sábado, 28 de diciembre de 2019

La guerra contra Afganistán y los Taliban.
miguel angel herrera zgaib, ph.D.

                                                        Otro fiasco del gobierno y el pentágono. Es lo que revela la profusa documentación y entrevistas que contiene la información brindada por The Washington Post, el periódico que es propiedad de Jeff Bezzos, el dueño de Amazon, y uno de los capitalistas más poderosos del planeta.
Aquí, en el escrito de CounterPunch, se incluyen apartes de militares estadounidenses. Se han contabilizado más de 2.000 bajas del personal estadounidense dispuesto en la ocupación ilegal e inconstitucional de este país, que desde tiempos inmemoriales ha sido inconquistable. Al menos, que se sepa, desde el avance del macedonio Alejandro a la conquista de Asia.


Aquí, en Afganistán, el remedo de Unión Soviética mostró su disposición al colapso, cuando al comienzo de los años 80, vivió la ofensiva de la resistencia afgana que culminó con su retirada.
El presidente que ordenó la operación de invasión y ocupación no la pasó por el congreso, alegando poderes de excepción. Hasta la fecha siguió así, incluyendo las balandronadas del presidente Trump, al borde de un impeachment, que tiene un tapón en el Senado, donde la mayoría es republicana, y el espíritu de cuerpo con escasísimas excepciones no se ignora. El poder político "enmelocota".

Por lo pronto están a la vista de millones buena parte de los papeles secretos de la farsa de la guerra de Afganistán, otro negocio para los contratistas privados estadounidenses, raposas de la riqueza social mundial quemada en las cavernas de las guerras de la era imperial.

Mientras la democracia brota como hongos en todas las latitudes, incluida nuestra querida, sufrida y desigual Colombia, que tiene sus propios "papeles" por descubrir.
"Si tienes fe, estás seguro".

A propósito de una crónica del NYT de Donald G. MacNeill Jr.

Miguel Angel Herrera Zgaib, Ph.D.


                                                                Con esta "sentencia" optimista, fundada en el sentido común de millones de indios peregrinos, no se pueden enfrentar las bacterias que pueblan los intestinos de los mortales alrededor del mundo, y, en particular, a lo largo del río Ganges, el río sagrado de la India, que se origina en un glaciar, y cuyas aguas aparecen grises entonces, por el color de la tierra que desprende el deslave continuo de su cauce.

En esta crónica del reportero MacNeill Jr., del NYT, quedan claros los hallazgos hechos por los estudiantes del doctorado a cargo del Ahammad, sus estudiantes Prasad y Shukla, quienes han probado que se encuentran bacterias en el cauce del río en sus primeros 160 kms, de un total de 2500 hasta que desemboca en la bahía de Bengala, partiendo del lugar sagrado de Gangotri. 

Allí empiezan su recorrido triunfal las bacterias, que existen en el planeta, se calcula hace 3800 millones de años. Conviene recordar que este planeta tierra tiene alrededor de 4500 millones de existencia. Estos patógenos, según el autor del artículo de alerta, al principio se devoraban entre sí, luego del moho, los hongos, después las plantas y los animales, incluyéndonos a nosotros. Hoy por hoy se calcula que en nuestros intestinos, al menos habitan 150  diferentes tipos de bacterias, que se alimentan de la flora mala. De ahí, a través de nuestras heces y orina van a parar a las fuentes de agua, como en el caso del río Ganges, Ma Ganga.

La penicilina, que las combatía se descubrió, pues existía de modo natural en el moho. Pero las bacterias, sus genes se han vuelto inmune a su ataque como a la tetraciclina, las cefalosporinas, las fluorquinolonas, y otras más. Según uno de los estudiosos, Shukla, las bacterias desarrollan un sistema de emergencia que reacomoda los genes y adquiere nuevos para mantener sus colonias en el intestino, y movilizarse en las autopistas acuosas.

El Ganges está infestado de bacterias, y de él se sirven de agua potable algo más de 400 millones de personas, en el país más poblado de la tierra. Los peregrinos que le rinden culto ancestral a sus aguas, se sumergen en ellas, las beben, y depositan a sus muertos, está contaminado desde la población de Gangotri en adelante. Igual pasa en las que siguen río abajo Uttarkashi, la célebre Rishikesh, donde estuvieron los Beatles en 1968, en meditación con el Maharishi Yogi. Allí seguramente enriquecieron su flora intestinal con nuevos habitantes, e intercambiaron los propios, que recorren las aguas del río sagrado.

Se calcula que hay por los menos 1000 especies de patógenos, bacterias, habitando este planeta, después de 3800 millones de años de haberse reproducido en los intestinos de nuestra especie-género, gattungswessen, según lo recordaba Marx en sus Manuscritos económico-filosóficos, que fueron un hit de lectura en la izquierda marxista de los años 30, en paralelo con el deshielo sangriento del orden soviético, incubado por Stalin y sus secuaces.

