martes, 26 de octubre de 2010

Una Carta a propósito de un escrito de Apiah. Escribe Luis Mejía, doctor en Economía y activista colombiana en causas sociales en la ciudad de New York. N de la R.

Gentlemen of the New York Times:

Mr. Apiah has spent years positioning himself as the voice of the third world pro-Republican, extreme conservative "inteligentzia". He certainly has succeeded, specially for his amazing ability to look for historical arguments overlooking the important pieces of historical records that do not fit in his -and his audience's- mental world. His article on the engineering of social change [http://www.nytimes.com/2010/10/24/magazine/24FOB-Footbinding-t.html?ref=magazine]that you host in your pages in today's edition of the Sunday Magazine -is that your way of showing that virtue pays homage o vice?- is a perfect case in point.

He manages to tell the story of the disappearance of foot binding in China as a fait accomplis by the end of the 19 century, giving himself the freedom to completely ignore the contributions of the Chinese Republic starting in 1911 and the communist regime in 1949 and after to the end of that horrendous practice.

In addition, as usually happens with the conservative fringe represented by Mr. Apiah, there is the issue of shamelessly appropriating other peoples ideas. If you take a look at John Mao's "Foot Binding: Beauty And Torture" in The Internet Journal of Biological Anthropology. 2008 Volume 1 Number 2 [http://www.ispub.com/journal/the_internet_journal_of_biological_anthropology/volume_1_number_2_8/article/foot_binding_beauty_and_torture.html] you will find a remarkable similarity in the description of a "successful" intervention of social engineering to achieve cultural change to Mr. Apiah's own recommendations.

I am a frequent reader of Benjamin Bentham's Handbook of Political Fallacies. Knowing that he is supposed to be one of the leading thinkers of intelligent conservatism, I find fascinating that his disciples do exactly the opposite of what he recommends to elaborate truthful, clear, logical, cogent and convincing arguments.

Sincerely,

Luis Mejia, Ph.D.
241 West 111 St., #3
New York, NY 10026
212 662 3906

domingo, 17 de octubre de 2010

Luis Mejía comparte este escrito que se origina en Estocolmo, donde habita Carlos Vidales, quien escribe sobre el Nobel con ocasión de recibir Mario Vargas LLosa, autor de el ensayo Historia de un deicidio. Un jurgo de años después que lo recibiera GGM, a quien cualquier día le propinó una trompada que quedó a posteriori retratada por un fotógrafo colombo-mexicano, residente en Ciudad de México, y a quien Gabo acudió en compañía de su maga para inmortalizar esta transgresión entre dos amigos que dejaron de serlo hace mucho tiempo, sin renunciar eso sí a su vocación por las letras. De la política hablaremos más "lueguito". N de la R.


EL PREMIO NOBEL Y LAS PRACTICAS DE AUTORIDAD Y OBEDIENCIA

Carlos Vidales

De mis tiempos de estudiante en Córdoba (Argentina), conservo con deleite una expresión muy usada para significar que a uno ya lo tienen hasta la coronilla con algún asunto: “¡Ya me tenís chanchito!

Y lo digo entonces a lo cordobés: Ya me tienen chanchito con eso de “se merece” o “no se merece” el Premio Nobel. ¿Es bueno, excelente? Ah, entonces “se merece el Premio Nobel”. ¿Es malo, bobo, mediocre? Ah, entonces “no se merece el Premio Nobel”.

¡Ya me tienen chanchito!

Ya he dicho muchas veces que el Premio Nobel no valdría nada si no fuera por los diez millones de coronas suecas. Un premio de Literatura que se le da a Winston Churchill y se le niega a Jorge Luis Borges no vale un carajo.

No me importa si García Márquez “lo merecía” o si Vargas Llosa “no lo merecía”, ese no es el problema. El Premio Nobel no se merece a García Márquez ni a Vargas Llosa ni a Asturias ni a Octavio Paz ni a Gabriela Mistral, y ni siquiera se merecería a Corín Tellado si a los miembros de la Academia se les hubiera pasado por sus académicas neuronas la idea de otorgárselo.

Que cada uno lo reciba, como los mencionados, o lo rechace, como Jean Paul Sartre, es cosa de cada uno y ojalá le aprovechen los diez millones de coronas suecas, si es que lo recibe. A mí que me lo den, ya verán cómo lo recibo y me chupo los diez millones en vino tinto de Rioja o de Navarra, que son los que me gustan. Hasta soy capaz de estrechar la mano virginal del rey, yo, que soy republicano.

El asunto no es si yo merezco o no merezco tal premio. El asunto es si la Academia Sueca me merece a mí, o no me merece.

¿Por qué están siempre mis amados colegas pensando como Gunga-Din, ese asqueroso cipayo de los colonialistas? ¿Qué diablos tienen los señores académicos suecos, que se sienten autorizados a asumir el papel de jueces supremos de la literatura universal sin saber ni swahili, ni congo, no yoruba, ni español, ni japonés, ni chino, ni árabe, ni guaraní, ni persa, ni indi, ni arameo, ni italiano, sino a lo sumo mucho alemán (eso sí), francés como para decir “bon jour” e inglés como para leer la obra de Yasunari Kawabata en traducción gringa?

