lunes, 4 de febrero de 2019



COLOMBIA A LA DUQUE: ¿DOS PASOS ATRÁS?
Miguel Angel Herrera Zgaib. Profesor asociado, Ciencia Política, Unal.
Presidente de la IGS-Colombia, y SGGAL.

“A la memoria del amigo y compañero Joseph Buttigieg, presidente de la IGS, fallecido hace poco.”

El horizonte de la pobreza y la desigualdad

                                              Un reciente informe de la CEPAL, la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe, que registra los índices de pobreza de América Latina, en el año 2017, indica que Colombia mejoró tanto en pobreza como en pobreza extrema. Los indicadores están en 29,8 por ciento, y 10,9 por ciento, respectivamente. Sin que, por supuesto, esté claro, qué viene pasando del 2018 en adelante, cuando se producen los resultados políticos que luego comentamos.

Dicho reporte, por lo pronto benefició lo alcanzado por el gobierno de Juan Manuel Santos, y expresa también un relativo contraste con el general balance negativo que le endilgan sus sucesores, Iván Duque, la joven ficha política del beligerante senador Álvaro Uribe Vélez, quien se pavonea como líder del partido de la guerra en Colombia.

 Este “binomio de oro” es parte notable del ascendente coro reaccionario que trina con denuedo en la subregión Andino amazónica, que quiere extender a toda costa la guerra contra la “dictadura” que gobierna a Venezuela, santuario de la guerrilla de las Farc, y, en particular, del Eln que sacudió con un bestial bombazo a la segunda parte de la publicitada “seguridad democrática”, que en la primera no consiguió someter con su cruzada armada a la insurgencia subalterna de las Farc-Ep, después de la frustrada negociación de la paz en el Caguán.

Colombia, volviendo a la materia económica, hasta el año 2017, según esta contabilidad internacional, experimentó una redistribución del ingreso nacional con relativa mejoría. Sin embargo, según la misma fuente, el país continúa con la tercera más alta tasa de pobreza del continente; pero, en todo caso, fue con El Salvador y Paraguay, las únicas naciones que “disminuyeron los niveles de desigualdad del ingreso”, así como la pobreza extrema, que en América Latina abarca a 63 millones, y a 182 millones de pobres en el año 2018.

De otra parte, el gobierno posesionado en agosto de 2018, y su ministra de trabajo, Alicia Arango, en la dirección contraria, ya descartaron la reforma pensional, que se reclamaba impactaría de modo positivo en las condiciones de equidad para beneficio de los más pobres, ampliando su estrecha cobertura, con una efectiva redistribución que aparece como plagada de incertidumbre financiera.

Sin embargo, echando un vistazo al presupuesto, Colombia gastará en 2019 la bicoca de $ 57,2 billones para beneficiar apenas a 2.216.667 pensionados. Dicha suma es cubierta en la menor parte con los aportes de Colpensiones, $ 17,8 billones, y el resto tiene que enjugarse por vía del presupuesto nacional. Todo resulta, según estudios de Anif, en un pasivo pensional que asciende a 114 puntos del PIB.

Esta exposición de la sustancia fáctica de las relaciones sociales objetivas, observables de la formación social colombiana actual, basada en lo indagado por Cepal para 2017, se resume en que la pobreza nacional disminuyó en 3 puntos, y  la desigualdad medida por el índice de Gini, bajó de 0,57 a 0,51.

Pero, lo citado no por menos contrasta con las rampantes realidades de la impunidad/corrupción, que la opinión cada vez más censura y señala al país político responsable de la dilapidación, el robo y hurto continuado de la riqueza social, a expensas del país nacional.

(Continua)