmeza y convicción las teorías de Darwin mientras que Rowan Williams atribuyó "la belleza y la elegancia del mundo" a la intervención divina.

El debate despertó tal expectación en Oxford que se llenaron dos teatros adicionales para seguir la disputa a través de pantallas. El evento fue retransmitido en directo y fue seguido por decenas de miles de personas, que se volcaron en comentarlo en las redes sociales.

El moderador

El activo papel del moderador del encuentro, el filósofo y agnóstico declarado Anthony Kenny, hizo que en algunos momentos pareciera un debate a tres. Kenny intervino en numerosas ocasiones para hacer reflexiones y bromas, así como para plantear nuevas cuestiones a los dos participantes, en particular a Richard Dawkins. De hecho, el zoólogo acaparó la mayor parte del tiempo del debate, que se prolongó durante noventa minutos.

Kenny comenzó el debate pidiendo al público que mantuviera la compostura y se abstuviera de aplaudir hasta el final.

"No sé si hay Dios o no, estoy abierto a que me convenzan y tengo a mi lado a dos personas que creen tener la respuesta", comenzó Kenny, albacea literario de uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, Ludwig Wittgenstein.

Origen del Universo

El arzobispo Williams reconoció que la Biblia no da "una explicación científicamente válida de la formación del Universo", pero defendió su valor "espiritual". "Los autores de la Biblia no sabían nada de la física del siglo XXI; se limitaron a transmitir simplemente los mensajes fundamentales que Dios quería que transmitieran", admitió Williams ante la primera pregunta del público sobre la interpretación del Génesis y la "edad" del Universo.

Dawkins, autor de 'El espejismo de Dios' y 'La magia de la realidad', desplegó una encendida defensa del darwinismo para apoyar su tesis de que el ser humano es un producto exclusivo de la evolución biológica, sin intervención divina.

"Es maravilloso saber que las leyes de la física, a través de la selección natural, han producido estas enormes colecciones de átomos que somos los seres vivos, tan complejas que es fácil que se produzca la ilusión de que hay algún diseño detrás de ellas", sostuvo el científico.

La conciencia

"Darwin no tiene mucho que decir para solucionar el problema de la conciencia y no veo demasiado avance en las explicaciones científicas sobre ese tema. Quizás es algo que no depende solamente de las leyes de la física", arguyó el arzobispo.

"Si no podemos entenderlo, será que tiene que ver con Dios", ironizó en respuesta Dawkins, quien subrayó que un ordenador debidamente programado podría actuar igual a un hombre consciente, sin necesidad de que un ser superior interviniera en el diseño del software.

El clérigo replicó que una máquina no es más que una "herramienta" que nunca podrá "hacerse preguntas sobre sí misma, explicar bromas, fantasear" ni, por supuesto, "conectarse con esa energía creativa que llamamos Dios".

Su segundo debate

Los dos pensadores se midieron por primera vez cara a cara hace dos años, en un debate organizado por el Canal 4 de televisión. "¿Cree usted que Dios ha tenido algún papel en el proceso evolutivo?", preguntó entonces Dawkins. "Para mí, Dios es el poder o la inteligencia que da forma a todo el proceso", respondió Williams. "El acto de Dios es el principio de la creación".

Desde entonces, el biólogo y el arzobispo dejaron atrás la acritud del pasado y decidieron entablar un diálogo constructivo, seguido este jueves en directo por decenas de miles de internautas que quisieron tomar partido en el eterno debate de Darwin 'versus' Dios.

viernes, 17 de febrero de 2012

BOOKFORUM.COM

Feb 15 2012

Anti-Matter: Michel Houellebecq and Depressive Realism by Ben Jeffery

Reviewer: Scott Esposito

Scott Esposito's literary criticism has been published by The Paris Review, Tin House, the Los Angeles Times, and numerous other publications. He edits The Quarterly Conversation, an online periodical of literary essays and reviews.

web exclusive


Ben Jeffery's Anti-Matter is the kind of intelligent, sophisticated response to provocative work that affirms criticism's value as art in itself.

The book is ostensibly a long essay about the work of Michel Houellebecq, the controversial French novelist who recently took his country's highest literary award for his latest novel The Map and the Territory, but really, Anti-Matter uses Houellebecq's fiction as a platform for a series of reflections on the hazards of seeking meaning in art.

A more rigorous, less stylized version of the kind of long critical essay usually associated with writers like Geoff Dyer and Pierre Bayard, Anti-Matter is a work of criticism that honors—and occasionally exceeds—its source.

Jeffery gives the distinct impression that he doesn't admire Houellebecq's writing so much as find it exemplary of a certain worldview that's popular among disaffected left-leaning citizens of first-world nations.

Labeling this worldview "depressive realism" (a nice enough formulation, but can we please stop naming schools of writing with "[adjective] realism"?), Jeffery defines it as a pathological inability to believe in the little lies that happiness requires.

The effect, as he describes it in his a one-sentence summary is "instead of any high-flown 'making strange,' Houellebecq tries to make the reader feel the way they do already, only much worse."