¿Qué hacer con la India, su río Ganges, y con los ríos Magdalena, Cauca y Bogotá, para no ir más lejos?

Se requiere un radical tratamiento de aguas residuales. Es lo que hicieron los Estados Unidos, a partir de los años 30 del siglo pasado. De ese modo se mata a las bacterias resistentes que se reproducen en la flora intestinal mala de los humanos, y de allí van a parar a las aguas corrientes del mundo. Sin embargo, y es una mala noticia, su ADN no se muere, sino que flota libremente. Y dice el investigador indio, Shukla, no tenemos todavía la tecnología para eliminarlo. 

Por lo que la investigación de punta en esta materia encara tal desafío, y el trío de científicos indios que visitan de manera regular las aguas de Ma Ganga, están dedicados a esa investigación. Pero, al mismo tiempo saben, los "poderes negativos de la fé", tanto o más resistentes por lo que se ve, que el ADN de las bacterias, que hacen que los peregrinos ligados con los ritos y mitos del hinduísmo disfruten del agua que circula por Varanasi, cuando saben que antes invaden el río torrentes de aguas negras. 

Qué no decir de los parroquianos que habitan los 600 municipios que están ubicados en las orillas del río grande de la Magdalena, cuya descripción inicial hiciera el célebre geógrafo alemán Von Humboldt, en los comienzos del siglo XIX.

martes, 3 de diciembre de 2019

CRISIS DE UN MODELO CRUEL

Fernando Cruz Kronfly
29 de Noviembre de 2019

Más allá de la crisis de un gobierno, propongo que estamos ante la crisis de un modelo político y económico socialmente cruel que el actual presidente, su equipo y los gremios económicos intentan profundizar, en la misma dirección de lo que gobiernos anteriores ya lograron. Dicho modelo es el neoliberalismo.

 Sin embargo:
Latinoamérica y otras áreas del mundo ya empezaron hace rato o comienzan apenas ahora a sentir la crueldad y a resistir los efectos del modelo. Resistencia que ocurre en medio de un contexto que no dudo al juzgar sombrío y confuso. Asistimos desde hace décadas al derrumbe de las utopías políticas revolucionarias decimonónicas y al consecuencial advenimiento histórico de este sujeto hipermoderno contemporáneo, atrapado en el ideal consumista, hedonista, anclado en un presente eterno, narciso, desideologizado, líquido y apolítico. Ya de esta caracterización del hombre de nuestros días se han ocupado ensayistas de la más elevada solvencia analítica.

Más adecuado sujeto humano no pudo haber producido el modelo. Ideal para el logro de sus fines. No es exagerado decir entonces que el modelo neoliberal no se reduce sólo a lo económico y político, sino que opera además como una aplastante e intencional máquina encaminada a producir subjetividad a su medida. Dichosa en el intenso goce de la vida, absorta en la contemplación del cuerpo convertido en templo de todos los cultos imaginables y, por lo tanto, maniatado para confrontar de manera radical el modelo que lo des-regula moralmente, lo libera, le proporciona sensaciones al límite y lo hace sentir tan feliz.

Lo que entonces en términos generales puede esperarse de este nuevo sujeto hipermoderno es que se indigne ante la exclusión, el sufrimiento o el maltrato que el modelo le causa y, por ende, que resista y se manifieste inconforme y deseoso de ser mejor tratado y llamado a manteles. En consecuencia, lo que está en crisis no es el sistema mismo sino la forma, profundidad y manera como éste excluye y margina a “la gente”.

Desde este punto de vista, el capitalismo neoliberal contemporáneo y el sujeto hipermoderno son almas gemelas que se confunden en una tensa masa de forcejeos y contradicciones menores, en un campo cultural de deseos abiertos y desregulados, goce intenso de la vida, tiempo convertido en momentos y sensaciones fuertes y consumo constante que facilita la dicha y el goce.
Es evidente que el actual gobierno, a través de su denominado “paquetazo in péctore”, es decir oculto entre la manga de otros abrigos y los párpados de otros rostros, ventila públicamente la necesidad de ir hasta el fondo en la implantación del modelo neoliberal. Y lo hace por boca de los gremios económicos como quien quiere y no quiere mostrar las verdaderas cartas. 

Todo esto en la dirección de fortalecer los fondos privados de pensiones, convirtiendo incluso a Colpensiones en fondo privado, como ya algunos lo están diciendo; en la dirección de una “necesaria y conveniente” reforma laboral, legitimada mediante el argumento de crear empleo así sea precario; en la dirección de la privatización de la educación superior y, finalmente, en la dirección de una reforma tributaria con “iva” flotando hasta en la cebolla que arropa el arroz de los miserables.