¿De cuándo acá nos hemos dejado enajenar el juicio, despojar del criterio, hasta el punto de que estamos dispuestos a delegar en dieciocho académicos nórdicos (diecisiete hombres y una mujer) la potestad intransferible e inalienable de juzgar como lectores, según nuestro leal y sano y simple saber y entender?

¡Ya me tienen chanchito!

En un país cuyos letrados y editoriales desprecian a Rabelais “porque es vulgar” o, peor, en un país donde uno encuentra “académicos” que le preguntan a uno “¿y quién era ese?” cuando uno nombra a Rabelais, no puede existir competencia suficiente ni satisfactoria para otorgar premios de literatura de validez universal.

Y ahí están mis amados colegas, los de derecha, los de izquierda, los sensatos, los rabiosos, los bajitos, los altos, los gordos, los flacos, todos, discutiendo si Vargas Llosa “merecía” o “no merecía” el premio ese del inventor de la dinamita. El premio y su Academia, allá arriba, en las alturas, como Dios, repartiendo la gracia a todos los pobres seres inferiores del rebaño humano… ¡ya me tienen chanchito!

Cada día nos quieren hacer más y más parecidos a esas “pequeñas gentecitas” de que hablaba Wilhem Reich, esos pequeños hombrecitos y pequeñas mujercitas que alimentan su falta de integridad, su lastimosa sensación de inferioridad, su despreciable autodesprecio y su lastimosa lástima de sí mismos con su desmedida admiración, sumisión y servidumbre mental ante el Olimpo de los amos, los señores, los que sí saben, los meros meros, los chingones: los Jueces Supremos del Reino de las Letras.

Vengo de leer otra vez “La metamorfosis” de Kafka y he de decir que esa pobre y miserable cucaracha en que amaneció convertido Gregorio Samsa después de una noche intranquila, estuvo más cerca, mucho más cerca, de la gran literatura universal y de su mundo maravilloso, de lo que jamás llegarán a aproximarse esos dieciocho académicos autosuficuentes, autocomplacientes y plenamente seguros de sí mismos, como dieciocho ladrillos felices de ser ladrillos.

Y no me vuelvan a joder con eso de que este sí “se merecía” o este otro “no se merecía” un premio que, en rigor, no se merece a ninguno.

Carlos Vidales

Estocolmo, 2010-10-15

(Firmo muy clarito porque en Estocolmo anda rondando una rata que publica mis ensayos con su firma, tal vez para que le den un premio).

domingo, 10 de octubre de 2010

Este texto Justo Soto, docente en la Universidad Bolivariana, en San Cristóbal, lo comenta críticamente, y contrasta la visión pesimista que según él revela la entrevista al filósofo español Santiago López Petit., que lo coloca en la vecindad con el posmodernismo tan propincuo al vacío y al pesimismo político. Quizá convenga recordar lo que repetía Gramsci en presidio, "pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad". N de la R.

Entrevista a Santiago López Petit


Publicado por rosafg en 2010 - “Hoy día hay un malestar social difuso que arranca de la imposibilidad de vivir” 110

Santiago López Petit: Filósofo. Enseña en la Universidad de Barcelona. Es uno de los impulsores de Espai en Blanc, una iniciativa a la vez filosófica y política. Acaba de publicar su último libro ‘La movilización global. Breve tratado para atacar la realidad’.Platón decía que el pensamiento es como el viento: no se puede ver, pero es capaz de sacudir la realidad. ¿Por dónde sopla hoy ese viento? ¿Cómo avivarlo en nosotros mismos? ¿Quién y cómo lo pretende cercar?


Afirma usted que pensamos siempre bajo coacción, ¿qué significa eso? - Contra lo que dice el sentido común, pensar no consiste en el funcionamiento de una facultad que sería innata al hombre. Pensar no tiene nada que ver con sentarse y esperar hasta que a uno le venga alguna idea. Pensar es una actividad forzada. Y lo que nos fuerza es la propia vida. Querer vivir nos obliga a pensar.

Pensar es un gesto radical que antes que nada consiste en interrumpir la normalidad y el sentido común, agujerear la realidad, destruir el manto de obviedad que la protege, en definitiva, abrir espacios de vida. Pensar es esta paradoja: una actividad forzada y, a la vez, la más libre.

¿Y cómo se agujerea esta realidad concreta que vivimos? - La realidad que se nos impone como única y sin afuera, como plenamente tautológica, no es más que la verdad del capital. Digámoslo claro: la verdad del capital es la que ha triunfado y frente a ella no hay en estos momentos alternativa alguna. Ha triunfado porque puede organizar el mundo.

Sólo hay que ver lo que sucede en relación a la crisis actual. Nadie es capaz de poner en el centro del debate la necesidad de una verdadera transformación social. Sólo se oyen las propuestas cínicas de reformular las bases éticas del capitalismo.

Mi respuesta a la pregunta es entonces: ¿cómo se combate una verdad si no es desde otra verdad? Yo creo que sólo la verdad, una verdad que nace de la lucha y del compartir, puede incidir sobre la realidad. La verdad entendida como desplazamiento o interrupción del sentido común y de la realidad obvia.