So in Houellebecq's account, radical doubt and the search for meaning always end in sexual hedonism. With God and art unmasked as mere contrivances that shield us from thinking about our own death, all that remains in male protagonists is sex drive, the desire par excellence. After all, once you've accepted the fact of death, the non-existence of God, and the futility of art, what incentive is there to do anything other than have as much sex as possible?

Just as Houellebecq is obsessed with what he considers art's inability to help us transcend the empty materiality of our lives, Jeffery is fascinated with the problem of what he calls "our inarticulacy" in the face of great art—the inability to express what exactly we find so compelling about a painting or work of literature.

This aphasia, Jeffery contends, can sap the work's "transformational power"; it can make us feel unworthy or pretentious and force us to resort to baser pleasures, like sex. Like anything that exerts power over us, great art has the capacity to unsettle if we cannot satisfactorily account for it.

This "is the fundamental reason why deep attachment to art can seem so stupid," Jeffery writes, "why it gets so frustrating to try to explain what the 'real' worth of art is, even to oneself." The problem, then, is this: In order to adequately explain your love of Beckett's The Unnamable, wouldn't you have to be at least as good a writer as Beckett?

Anti-Matter's shortcoming is that in trying to find a way out of this dilemma, Jeffery is much clearer about what he doesn't believe than what he does. Though Houellebecq's work helps Jeffery pose the problem, Jeffery finds the novelist's answer lacking.

Furthermore, though Anti-Matter brings in a number of stars from the constellation of postmodern thought—everybody from Slavoj Zizek, David Foster Wallace, and Frederic Jameson to less widely-known figures like Leszek Kolakowski—to address this question, it doesn't zero in on any of them, or focus on any single issue.

At one point he asks, "isn't it basically superfluous to ask for a good reason for art to exist?" The tempting response is, "yes, now get on to more interesting questions," but he doesn't. His riffing on how the "value" of art is implicated across consumer culture is interesting, yet Jeffery limits his argument by tethering art to its "uses," to concrete values that can be "proven." The frustrating result is of a bright thinker who threatens to become constrained by the same kind of radical resignation that hems in Houellebecq's work.

Jeffery's inability to move beyond doubt is especially apparent in Anti-Matter's final six pages, which betray just how unsure he is that there is a good reason to value literature. He calls art, respectively, a secular religious experience, a "good lie," an aspect of Beckett's "need to go on," and finally, a thing that allows us reflect on the fact that "the very things which define human life—our values and principles—are also things we are left agonisingly uncertain about." Unable to find a good intellectual foundation from which to defend art, he falls back on the reflection that "the most reliable defence against pessimism is the knowledge that pessimism, too, is unsure."

While it's hard not to find the circularity of his argument at least a little charming, one wants to reply that a much better defense is the fact that Jeffery, myself, and many other readers agree on enough that we can argue about these questions in the first place. Jeffery is correct in noting that pessimism is integral to much of the literature that feels especially alive right now—Kafka, Beckett, Bernhard—but defaulting to pessimism is not enough. We need literature and criticism that seeks ways out, rather than allowing artists to wallow in bleak solipsism.

But one should not be too hard on Jeffery: Despite his own doubts, he successfully uses Houellebecq as a vehicle for meditating on significant questions about art and philosophy. And this is in large part what makes Anti-Matter feel vital: In posing important questions about literature, doubt, and pessimism through an author he recognizes as fatally limited, Jeffery offers a vision of how criticism can detach from the literature that inspired it and become a thoughtful, necessary genre in its own right. Jeffery implies as much in the book's introduction: "Anti-Matter could be described as a piece of extended literary criticism, and that would be sort of right, but it would be more exact to say it uses Houellebecq's novels as a basis for thinking about pessimism and how it relates to honesty, how novelists justify their work, what people think art is for, and philosophical materialism, amongst other things."

Houellebecq and Jeffery are skillful at articulating the malaise that often accompanies the search for meaning in contemporary life. Where they fall short, however, is in failing to recognize that unrestrained doubt is no sturdier a philosophy than unrestrained belief, even if the former is more fashionable. In Modern Dogma and the Rhetoric of Assent, the great literary critic Wayne Booth critiqued what he called the "modernist dogma"—essentially, a variant of the philosophies of doubt that Houellebecq and Jeffery espouse. Booth recognizes why these dogmas are seductive—they play into a disaffected worldview based on alienation from religion and politics—but he offers good reasons to reject them.

Regarding "the implied claim that life is meaningless and therefore that nothing is worth doing," Booth counters that "the works themselves are offered as something worth doing; the reader who is transported into them never doubts for a moment, during the experience, that what he and the author are doing together is worth doing." He's not wrong. Ultimately, what more need be said about art's enduring value than that Houellebecq wrote his books to be read, that they inspired Jeffery to write Anti-Matter, and now, that we get to read them both?

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“En caso de uso de la fuerza por agentes del estado mi tipo de sangre es…”


¿Por qué en Colombia existe tanto temor porque las personas muestren su descontento?