Mientras, por otro lado, consagra beneficios tributarios al sector empresarial calculados
en nueve billones de pesos, dizque para incentivar la creación de empleo. La
profundización del modelo neoliberal necesita máscaras de legitimidad.

El derrumbe de las utopías sociales y políticas decimonónicas, basadas en miradas de
futuro de relativo largo plazo y fundadas en espesas paciencias populares retenidas,
aplazamiento del sufrimiento y esperas propias de las ilusiones fincadas en la esperanza
de un “luminoso” porvenir, se ha cumplido. Este derrumbe, digo, se ha cumplido.
Muy poco o casi nada de aquellas utopías, configurantes de un sujeto histórico
colectivo, habita hoy el imaginario popular. 

Como bien sugiere Chul Han, en el enjambre social digital de las redes tenemos hoy multitudes y no masas. Todo lo cual deriva en el actual ser humano instalado en lo que George Steiner denominó “frenesí del instante”, anclado en un presente eterno que le pide o exige a los gobiernos, con todo derecho, mejores condiciones para un digno y más feliz vivir. Esto termina haciendo masa legítima con el reclamo ecológico ambientalista y la transparencia ética. Sobre
todo esta última, para que los dineros públicos no se dispersen en saqueos y apropiaciones privadas criminales que terminen afectando los presupuestos que deben destinarse a lograr una mejor forma de vida común.

En nuestro país se ha producido, en este orden de ideas, un levantamiento popular que
no se propone la derrota del “sistema” sino impedir que se profundice la crueldad del
modelo neoliberal que este gobierno, su equipo y los gremios privados pretenden llevar
al límite. Modelo tantas veces asociado no sólo a la descarada corrupción en el festín de
los contratos de obras públicas y privadas, sino a la inhumana crueldad inherente a él. Y
que, para ser justos, viene entre nosotros caminando desde años atrás y que se apoderó
de casi todas las economías del planeta, atrapadas en las lógicas voraces de los
organismos mundiales de financiación.

Este conjunto de cosas ha llevado a que tengamos hoy un mundo sin aire respirable, sin
agua potable, con formas de neo-esclavitud en el trabajo en los países que se muestran
más “competitivos” en los mercados sin fronteras. Un mundo de océanos convertidos en
basureros, en el que los seres humanos se auto-exprimen en el trabajo, atrapados hasta
los huesos en discursos de autoayuda que conducen al cumplimiento de metas e
indicadores inalcanzables. Un mundo de seres humanos manipulados como nunca antes,
en el cual media humanidad come basura “en el nombre del desarrollo” y la prosperidad
económica que se aplaude a sí misma en “en el nombre” de los indicadores positivos de
crecimiento.

En el modelo neoliberal y en los países “en vías de desarrollo”, el crecimiento
económico no se refleja en inclusión social ni en mejoramiento de las condiciones
materiales y espirituales de vida. En los modelos social demócratas realmente
existentes, en cambio, el crecimiento económico se ha reflejado en bienestar e inclusión
social. El tema de los modelos introduce un debate que se podría revivir.

Al escuchar la naturaleza y el alcance de los reclamos expresados por los manifestantes
colombianos “inconformes” a lo largo de calles, parques y avenidas, así como al
presenciar en imágenes las expresiones de resentimiento y rabia destructiva vertidas en
la oscuridad subyacente de la pulsión inconsciente de muerte y destructividad, concluyo
que es plausible interpretar el momento que vivimos alrededor de las anteriores
hipótesis. La copa de la indignación social se ha derramado, pero quienes la arrastran
por las calles entre gritos, canciones, danzas, ya no tienen utopías políticas ni sociales
que guíen sus pasos para imaginar el futuro, porque el futuro es hoy una dimensión del
tiempo que se desacreditó.

 La vida es para vivirla ya y ahora mismo. Y se vive la vida si
se goza. Pero la copa de la paciencia se rebosó y hay indignación y mucha rabia. Hemos
quedado des-utopizados, es cierto, al menos en el sentido de los viejos relatos y utopías
convencionales. Muy pocas de las promesas modernas fueron cumplidas. Hay en el
ambiente un inmenso déficit y una deuda social impagable. Por esto mismo, a pesar de
la caída de las utopías hoy nos mueven dolores comunes, derechos y deseos no
resueltos, sufrimientos e intereses no menos importantes que las viejas utopías aunque
incapaces de guiar la acción humana en contra del “sistema” con el fin de destruirlo y
fundar un “mundo nuevo en poder de un hombre nuevo”. Esto se acabó.