¿Podría dar algún ejemplo? - Si en lugar de autoestima hablamos de dignidad abandonamos el ámbito de los libros de autoayuda -que en el fondo siempre plantean un pacto cobarde con la vida- por una posición desafiante; si en lugar de participación hablamos de implicación, abandonamos una problemática interna al poder por una posición crítica respecto del poder, etc. La verdad es el desplazamiento. Más exactamente, la verdad se produce en el momento del desplazamiento.

¿Se trata de ligar pensamiento y transformación social? -

Cuando se vincula pensamiento y transformación social -y digo “cuando” porque en la actualidad no es lo habitual- se hace de un modo exterior, como si el pensamiento debiera servir para impulsar un cambio social. El pensamiento se asemeja entonces a una especie de caja de herramientas en la que los movimientos sociales buscarían instrumentos para luchar. Me atrevería a afirmar que eso no es auténtico pensamiento.

El pensamiento no sirve para luchar, sino que él mismo es lucha. Si vivir es luchar con la vida, si toda transformación social es, en última instancia, esa misma lucha contra esta vida-cárcel que nos encierra en lo que somos, ¿qué clase de pensamiento sería aquél que no hiere a quien lo produce a la vez que actúa hiriendo la realidad?

¿Cómo se pretende neutralizar hoy concretamente el pensamiento? -

El pensamiento está asediado en la escuela, donde se formatean las mentes de los niños para adaptarlos a las necesidades del mercado. Pedagogos y psicólogos rivalizan en vaciar la enseñanza de contenidos (históricos, sociales…) y reducirla a puro formalismo: aprender a aprender.

En la universidad, la privatización y la mercantilización determinan las materias impartidas y la investigación misma. Ya no se forma, sino que se “capacita”, se invierte en recursos humanos. En los medios de comunicación hace tiempo que las figuras del experto y del “opinólogo” han barrido cualquier atisbo de pensamiento. Así podríamos seguir.

¿Pueden volver a ser peligrosas las ideas? -

Una idea, si de verdad es una idea, necesariamente es peligrosa porque es ya una victoria contra la obviedad. Una idea es la verdad que insiste en el tiempo, abriendo vías de agua en la realidad. Una idea no es, en absoluto, una construcción mental: nunca hay que olvidar que detrás de una idea se alza siempre el grito colectivo de “¡aquí estamos!”. Detrás de una idea existe siempre una palabra que se toma, una toma de palabra desde un nosotros que empieza a hablar. Por eso una idea no se comunica ni requiere propaganda para propagarse.

¿Se puede pensar políticamente en ausencia de grandes luchas sociales, como parece ser el caso hoy? -

Las ideas que verdaderamente cambian el mundo no salen de la cabeza genial de alguien, sino de prácticas sociales que son necesariamente colectivas. En el plano individual, como afirmaba Lukács, sólo te queda la posibilidad de golpear tu cabeza contra la pared hasta que salten chispas. Es verdad: la intervención política que persigue una auténtica transformación social parece bloqueada. Pero ausencia de lucha abierta no significa, sin embargo, ausencia absoluta de resistencia. Hoy día hay un malestar social difuso que arranca de la imposibilidad de vivir, del hecho de querer vivir y no poder hacerlo. Este malestar social latente estalla en las periferias de la ciudades cuando interviene una provocación de la Policía.

Y ese mismo malestar adopta formas tan terribles como el suicidio -casi 30 trabajadores se han suicidado en la empresa France Telecom este último año- como modo de resistirse a la reestructuración. Pensar, en ausencia de luchas abiertas, sería pensar cómo politizar ese malestar que nos atraviesa, sabiendo que no hay ningún horizonte que nos espere.

http://blog.educastur.es/ideas/2010/04/24/entrevista-a-santiago-lopez-petit/


sábado, 9 de octubre de 2010

En la discusión de los tópicos de la cibernética, la complejidad y la teoría general de los sistemas, este escrito remitido por Iván Darío Ávila reviste especial interés, por lo que lo compartimos en la red Escuela Ciudad Blanca. N de la R.

De animales-no-humanos, humanos y máquinas de jerarquización

Iván Darío Ávila Gaitán[1]

“No somos ángeles ni computadoras, sino animales. (…) Por eso nuestra celebración de los animales es una autocelebración. Y nuestra conciencia animalista es un componente esencial de nuestra propia autoconciencia.” Jesús Mosterín[2]

La frase anterior, tomada del filósofo animalista Jesús Mosterín, no fue puesta allí como expresión de elegancia en la escritura (elemento probablemente ausente en este texto). Antes bien, traigo a colación esas palabras iniciales porque son capaces de cuestionar una idea que se ha naturalizado, la de que existe una radical división entre “lo humano” y “lo animal”. Así pues, sostendré que tal división es producto de la construcción simbólica de la superioridad humana ligada a una máquina de jerarquización concreta (fundada, como toda máquina de jerarquización, en relaciones de poder).