¿No es acaso legítimo y legal que los ciudadanos expresen su disconformidad frente a decisiones y situaciones del Estado y los poderosos?

¿Por qué si en la Constitución Nacional Colombiana la protesta social esta consagrada como derecho fundamental existe una fuerza policial para reprimir la protesta?

¿Por qué la protesta social es criminalizada y perseguida?

¿Por qué en Colombia la protesta social es perseguida y reprimida?

¿Por qué se usa la fuerza de manera desmedida contra los que protestamos?

¿A quién beneficia el reprimir sistemáticamente la protesta social?



El uso de la fuerza por parte de los agentes del Estado es una práctica cotidiana y permanente que contradice un derecho fundamental e irreductible de estar en desacuerdo, consagrado en el artículo 2 de la Constitución Nacional Colombia. Esta forma BRUTAL de contención de la protesta social y el descontento es una práctica histórica que somete a las personas a una postura dócil y de subordinación ante el poder avasallador del Estado y sus políticas en benefició del orden y la propiedad.



El uso desmedido de la fuerza por parte de la policía es un mecanismo de control social basada en crear terror y miedo generalizado. La policía cuenta con fuerzas especiales entrenadas para contener violentamente cualquier tipo de descontento e inconformidad social, siempre justificada en la premisa de mantener el orden. Las tácticas, las armas y los procedimientos desplegados por la fuerza policial especializada del ESMAD es una muestra clara que la protesta social no es un derecho.

¿Por qué debemos tener miedo?

¿Quién tiene miedo de la protesta?

NO MÁS MIEDO. NO MÁS BRUTALIDAD POLICIAL
24 DE FEBRERO A LAS CALLES.. FAVOR DIFUNDIR, 2 pm cra 7 x Jimenez. Bogotá. Colombia.


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jueves, 16 de febrero de 2012

Carlos medina, COLEGA ENTUSIASTA DE LAS CAUSAS DIFÍCILES, NO CEJA EN SU EMPEÑO DE EDUCAR EDUCÁNDOSE. AQUÍ LA VOZ SE LEVANTA POR UN DOCENTE DE LA NACIONAL DE COLOMBIA, MIGUEL ANGEL BELTRÁN, ACUSADO DE SER MILITANTE DE LAS FARC-EP, ABSUELTO LUEGO, Y AHORA AMENAZADO DE SER ENCAUZADO DE NUEVO. ES LA ENTRADA, EL LEIT MOTIV DE ESTA APROXIMACIÓN AL QUE DENOMINA PENSAMIENTO CRÍTICO. N DE LA R.


“Pensamiento crítico”

CARLOS MEDINA GALLEGO

Docente-Investigador

Universidad Nacional de Colombia

1. Un lugar desde donde poder hablar.

Ustedes me han invitado a hablar sobre algo que no sabría exactamente qué decir. Una reconstrucción epistemológica de lo que ha sido el pensamiento crítico en la historia de la humanidad, demandaría de un esfuerzo superior, es decir, de tratar de encontrar en la historia de la cultura humana, los distintos momentos, en los cuales el pensamiento sufre un tipo de constreñimiento y persecución, porque se convierte en un riesgo, en un peligro, en una amenaza para las formas convencionales de pensar y ejercer el poder en la sociedad.


El pensamiento crítico es considerado como amenaza, siempre y cuando se presente como un riesgo para la estabilidad de las formas de dominación existentes y se constituya en un imaginario que insiste en la desestructuración de las mismas, con una oferta de razones, ideas y acciones que en alguna medida entran a controvertir, a cuestionar las lógicas del poder dominante. En este sentido, el pensamiento crítico es “subversivo” en el buen sentido que contiene la esencia de este término tan desprestigiado por el establecimiento. Subvertir es transformar, cambiar, dejar de ser para ser mejor… No existe ningún peligro para una sociedad frente a un pensamiento que le es condescendiente, le ayuda a consolidarse como pensamiento institucional, funcional y tradicional, ahora, tampoco se puede esperar nada de ese modo de pensar, es un pensamiento profundamente conservador… paquidérmico.

Lo que voy a exponer es más una reflexión personal, nacida de mi experiencia, de lo profundo de mis vivencias, de mi alma, corazón y piel, es decir desde lo que yo creo, amo y vivo. No es una reflexión de naturaleza académica, que da razón fría y calculadora con pretensiones de cientificidad de las Escuelas y Corrientes del Pensamiento Crítico, que a veces ni critica son. No, no voy a hablar de eso. Voy a hablar desde mi experiencia de vida a lo largo de muchos años de andar construyendo una forma particular de percibir la realidad, de haber enfrentado, como muchos otros intelectuales en este país, entre ellos Javier y Miguel Ángel, la estigmatización, el señalamiento, la persecución, la amenaza, la cárcel y no menos de dos o tres atentados contra la vida.

Es desde allí, dónde yo puedo hacer referencia a ese tema-problema de reflexión que ustedes tan amablemente me han propuesto: El pensamiento crítico.

2. El pensamiento crítico es transformador

Comencemos diciendo que una sociedad que no cuenta con un presupuesto importante y significativo de pensadores críticos no se transforma, no se moderniza, no se reconstruye conforme a los retos que le va colocando al frente cada tiempo, por lo tanto el pensamiento crítico es fundamental en el desarrollo de las sociedades, en la construcción y transformación permanente de sus referentes de sentido. El pensamiento crítico es esencialmente el recurso intelectual de la cultura con que cuenta una sociedad para que se produzcan las rupturas de sus paradigmas y puedan, en su lugar, irrumpir unos nuevos. En la cultura nuestra, constituye una particular forma de subvertir las lógicas, mediante las cuales se piensan, se asumen las realidades y se proponen nuevos enfoques que posibiliten la reconstrucción de los imaginarios sociales colectivos, desde una particular intencionalidad, tratar de ganar la mayor condición humana posible, en términos de ejercicio pleno de la libertad, el bienestar y la convivencia democrática. En este sentido, el pensamiento crítico es un razonamiento que se ubica en el centro de proyectos estratégicos de bienestar humano, donde la preocupación central son las posibilidades de la existencia digna de los seres humanos, en sociedades cuya inquietud central ha sido la condición humana y su relación con los recursos que posibilitan la vida.

Pero, si uno se ubica en un contexto histórico, puede darse cuenta que hay muchos momentos en la historia de la humanidad en que al surgir una forma de pensamiento diferente, va encontrando resistencias y amenazas de quienes ejercen el poder desde sus propios referentes de verdad y autoridad. Esas formas de pensamiento crítico son sometidas a estigmatización y macartismo, sus portadores a persecución y exilio, a tortura, encarcelamiento y asesinato.

3. La democracia un lugar privilegiado para el pensamiento crítico.

La característica de cualquier régimen democrático, cuando lo son auténticamente, es ser un espacio social privilegiado para el pensamiento crítico. Un régimen pierde su cualidad democrática cuando sus intelectuales y pensadores comienzan a ser perseguidos, estigmatizados, señalados de subversivos o de terroristas…ahí pierde la democracia esa condición de lugar predilecto para el pensamiento crítico, porque se comienza a desconocer las bondades de un pluralismo que puede estar en los puntos extremos, pero que confluye en un escenario en el cual la diversidad, la disidencia, son parte fundamental de la construcción de lo histórico; solamente aquellos que aspiran a que el pensamiento sea uno y único, impulsan sistemas políticos autoritarios que niegan esa posibilidad, sean estos de naturaleza fascista, capitalista que a nombre de la nación, la patria, la seguridad, la libertad de empresa y mercado, dogmas religiosos, evitan que otras formas de pensamiento fluyan a su interior, excluye, estigmatiza y asesina la diferencia, o de carácter socialista que imponen a nombre del pueblo y los trabajadores, una dictadura popular o de una clase como única manera posible de poder contemplar el desarrollo de la humanidad.

Los autoritarismos, como concepciones específicas de la construcción de modelos de sociedad y Estado, niegan la posibilidad del pensamiento crítico; como también lo hace la democracia liberal, que se ha planteado el pensamiento único, a través del modelo neoliberal y la globalización y, ha desarrollado una estrategia de seguridad en torno a la idea de lucha contra el terrorismo, a través de la cual se uniforma el pensamiento, se persigue la diferencia y cualquier forma de oposición.

Uno debía hablar de democracias en plural y no democracia en singular. La democracia tiene una re-significación según las relaciones de poder y desde dónde se establezcan; la democracia no es una ni única. La democracia se viste de argumentos según las lógicas a través de las cuales se construye, entonces la democracia, más allá de tener inclinaciones totalitarias o autoritarias, lo que construye es la posibilidad de la diversidad, la diferencia, la crítica, el disenso, en los que el respeto por el otro se erige no sobre la base de identificarse conmigo, sino que se identifique con él, y en la medida en que se identifica con él, representa un referente de sentido para lo que yo pienso, así sea absolutamente contrario.

4. En los orígenes del pensar critico

Creo que hay unas formas específicas de erigirse en contra del pensamiento crítico, están muy unidas a los referentes de sentido en el marco de las estructuras en los cuales nos hemos construido. La cultura nuestra es una cultura judeocristiana, autoritaria, machista, patriarcal y ha centralizado la posibilidad del poder del conocimiento en la figura de Dios, desde la misma metáfora de la génesis de la sociedad y la humanidad en el paraíso.

Las posibilidades de acceder, a través del conocimiento, a un cuestionamiento de las verdades sagradas colocadas a disposición del sometimiento de las sociedades, son estigmatizadas y perseguidas. Son pecados. Esa metáfora del paraíso, en la cual frente a las posibilidades de acceder al árbol de la sabiduría, lo que encuentran Adán y Eva es persecución, destierro y desplazamiento, ya que son estos junto a estigmatización y exclusión los mecanismos mediante los cuales se castiga el pensamiento crítico y la insubordinación a las lógicas del poder. El pecado se crea para castigar el pensamiento crítico.