Escribo en medio, y a propósito, de dos sucesos importantes: 1) la muerte de “Sacha” -perra entrenada en la búsqueda de explosivos y minas antipersonales- durante la “Operación Sodoma” en donde fue asesinado el guerrillero de las FARC Víctor Julio Suárez Rojas o “Jorge Briceño”, más conocido como el “Mono Jojoy”. Y 2) la celebración antecedente del “día mundial de los animales”. Es decir, me ubico en el contexto de guerra que nos incumbe directa o indirectamente, querámoslo o no, a quienes (pero no solo a quienes) habitamos ese espacio económico, político, social y cultural al que han decidido llamar arbitrariamente Colombia. Asimismo, me sitúo como alguien que celebra y respeta profundamente la miríada de singularidades que constituyen los animales-no-humanos.

El “día mundial de los animales” remite comúnmente a Florencia, Italia, lugar donde se reunieron un conjunto de ecologistas durante una convención, efectuada en 1931, que dio pie para la celebración que se repetiría anualmente e impulsaría eventos alrededor del globo cada 29 de abril. No obstante, originalmente el día de la festividad era el 4 de octubre: día de San Francisco de Asís, “patrono” de “los animales y el medio ambiente”. Hoy por hoy, el 4 y el 29, muchas comunidades religiosas, y principalmente las católicas, destinan un tiempo para la “bendición de los animales”.

No solo el 4 tiene ecos en el 29, la “Edad Media” de Francisco de Asís tiene “ecos” en la “Modernidad” o “Postmodernidad” (para quienes gusten del término). Ya que precisamente en esa “época oscura” y aparentemente lejana fue donde emergieron con fuerza las grandes preocupaciones por establecer los límites entre “el hombre”[3] -como sinónimo de “lo humano”- y “el animal”. Para ese entonces el discurso hegemónico entendía “lo humano” como un compuesto de alma y cuerpo, el alma vendría a ser la mejor parte puesto que llevaba la impronta de Dios. Consecuentemente, el hombre era hombre en virtud de su alma racional, de la racionalidad con la que dominaba su cuerpo y entorno. “El animal”, de forma opuesta, se mostraba incapaz de autocontrol. La conclusión era obvia: unos se hallaban fabricados y fabricadas[4] para gobernar y otros para ser gobernados.

El discurso dualista alma racional/cuerpo y gobernante/gobernado, se prolongará hasta nuestros días filtrado por el pensamiento cartesiano y por mil y una teorías científicas o no. Incluso ante la ruptura radical que supone el trabajo de Darwin. La “cultura”, el “lenguaje”, la “racionalidad” en sus diferentes empaques, etcétera, jugarán el papel de las cualidades divinas que nos posicionan por encima de “lo animal”.

Este discurso no pone sencillamente de manifiesto capacidades diferentes sino que, antes bien, intencionalmente o no, selecciona unas cuantas y les otorga la fuerza capaz de reproducir relaciones de dominación. La competencia interespecífica, la cadena trófica, etcétera, en tanto naturalizaciones esencialistas (pasando por alto los comportamientos cooperativos, los elementos comunes, entre otras cosas) integrarán igualmente ese mundo simbólico destinado a perpetuar constantemente relaciones de poder. “Los animales”, desde la perspectiva de la dominación, deberán por su naturaleza ser nuestro alimento, vestimenta, entretenimiento… ser nuestros esclavos y esclavas[5].

Teniendo en cuenta lo dicho, la muerte de “Sacha” no nos parece extraña, y aunque muchas personas expresen su sentimiento de pesar, éste no logra romper con la maraña simbólica. “Sacha” es claramente una víctima, una víctima de conocimiento público, sin embargo, hay otras víctimas animales-no-humanas de la guerra y la industria militar en todo el mundo. Al igual que “Sacha”, ellas son obligadas a experimentar horrores que les deberían ser ajenos: minas, explosivos de diversa índole, ataques a zonas concretas, abandono en entornos post-bélicos, experimentos en sus cuerpos con fines de desarrollo de nuevas armas, “animales-bomba”, animales-no-humanos usados como recursos en general, animales-no-humanos asesinados con el fin de entrenar a cirujanos de guerra, y la lista sigue.

La construcción simbólica de la superioridad humana, a su vez, tiene lugar en una compleja máquina de jerarquización cuya cúspide es ocupada por “lo humano”, luego viene “lo animal” compuesto por “animales de compañía”, en peligro de extinción, “silvestres”, “de consumo” y finalizando en los invertebrados. Este tipo de máquinas funcionan sobre la base de garantizar los intereses de quienes ocupan la punta y, básicamente, permiten que unos actúen para otros u otras y no para ellos mismos y ellas mismas.

Podemos citar otras máquinas de jerarquización ya no instituidas sobre la “especie” sino sobre la “raza”, el “sexo”, la “clase social”, etcétera. El patrón fundacional es el mismo: el poder, el trato de otro u otra como un medio y no como un fin en sí mismo, la satisfacción de unos intereses a costa de los de los otros y otras. Análogamente, el componente simbólico conduce al lugar de la naturalización de las relaciones: “los animales deben ser comidos, deben ser domados”, “las mujeres están hechas para parir, criar y dedicarse a las labores del hogar”…

En el escenario planteado -y teniendo en cuenta que las máquinas sostienen relaciones entre ellas para crear realidades ultra-complejas (no es azaroso que el mundo “esté diseñado” para “humanos machos blancos de clase alta”[6])- lo mejor que podemos hacer es luchar por la ABOLICIÓN de las jerarquizaciones en todas sus formas.

Así como, por ejemplo, el “día del trabajo” deberá reivindicar el fin del trabajo alienado y de las clases sociales, en el día mundial de los animales-no-humanos se deberán escuchar gritos de rabia y esperanza por la total abolición de la esclavitud y subordinación animal-no-humana. Ese, en mi opinión, es el camino que nos garantizará realmente que seres como “Sacha” no mueran en medio de millones de guerras que tienen sus orígenes no solo en las desigualdades de clase social, sino en todas las demás relaciones de dominación, exclusión y opresión que inundan el planeta entero.



[1] Investigador autónomo del Centro Abierto y Libre de Estudios y Prácticas Ecosóficas (CALEPE).

[2] Mosterín, Jesús. ¡Vivan los animales! Editorial Debate. Madrid. 1998. Pág. 7.

[3] Y no tanto las mujeres.

[4] Aunque “las fabricadas” no están en pie de igualdad con “los fabricados”.

[5] Hago alusión diferenciadamente en tanto las relaciones de opresión no se manifiestan igual en animales-no-humanos etiquetados como “machos” que en las etiquetadas como “hembras”.

[6] No agoto en esa descripción todas las propiedades.

viernes, 8 de octubre de 2010

Un testimonio de un recién egresado y las peripecias literario vivenciales de esta situación. N de la R.


Howling to the moon, looking for answers

By: Guillermo Augusto Diaz Samper.


6 months ago I finished my studies at the university; before that, I had been working hard to overcome many adversities in life for four years. I was really exhausted due to the quantity of things I had already done in that time. I remember those years with sadness because they started with the loss of my family.

Therefore, I adapted myself to a new way of life, because everything changed. By that time, my instinct moved my soul fostering my strength to have a reason for living in order to survive. As a lonely wolf without pack I fought alone to see the stars, and I was successful. “I will fight to death If I have to” I constantly told to myself, encouraging my scared and confused mind to reach the impossible. Therefore, I conquered my own skies walking on those stars that I had been trying to reach since I lost my mother.

Nowadays, I consider myself lucky: I found a new pack, and I’m comfortable again. As a result, my fighting spirit is gone, and I have lost my instinct. I have to say that I’m living a true hell tying to find a new reason to be. Who shall I be? Where is my path now? I’m not walking on the stars anymore. It looks like I was living just an illusion, and I didn’t reach the skies after all. When my dreams where realized I was very tired, and for that I thought that the best thing to do was to rest. Resting, the time has passed away.

These days are a big risk to my strength, so as my hero said: I only have to walk on… Howling to the moon, looking for answers (a star, maybe?).


Guillermo Augusto Díaz Samper

Politólogo de la Universidad Javeriana

jueves, 7 de octubre de 2010

AL CORAZÓN DE POETA, REFLEXIONES EN TORNO A LA MELANCOLÍA DE NUESTRO TIEMPO.

nOTAS SUELTAS DEL COLEGA JUAN CARLOS AL LEER LA BIOGRAFÍA DE J.A.SILVA ESCRITA POR ENRIQUE SANTOS MOLANO. N DE LA R.


Miguelángel y demás amigos: en cuanto al libro de Enrique Santos Molano, "José Asunción Silva, el corazón del poeta", tengo que decir que es EXCELENTE. Es de los mejores libros que me he leído en toda mi vida. Una extraordinaria biografía histórica, social y política de Bogotá; más que de un hombre, Silva, es de una sociedad decadente y oligárquica, por eso es excelente. Me tocó ir a comprarlo en alguna librería de segunda en Bogotá, el libro no se consigue, y eso que es un libro de primera!!! Un libro voluminoso: 1.000 páginas!!! (Existen 3 ediciones, la última de 1997)

Ya me ha hecho secar lágrimas de lo bien que está escrito, de las risas que suelto a medida que sigo leyendo, de la crítica social y política que Santos Molano le impregna a esa "oligarquía" como la llama, del humor en las frases y el estilo literario y detectivesco de esas 1000 páginas hermosas, hermosísimas. Nunca he leído una biografía tan bien hecha (el nivel no le llega ni a la de Gerard Martin sobre García Márquez!!), con unas fuentes tan precisas, poéticas y políticas, con una meticulosidad por los datos, por la historia no literaria, por el discurso cuestionador y subalterno, contrahistórico.

Santos Molano nos quiere decir durante toda la obra que la poesía en Colombia es política!!! Esta biografía debió hacerla el autor escarbando en las hemerotecas, bibliotecas durante años; se encuentran citados los periódicos más extraños, las citas más curiosas, fuentes y más fuentes... Por ejemplo, el primer periódico comunista: El Alacrán, 1849, leamos:

"El 28 de enero de 1849 Bogotá sufrió un sacudón como no lo recordaban ni los que vivieron los días angustiosos del terremoto de 1827. El movimiento lo producían cuatro hojas de papel en dieciseisavo tituladas El Alacrán. Los ricos temblaron de ira; los pobres temblaron de gozo, y corrió por Bogotá la fiebre de El Alacrán, como corría en California la fiebre del oro. Todos querían un ejemplar, todos lo comentaban, la ciudad se convulsionó. Los ricos se reunieron para maquinar la venganza. Las ofensas que contra ellos publicaba el Alacrán eran terribles, pero ciertas. Lo perverso, lo imperdonable, lo venenoso de El Alacrán gravitaba en el artículo apologético del comunismo, que incitaba a los pobres de Bogotá a declarlarles a los ricos una guerra sin cuartel" (página 164)