No solamente en esa forma específica de la construcción de nuestro pensamiento religioso, que está dado por esa figura de la mujer, la cual se insubordina (creo que Eva debe reivindicarse frente a la historia y habría como levantarle un monumento hacia el futuro por la manera en que enfrenta al pensamiento patriarcal, en la lucha por el conocimiento, por la sabiduría, por acceder a una forma específica de la cultura y la sociedad), ese acto de sublevación la hace trascender como metáfora; pero, nosotros también hacemos parte de los acumulados del desarrollo de la cultura griega. El pensamiento occidental tiene sus orígenes en las formas en que evoluciona la escuela griega y allí, también encuentra uno las señales de la crítica de los pensadores a sus regímenes, a sus particulares formas de construcción de relaciones de poder y se halla con intelectuales, que tienen como enfrentar el establecimiento.

Creo que la historia de Sócrates, sindicado de perverso, por alimentar el espíritu de los jóvenes (más allá de sus inclinaciones sexuales, las cuales también tienen que ver con el problema de la diversidad), con concepciones que son perseguidas, es un claro ejemplo de la situación del pensamiento crítico. Allí lo que está de por medio no es ni siquiera su sexualidad, la perversión de Sócrates consiste básicamente en estar subvirtiendo a la juventud en el modelo de pensamiento que construía, en el sentido de señalar, como la verdad con que se contempla el acontecer de la vida y de la historia no puede encontrarse en ningún otro lugar que en uno mismo, y eso hace que surjan distintos enfoques y también distintos pensadores.

Entonces, ese proyecto socrático erigido sobre la mayéutica, cuestionando al interlocutor para que edifique sus argumentos, resulta perverso, porque obliga al individuo a fundar referentes de sentido para explicar los problemas a través de los cuales circula en la vida. El castigo para Sócrates es absolutamente claro, no tiene sino dos posibilidades, frente a un régimen que lo sindica de perverso por buscar el camino a través del cual puede confrontar las lógicas del entendimiento de la sociedad griega, aceptar la condena de beber cicuta, como pena de muerte, o de ir al ostracismo que es el exilio. Muchos de nuestros intelectuales son condenados a beber la cicuta de la resistencia y la valentía en el hecho de permanecer en sus territorios, defendiendo sus ideales y soportando todos los regímenes de persecución y terror, o escogen el exilio, por motivaciones absolutamente personales, que es el modo como el pensamiento crítico asume el espacio universal de la cárcel.

El exilio es ir a la cárcel de lo extraño, de lo ajeno, para permanecer allí bajo el estigma de exiliado, pagando la condena de haber sido rebelde en su propio territorio. El exilio es un presidio, con todas las solidaridades que usted pueda tener en él, su condición, su libertad, su forma de vida, el sello de la infamia, son lo que caracterizan el destierro, el no poder estar en su lugar de origen, en su lugar de sentido, en su territorio, disputando un lugar en términos de las relaciones del poder que allí se establezcan, por eso el ostracismo a que nos vemos abocados a veces, hace parte de esas formas específicas de la persecución del pensamiento crítico, como la muerte, la cárcel, la tortura.

Otros, muchos otros, han tenido que retractarse y el rectificarse hace parte también de las persecuciones y conquistas que el poder dominante impone a la resistencia y a las formas de la desobediencia. La resistencia no es un acto criminal, es un camino de dignificación del pensamiento y la acción humana contra todas las formas de opresión y aniquilamiento a la condición del ser humano y de sus dignidades.

Por eso no podría dejar de mirar esos fenómenos mediante los cuales la historia nos educa sobre las dificultades de romper los órdenes del entendimiento del mundo para proponer nuevos órdenes, que es lo que constituye el pensamiento crítico, es una ruptura con un orden de entendimiento para proponer, desde un orden nuevo de pensamiento, otra explicación al mundo.

Galileo Galilei afronta en su condición de filósofo, matemático, científico, astrologo, político… la autoridad de las instituciones, entre ellas, la iglesia tan persecutora del pensamiento crítico. Este ilustrativo ejemplo del conflicto entre el pensamiento crítico y la autoridad, muestra como él tiene que retractarse a pesar de ser gestor de esa nueva manera de entender la mecánica universal y la mecánica cósmica, y esperar que los tiempos cambien para que Copérnico haga esa revolución con afirmar “no somos el centro del universo”, esa ruptura tan extraordinaria, por todo lo que implica en el momento para dar origen a la ciencia.

De la misma manera el pensador crítico le dice a la autoridad del poder del estado “ustedes no son el centro del mundo, el centro del mundo está en otro lugar”, y ese lugar donde está el centro del mundo son los pueblos y su cultura, son las sociedades, son sus naciones, sus urgencias y sus necesidades. Como diría Newton el universo es una esfera infinita cuyo centro está en todas partes, esto remite a la crítica del eurocentrismo cultural o a la hegemonía de occidente.

El mundo no rota y no puede girar en términos de los estados, ni de los sueños del poder. Las revoluciones que se dan en los siglos XVII y XVIII, lo que tratan de hacer es retornar el ejercicio del poder, en términos del ejercicio de la soberanía a los pueblos, pero allá en el Medioevo, el pensamiento crítico tiene todo el escarmiento y toda la persecución no solamente con aquellos que se atrevieron y en alguna medida avanzan en términos de recuperar una lógica de interpretación diversa sobre las sagradas escrituras, con la reforma protestante de Lutero y Calvino, sino aquellos también que escogieron el camino mediante el cual se deciden a construir en medio de las adversidades, un lugar para que el ser humano lo habitara desde otros repertorios discursivos, desde otros referentes de sentido.

Entonces, pasar por la inquisición, la tortura, la hoguera es el camino que tuvo que seguir la alquimia, la ciencia, como pensamiento crítico, en una concepción que nos llevó del lugar de la obediencia y de la fe, a la esfera de la resistencia y la razón. Ese es un hecho significativo. En los universos de la alquimia y de la persecución surgen las nuevas formas del pensamiento científico, que habría de traernos hasta este lugar de la modernidad y la postmodernidad en que hoy nos construimos.

Pero déjenme insistir: muchos de los alquimistas, fueron perseguidos por una institución que los concibió como un riesgo y por eso son metidos en la oscuridad de la noche, dónde ellos pudieron acercarse a las disciplinas experimentales de la ciencia. Yo recuerdo a un Da Vinci transitando las calles en busca de cadáveres, para hacer las disecciones que se requerían frente a toda prohibición existente en la época, para profanar el cuerpo humano. Da Vinci trasciende porque subvierte la lógica de sentido mediante la cual se enfrenta al problema del conocimiento, entonces qué bueno que surja al interior de las sociedades una particular forma de percibir el mundo por fuera de los marcos referenciales que impone el orden establecido, para que dicho orden pueda seguir el camino que alcanza la ciencia, que es romper absolutamente el paradigma de la opresión y llevarlo a un paradigma de la dignidad.

Cuando uno se pregunta: ¿Por qué persiguen a los pensadores críticos?... ¿Por qué los encarcelan?... ¿Por qué los torturan?... ¿Por qué los matan?... la única explicación que uno encuentra es: porque son demasiado humanos, porque están imbuidos de un humanismo radical y profundo, porque subvierten el orden de la verdad. Existe un pensamiento crítico que se ha dedicado a reivindicar lo humano y a proponer unas relaciones de equilibro con el medio natural, en donde se garantice que a cada ser humano se le respete la vida en integridad, se le reconozcan sus derechos de tal manera que pueda contar con alimento, abrigo, salud, educación suficiente, y con la posibilidad de ser actores de la reproducción de sus propias condiciones de existencia, mediante las prácticas del trabajo que los ennoblece y les proporciona el bienestar.

Una revolución es tratar de construir un mundo posible en el que los seres humanos puedan vivir tranquilamente, tengan un hogar dónde ir a reposar, comida suficiente para garantizar condiciones dignas de vida, salud para cuando se enfermen, educación para poder acceder a la cultura, trabajo para reproducir sus condiciones de existencia y, vivir en un mundo donde puedan hacerse partícipes de los escenarios donde se toman las decisiones que convocan el interés colectivo, esto es participar en la política, entendida como el conjunto de ideas y acciones a través de las cuales se busca ejercer el poder para construir y garantizar el bien común. Es absurdo, absolutamente irracional, el universo mediante el cual se reprime las posibilidades del hombre de hacerse partícipe de sus propios procesos de realización, en términos de una dignidad, que lo ennoblezca y le permita ser feliz.

Nosotros hemos visto a través de la historia, cómo esas tensiones entre lo viejo y lo nuevo, entre lo existente dominante y la resistencia, van construyendo un territorio de confrontaciones, de enfrentamiento, de disputa. Cuando la democracia se cierra en regímenes autoritarios, cuando la persecución se hace explícita, entonces irrumpe la violencia para reprimir y para defenderse; la violencia se presenta como una particular forma de terrorismo de Estado o una particular forma de resistirse a la negación violenta del pensamiento y la acción crítica.

En sociedades antidemocráticas, autoritarias, a veces el único camino que tienen los seres humanos es recurrir a cierto tipo de violencia para oponerse a las otras formas de violencia de las cuales son víctimas. Es un acto de autodefensa, es un mecanismo de autoprotección. De resistencia legitima ¿Qué caminos les pueden quedar a los que no les permiten expresarse abiertamente? ¿A los que no les permiten vivir dignamente? ¿A los que se les niegan todas las posibilidades? Hoy hay una violencia social recorriendo el planeta como una gran oleada de incertidumbre y desesperanza, y el papel del pensamiento crítico no es solamente anunciar esa oleada, es contribuir a construir los imaginarios de sentido que le posibiliten a las sociedades transformar esa oleada y potencializar esos seres humanos en el camino de la construcción democrática y alternativa del bienestar.