Me he gozado el libro. No puedo decir que es mejor que la biografía de Fernando Vallejo, Chapolas negras, libro sobre Silva tan bien excelente, a su estilo. Bueno, pero este libro tiene otro estilo, es más subjetivo Vallejo.
El libro de Santos Molano es historiográfico, a veces novelesco, a veces crónica, a veces ensayo histórico: más objetivo, casi no hay un narrador que diga yo, no lo hay, lo que hay es un relato contrahistórico que se presenta neutral pero es político también: Santos Molano toma partido por las clases bajas, por los subalternos fustigando a la "oligarquía".

Leyéndolo me doy cuenta que la familia Silva es una familia política como muchas, y la historia del siglo XIX en Colombia es muy política: todo se mezcla y todos se mezclan con todos: qué cantidad de referencias a árboles genealógicos, a nexos de compadrazgo, de familia política, de familia civil, hijastros, padrastros, tíos lejanos, etc. Para recrear ese contexto social de Bogotá a principios, mediados y finales del siglo XIX, el libro es extraordinario. Más que una biografía de un hombre poeta parece la crónica política bogotana del siglo XIX!!

Todo se va mezclando, lo social, lo político, lo familiar, lo económico, y todo para explicarnos la muerte de Silva. Y al tiempo nos muestra el desprecio de la "oligarquía" por el pueblo, por los artesanos, por las clases bajas, por las ideas continentales de Bolívar, por la envidia que le tenían, por las mentiras que le construyeron para matarlo, para traicionarlo, para proscribirlo de la historia, la forma en que la oligarquía va construyendo su versión de la historia amañada, violentada, etc.

Santos Molano toma partido por ellos, cuestiona las prácticas del bipartidismo, de las grandes familias, de los apellidos, de la dependencia a EE.UU, al mercado, al librecambio, al recuerdo santanderista (Santos Molano es un bolivariano, dignifica a Bolívar y cuestiona a Santander y sus herederos políticos y económicos, entre otros, la familia Silva, de la cual Santander es primo del abuelo paerno de José Asunción Silva!!!).

Todo en el libro de Santos Molano tiene hilación, una suerte de macrohistoria para explicar la vida de un hombre y el acto único de ese hombre: su suicidio un 24 de mayo de 1896. Como lector, lo digo, es lo más bello que tiene el libro. Lo otro es que no son loas a la familia Silva, es un cuestionamiento a lo que han sido, al poder que han amasado, a la vida oligárquica que han reproducido, a las mentiras que la historia oficial nos ha echado de la mano de las familias políticas, de la cual una de ellas produjo al poeta de los poetas colombianos, Silva.
Creo que hay tres grandes conclusiones: la historia poética y literaria, intelectual, de Colombia en el siglo XIX es política y más que política es la coacción, la fuerza de unos contra otros. Dos, el poder político en Colombia en el siglo XIX es el poder de las familias (Santos Molano habla de 6 familias que amasan el poder y el dinero en Bogotá y Colombia, entre ellas la de Silva). Y finalmente, la historia de Colombia en el siglo XIX es una historia falseada, traicionada, ocultada para conservar el mismo orden colonial de privilegios y blazones familiares.

Con Santos Molano tenemos un relator de la contrahistoria foucaultiana, un historiador de lo subalterno gramsciano. He cotejado el libro que Santos Molano escribió sobre Nariño y se pierde mucho en el relato, no es como el libro sobre Silva: Nariño para Santos Molano tiene un ascendiente sobre Bolívar y es una figura cercana a la talla de Bolívar. Y el otro libro es sobre Rufino José Cuervo hecho por Santos Molano. Este no tiene el mismo enfoque analítico del de Silva. Esos tres libros sobre tres hombres del siglo XIX, un poeta, un filósofo y un filólogo, son históricos y vertebrarían una contrahistoria literaria no académica. Pero el mejor es el de Silva, por el discurso analítico, contraoligárquico.

Me gusta leer a los mejores escritores de Colombia, y Santos Molano, lo es. Gran descubrimiento!!!

Puedo hablar más del libro, pero creo que esto da muestras de que el libro vale la pena leerlo, analizarlo, debatirlo. Me interesa mucho las contrahistoria y ella da cuenta de una lectura de la política a partir de las grandes familias y del compadrazgo, los cuales gobiernan aún el país.

Saludos a todos,

Este es el link donde se puede baja todo el libro, está en la web de la Luis Angel Arango.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/corazon/indicecorazon.htm
JC

domingo, 3 de octubre de 2010

BIOPODER Y BIOPOLÍTICA EN EL SIGLO XX

En la semana que culmina, Robert Bazell de NBC News hizo público un conjunto de experimentos hechos con pacientes guatemaltecos durante la posguerra, a cargo de investigadores del gobierno estadounidense. Éstos
padecían enfermedades mentales, y fueron dispuestos para el el macabro experimento con la complicidad de las autoridades de esta Banana Republic sometida entonces a los dictados del capital agroindustrial del gran hermano. Al revivir tal episodio no queda duda que Alemania había sido derrotada, pero , en cambio, la fórmula del universo concentracionario abarcaba también a las potencias vencedoras.