Quiero recordar a Gramsci, señalando cómo tiene que enfrentar una situación muy crítica en términos del desarrollo del pensamiento político, cómo tiene que ir a la cárcel y desde el presidio continuar su resistencia para no doblegarse en términos del discurso del contrario y poder generar, para él mismo, un espacio de dignidad. Gramsci desarrolló y nos ayudó a desplegar el concepto de sociedad civil, surgido de la necesidad de enfrentar el fascismo. Si la sociedad es la sociedad militar, autoritaria, unida con la sociedad eclesiástica, igualmente autoritaria, la única forma de resistirse a esa sociedad es construyendo la sociedad civil, entendida ésta como todas las formas de organización de la población civil, que están en condición de resistencia y oposición al régimen.

La sociedad civil no es la constituida por los dueños del país, por los gremios económicos ni por las clases políticas tradicionales, estos son el orden establecido. La sociedad civil son las formas a través de las cuales las poblaciones se organizan para reivindicar sus derechos fundamentales, derechos que son el resultado de larguísimas batallas, de larguísimas confrontaciones, de muchas pérdidas de hombres y de mujeres valiosos.

Recuerdo a Martin Luther King reivindicando un espacio social para los afrodescendientes en un país de migrantes, que construyeron los negros, y lo recuerdo no solamente en el lugar donde Luther King define líneas de pensamiento de acción para esas comunidades, en el marco de una sociedad universal que sea más democrática, sea incluyente, que no sea xenofóbica. Tengo absolutamente claro como en ese lugar, los contradictores, los organismos paramilitares, los Ku klux Klan, los perseguidores de las formas de resistencia acabaron con su vida. Y no había en él ningún acto de violencia como no lo hubo en Gandhi, el hombre de la no violencia, el hombre del ayuno eterno, para reivindicar una forma de pensamiento que se opone a las lógicas específicas de la presencia inglesa en la india, y su forma de luchar es una forma de violencia simbólica, en donde el único agredido es él. La huelga de hambre para reivindicar la causa social.

5. La juventud y el espíritu crítico

Qué tristeza cuando nosotros nos paramos a domesticar a nuestros jóvenes y a nuestros niños en las conductas de los adultos, bajo la premisa de la convivencia y seguridad. Un buen maestro, un auténtico maestro, como Sócrates, Jesús, Gandhi, Luther King, lo que convocan en lo esencial, es a subvertir el pensamiento y practica social. La característica que constituye la condición del ser joven es la de ser inconforme, ser rebelde, querer liberarse, auto-determinarse. Ser libre.

El pensamiento crítico es un pensamiento rebelde, pero la rebeldía no es un crimen. La rebeldía es el paso obligado que debe dar una generación para llevar la sociedad de una época a otra superior. Un paso obligado e insuficiente, porque muchos rebeldes terminan doblegados por el establecimiento, sometidos a él y conservatizados.

Poder salir de la “casa paterna” a buscarse la vida, a través de una acto de rebeldía, es incurrir en una ruptura con la autoridad paterna, que es la autoridad del Estado. Pero esa ruptura debe tener un propósito, ganar libertad, independencia, autodeterminación y poder construir en identidad su propio proyecto vida y bienestar. Entonces ser rebelde es una obligación de los jóvenes. No me gustan los niños juiciosos, domesticados, impecables. Me gustan los niños rebeldes, que crean sus propios órdenes y al crearlos generan el desorden en la sociedad de sus adultos. Me gustan esos niños cuando son adolescentes rebeldes, cuando son jóvenes, pero además cuando son subversivos, en el sentido filosófico y sociológico de la subversión, que significa cambiar, modificar, transformar, trastocar. No puede existir un pensamiento crítico, que no es por naturaleza subversivo. La subversión tampoco es un crimen, nos han quitado las categorías que nos permiten crecer en el universo de lo humano estigmatizándolas, persiguiéndolas, cercándolas, destruyéndolas.

La subversión es, esencialmente, propiciar cambios. Subvertir es cambiar, trastocar, es dar nuevos órdenes, ¿cómo queremos que un mundo se cambie, se trastoque, se trasforme si los agentes sociales no son agentes subversores? Pero uno también quisiera, que además de ser rebeldes y subversivos… fueran revolucionarios… porque la burguesía fue subversiva, rebelde y revolucionaria, solo que uno es revolucionario cuando tiene que generar las grandes transformaciones, pero, cuando las logra entonces se transforma, se vuelve conservador puesto que ya no quiere que haya ningún otro cambio más allá del que uno ha hecho.

Digamos entonces que un pensamiento crítico debe ser un pensamiento que propaga la rebeldía, que difunde la rebeldía, porque esta contra de la injusticia, la opresión y de toda forma de envilecimiento de la condición humana. No encuentro en los actos de rebelarse, subvertir y revolucionar un delito, por el contrario, hay una búsqueda que es la indagación de la esencia de lo humano, de su condición de ser social y político, de sus sueños de libertad y bienestar, la utopía de la felicidad.