El decir de Hannah Arendt sobre el colapso de los D. H., se comproba también,a posteriori, en los dominios del nuevo hegemón mundial. Uno de los herederos intelectuales de Arendt, Giorgio Agamben, ha seguido en presente la pista de estas implicaciones sobre el dispositivo de los derechos humanos en la serie
Homo Sacer, y lo que queda de ellos en tiempos de globalización capitalista.

Susan Reverby es la responsable de esta investigación, quien hizo el seguimiento al experimento de Tuskegee, Alabama, donde cientos de afro-americanos fueron tratados por sífilis, pero, a quienes en verdad, les fue negado el tratamiento para servir como conejillos de indias en el tratamiento de esta enfermedad durante cuarenta años.

Este texto en su versión original en inglés nos lo remitió Luis Mejía, doctor en economía, radicado en la ciudad de New York, donde ha sido partícipe en diferentes programas sociales con minorías, y animador de un proyecto de autogestión de colombian@s migrantes llamado PECS. N de la R.

By Robert Bazell

NBC News
updated 2 hours 7 minutes ago
  • -
U.S. government medical researchers intentionally infected hundreds of people in Guatemala, including institutionalized mental patients, with gonorrhea and syphilis without their knowledge or permission more than 60 years ago.

Many of those infected were encouraged to pass the infection onto others as part of the study.
About one third of those who were infected never got adequate treatment.

On Friday, Secretary of State Hillary Clinton and Health and Human Services Secretary Kathleen Sebelius offered extensive apologies for actions taken by the U.S. Public Health Service.

"The sexually transmitted disease inoculation study conducted from 1946-1948 in Guatemala was clearly unethical," according to the joint statement from Clinton and Sebelius. "Although these events occurred more than 64 years ago, we are outraged that such reprehensible research could have occurred under the guise of public health. We deeply regret that it happened, and we apologize to all the individuals who were affected by such abhorrent research practices."
The apology was directed to Guatemala and to Hispanic residents of the United States, according to officials.

A telebriefing with Dr. Francis Collins, director of the National Institutes of Health and Arturo Valenzuela, Assistant Secretary of State for Western Affairs is expected Friday morning.

The episode raises inevitable comparisons to the infamous Tuskegee experiment, the Alabama study where hundreds of African-American men were told they were being treated for syphilis, but in fact were denied treatment. That U.S. government study lasted from 1932 until press reports revealed it in 1972.

The Guatemala experiments, which were conducted between 1946 and 1948, never provided any useful information and the records were hidden.

They were discovered by Susan Reverby, a professor of women's studies at Wellesley College, and was posted on her website.

According to Reverby’s report, the Guatemalan project was co-sponsored by the U.S. Public Health Service, the NIH, the Pan-American Health Sanitary Bureau (now the Pan American Health Organization) and the Guatemalan government. The experiments involved 696 subjects — male prisoners and female patients in the National Mental Health Hospital.

The researchers were trying to determine whether the antibiotic penicillin could prevent early syphilis infection, not just cure it, Reverby writes. After the subjects were infected with the syphilis bacteria — through visits with prostitutes who had the disease and direct inoculations — Reverby notes that it is unclear whether they were later cured or given proper treatment.

Reverby, who has written extensively about the Tuskegee experiments, found the evidence while conducting further research on the Alabama syphilis study.

viernes, 1 de octubre de 2010

Un texto tomado del boletín de la Corporación OTRAPARTE, el cual contiene un texto de Gonzalo Arango, escrito en 1966, preciso para estos días de histeria colectiva.

Elegía a “Desquite”

Sí, nada más que una rosa, pero de sangre. Y bien roja como a él le gustaba: roja, liberal y asesina. Porque él era un malhechor, un poeta de la muerte. Hacía del crimen una de las más bellas artes. Mataba, se desquitaba, lo mataron. Se llamaba “Desquite”. De tanto huir había olvidado su verdadero nombre. O de tanto matar había terminado por odiarlo.

Lo mataron porque era un bandido y tenía que morir. Merecía morir sin duda, pero no más que los bandidos del poder.

Al ver en los diarios su cadáver acribillado, uno descubría en su rostro cierta decencia, una autenticidad, la del perfecto bandido: flaco, nervioso, alucinado, un místico del terror. O sea, la dignidad de un bandolero que no quería ser sino eso: bandolero. Pero lo era con toda el alma, con toda la ferocidad de su alma enigmática, de su satanismo devastador.

Con un ideal, esa fuerza tenebrosa invertida en el crimen, se habría podido encarnar en un líder al estilo Bolívar, Zapata, o Fidel Castro.

Sin ningún ideal, no pudo ser sino un asesino que mataba por matar. Pero este bandido tenía cara de no serlo. Quiero decir, había un hálito de pulcritud en su cadáver, de limpieza. No dudo que tal vez bajo otro cielo que no fuera el siniestro cielo de su patria, este bandolero habría podido ser un misionero, o un auténtico revolucionario.