Cómo me gusta Diógenes, ese Diógenes cargado de tanta simbología, metido debajo de un puente, cobijado por un barril, con una lámpara de lumbre, de luz en la mano, buscando un hombre, buscando al hombre. Cómo me gusta cuando se para frente a la autoridad del Estado y de la sociedad que va a visitarlo para preguntarle ¿qué necesita?, y él responde: “de usted no necesito sino que se quite del frente, que me está tapando el sol”, porque el sol constituye la base fundamental de todas las realizaciones, porque constituye la energía y esa energía es el motivo de nuestras ideas. La energía es el poder político, que es un poder transformador, no son solamente los hidrocarburos, el agua, el carbón, el gas, los materiales nucleares, ¡no!, es también energía el poder político, hecho poder transformador. Creo que una buena sociedad, demanda de un buen pensamiento crítico y, esa corriente crítica, tiene que tener un lugar privilegiado: la democracia verdadera.

6. Intelectuales sumisos o pensadores críticos

A nosotros quienes en alguna medida, seguimos levantando las banderas de lo humano, la paz, el bienestar, la democracia, la libertad, la justicia, esos principios universales, a través de los cuales se dignifica el ser humano, nos da mucha tristeza con los intelectuales mutantes, los que cambian con las épocas para acomodarse a las relaciones del poder. Para someterse a ellas. Mutan según las formas del ejercicio del poder, acomodándose y medrando en él su propio beneficio. No son seres transparentes, luminosos, son intelectuales, y hemos sido muy críticos con los intelectuales funcionales, porque esos intelectuales son una clase de seres abominables, despreciables, asquerosos, ellos saben decir mal lo que otros dijeron bien, ellos creen que si cada afirmación no está acompañada de un juicio de valor, no tiene ningún peso específico y si los modelos teóricos, no explican la realidad, entonces la realidad es la equivocada.

Este país necesita cada vez más pensadores, seres humanos capaces de moverse en el universo de sus propias elaboraciones, sin aferrarse a ellas, sino con la suficiente claridad como para entender que están buscando respuestas a sus preguntas, a sus preocupaciones y a las urgencias de la sociedad en que viven. Qué desgracia para nosotros, pensar que no pudimos construir el estado nacional en el siglo XIX, porque nos pusimos a buscar el Estado Nacional europeo en América, cuando lo debíamos estar inventándolo desde la lógica de nuestras propias urgencias y necesidades.

Qué bueno cuando pensadores de América Latina que nos han heredado su particular forma de percibir nuestros procesos, nos ayudan a alimentar el imaginario transformador; qué bueno que existe un Bolívar, Mariátegui, Martí, Camilo Torres, Ernesto Guevara, Fidel Castro, que existan estos hombres, Martin Luther King, que han logrado repensar el universo de las posibilidades de América, desde sus propias interpretaciones, y por eso trascienden. Los pensadores son los únicos que están llamados a trascender en la cultura humana, porque son los únicos que le aportan a su desarrollo. Ningún intelectual le aporta nada y un pensador puede ser pensador únicamente en la medida en que sea pensador crítico, no pensador funcional, y el pensamiento crítico es un pensamiento transformador, cuestionador, liberador, entonces, cuando a un ser humano, le cuestionan su condición de pensamiento crítico, es porque ven en él un riesgo para el usufructo de las relaciones del poder dominante.

Déjenme para que podamos conversar con ustedes, cerrar esta exposición desordenada y arbitraria señalando: una sociedad democrática debe darle un lugar privilegiado a sus pensadores críticos porque estos constituyen la conciencia interior de esa sociedad y son los únicos que pueden construir el referente de dignidad, desde el cual estas sociedades se levantan frente a la historia. Es un rescoldo de dignidad, que a veces es sepultado por las cenizas de la dominación, por el incendio criminal de la opresión, por eso, cuando la hoguera destructiva de los opresores se va apagando, allá abajo queda el pensamiento crítico, para que vuelva a encenderse la llama de nuevas sociedades, y eso es lo esencial. Es una lástima que América Latina haya tenido que sacrificar tan buenos hijos, en las cárceles, en tribunales militares y frente a “democracias” autoritarias.

Es una pena que se haya ido gran parte de sus vidas en las mazmorras de regímenes que no entienden la importancia de contar con su pensamiento crítico, un pensamiento que, lejos de plantearse la destrucción de la sociedad, se está trazando a diario cómo construir mejores sociedades, colectividades más dignas y nobles, más grandes y humanas, sociedades donde el ideal de lo humano sea el centro fundamental de la preocupación y la felicidad de todos sea su mayor alcance.

Nota: Este texto es el resultado de la transcripción de la charla del profesor Carlos Medina Gallego, en el desarrollo de la campaña “El silencio no es una alternativa”, en defensa del profesor Miguel Ángel Beltrán, donde se propuso como eje de la misma el pensamiento crítico. La versión escrita, busca recoger el espíritu de lo dicho en esa ocasión.

Carlos Medina Gallego

Docente Investigador

Universidad Nacional de Colombia



CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente - Investigador
Universidad Nacional de Colombia
Movil: 310-2859375
Grupo de Investigacion en Seguridad y Defensa
camega376@yahoo.es y camega376@hotmail.com
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