Siempre me pareció trágico el destino de ciertos hombres que equivocaron su camino, que perdieron la posibilidad de dirigir la Historia, o su propio Destino.

“Desquite” era uno de esos: era uno de los colombianos que más valía: 160 mil pesos. Otros no se venden tan caro, se entregan por un voto. “Desquite” no se vendió. Lo que valía lo pagaron después de muerto, al delator. Esa fiera no cabía en ninguna jaula. Su odio era irracional, ateo, fiero, y como una fiera tenía que morir: acorralado.

Aún después de muerto, los soldados temieron acercársele por miedo a su fantasma. Su leyenda roja lo había hecho temible, invencible.

No me interesa la versión que de este hombre dieron los comandos militares. Lo que me interesa de él es la imagen que hay detrás del espejo, la que yacía oculta en el fondo oscuro y enigmático de su biología.

¿Quién era en verdad?

Su filosofía, por llamarla así, eran la violencia y la muerte. Me habría gustado preguntarle en qué escuela se la enseñaron. El habría dicho: Yo no tuve escuela, la aprendí en la violencia, a los 17 años. Allá hice mis primeras letras, mejor dicho, mis primeras armas.

Con razón... Se había hecho guerrillero siendo casi un niño. No para matar sino para que no lo mataran, para defender su derecho a vivir, que, en su tiempo, era la única causa que quedaba por defender en Colombia: la vida.

En adelante, este hombre, o mejor, este niño, no tendrá más ley que el asesinato. Su patria, su gobierno, lo despojan, lo vuelven asesino, le dan una sicología de asesino. Seguirá matando hasta el fin porque es lo único que sabe: matar para vivir (no vivir para matar). Sólo le enseñaron esta lección amarga y mortal, y la hará una filosofía aplicable a todos los actos de su existencia. El terror ha devenido su naturaleza, y todos sabemos que no es fácil luchar contra el Destino. El crimen fue su conocimiento, en adelante sólo podrá pensar en términos de sangre.

Yo, un poeta, en las mismas circunstancias de opresión, miseria, miedo y persecución, también habría sido bandolero. Creo que hoy me llamaría “General Exterminio”.

Por eso le hago esta elegía a “Desquite”, porque con las mismas posibilidades que yo tuve, él se habría podido llamar Gonzalo Arango, y ser un poeta con la dignidad que confiere Rimbaud a la poesía: la mano que maneja la pluma vale tanto como la que conduce el arado. Pero la vida es a veces asesina.

¿Estoy contento de que lo hayan matado?

Sí.

Y también estoy muy triste.

Porque vivió la vida que no merecía, porque vivió muriendo, errante y aterrado, despreciándolo todo y despreciándose a sí mismo, pues no hay crimen más grande que el desprecio a uno mismo.

Dentro de su extraña y delictiva filosofía, este hombre no reconocía más culpa, ni más remordimiento que el de dejarse matar por su enemigo: toda la sociedad.

¿Tendrá alguna relación con él aquello de que la libertad es el terror?

Un poco sí. Pero, ¿era culpable realmente? Sí, porque era libre de elegir el asesinato y lo eligió. Pero también era inocente en la medida en que el asesinato lo eligió a él.

Por eso, en uno de los ocho agujeros que abalearon el cuerpo del bandido, deposito mi rosa de sangre. Uno de esos disparos mató a un inocente que no tuvo la posibilidad de serlo. Los otros siete mataron al asesino que fue.

¿Qué le dirá a Dios este bandido?

Nada que Dios no sepa: que los hombres no matan porque nacieron asesinos, sino que son asesinos porque la sociedad en que nacieron les negó el derecho a ser hombres.

Menos mal que Desquite no irá al Infierno, pues él ya pagó sus culpas en el infierno sin esperanzas de su patria.

Pero tampoco irá al Cielo porque su ideal de salvación fue inhumano, y descargó sus odios eligiendo las víctimas entre inocentes.

Entonces, ¿adónde irá Desquite?

Pues a la tierra que manchó con su sangre y la de sus víctimas. La tierra, que no es vengativa, lo cubrirá de cieno, silencio y olvido.

Los campesinos y los pájaros podrán ahora dormir sin zozobra. El hombre que erraba por las montañas como un condenado, ya no existe.

Los soldados que lo mataron en cumplimiento del deber le capturaron su arma en cuya culata se leía una inscripción grabada con filo de puñal. Sólo decía: “Esta es mi vida”.

Nunca la vida fue tan mortal para un hombre.

Yo pregunto sobre su tumba cavada en la montaña: ¿no habrá manera de que Colombia, en vez de matar a sus hijos, los haga dignos de vivir?

Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una desgracia: Desquite resucitará, y la tierra se volverá a regar de sangre, dolor y lágrimas.

Gonzalo Arango

Fuente:

Arango, Gonzalo. “Elegía a ‘Desquite’”. Obra negra. Santa Fe de Bogotá, Plaza & Janés, primera edición en Colombia, abril de 1993, p.p.: 42 - 44. Publicado en Prosas para leer en la silla eléctrica (crónicas, ensayos, artículos), Bogotá, Editorial Iqueima, 1966.