Se trata ahora de morigerar el modelo, de impedir que se profundice en su crueldad, de
resistir. Por lo tanto, ha llegado la hora del pulso y la negociación entre las fuerzas
sociales, por una parte, y por la otra el gobierno, su equipo y los gremios económicos,
comprometidos con llevar hasta el fondo el modelo neoliberal en que están
encandilados, si es que acaso dicho modelo tiene fondo. 

Y lo digo así, por cuanto la inhumanidad y la crueldad en la historia parecen no haber tenido fondo. Es claro que el modelo neoliberal se retuerce aquí y allá, y que contra sus abusos y
miserias se levantan fuerzas sociales que resisten. Esto es lo que vemos en calles y
avenidas. Y es en esto que por ahora consiste su crisis.

En el caso colombiano (Argentina, Chile y México son asunto diferente según ciertas
especificidades) ocurre algo muy particular: el modelo neoliberal tiene enfrente una
Constitución Política garantista acordada en 1991, derivada de una negociación social.
Este es un punto esencial para el análisis de la crisis que vivimos, pues mientras por un
lado el gobierno, su equipo y los gremios económicos pretenden profundizar el modelo,
de todo lo cual “se escuchan ruidos” en los naipes que se juegan por debajo de la mesas,
los variopintos sufrientes del modelo montan protesta de resistencia preventiva.

La Constitución Política de 1991 ampara no sólo el derecho a la movilización pacífica,
sino los denominados derechos fundamentales sociales y laborales constitucionales.
Desde este punto de vista, se entiende por qué razón sectores de la extrema derecha
política nacional encuentran en la actual Constitución un estorbo en el camino de
profundizar el modelo neoliberal. Motivo por el cual resulta preocupante que en medio
de la crisis, la confusión coyuntural y el legítimo malestar, no falten quiénes desde el
centro e incluso desde las izquierdas democráticas propongan, con cierta inocencia
política, una nueva Asamblea Nacional Constituyente. 

Y todo esto sin que se haya agotado y vuelto realidad lo que en términos de garantías sociales e individuales la constitución de 1991 consagró. Entre esto, el derecho a la movilización misma.
Lo que debemos preguntarnos, entonces, finalmente, es hasta dónde el gobierno, su
equipo y los gremios económicos, están dispuestos a echar pie atrás en la profundización del modelo neoliberal. Se trata de un pulso social, de una negociación encaminada a detener, hasta donde se pueda, la crueldad del modelo.

sábado, 9 de noviembre de 2019


Pobreza inglesa en el siglo XIX.

El presente texto ha sido preparado y revisado por el amigo y corresponsal Luis Mejía, quien vive en New York. Es un ejercicio más que pertinente en este tiempo de revuelta y multitudes contra el "evangelio" neoliberal del emprendimiento que dizque produce equidad. 

Es una medición que se hizo con posterioridad a la muerte de Carlos Marx, quien estuvo algo más de 10 años hurgando los archivos del Museo Británico, a veces suspendidas sus visitas por la pobreza vicentina que lo obligaba a empeñar su sacón de abrigo, sin el cual no lo dejaban ingresar a aquel recinto. Entre otros múltiples documentos revisaba los cahiers de doleances de un tiempo ido.  N d la R.

Un empresario inglés de nombre Charles Booth empezó y financió una encuesta de larga duración sobre la población de Londres entre 1889 y 1903 que le sirvió para describir y presentar en mapas la distribución de pobres y ricos en la ciudad.

Booth empezó su investigación con la idea de probar dos cosas: 

1) que un cálculo hecho por los socialistas de la época de que la población pobre ascendía al 25% era muy exagerado, y 2) que los pobres eran pobres por culpa de sus vicios.

Los datos que recogió no confirmaron sus prejuicios. Y como era un hombre escrupulosamente honesto publicó lo que encontró:

1) los pobres eran el 33% de la población (mucho más de lo dicho por los socialistas),
2) la pobreza era causada por desgracias impredecibles (enfermedad, accidentes, duelo por pérdidas de seres queridos) o por trabajos mal pagos o erráticos, y
3)los pobres vivían en condiciones de hacinamiento, insalubridad, inseguridad, que perpetuaban su pobreza.

Descubrió que solo una porción muy pequeña de la población (menos del 1%) vivía en medio del vicio o la criminalidad.

El trabajo de Booth fue pionero en los métodos de recolección y análisis de datos.
El equipo de trabajo de Booth usó: encuestas oficiales sobre ingresos y ocupaciones de familias de los distritos escolares, entrevistas con los encargados de realizar esas encuestas, documentación recolectada por las agencias de alivio a la pobreza [que ya existían en esa época y lugar), entrevistas y observaciones de sujetos, entrevistas con informantes del vecindario.

Para el análisis de los datos Booth hizo uso intenso de [1] técnicas estadísticas para establecer correlaciones y causalidad y [2] mapas para ayudar a visualizar la información.
A la opinión pública de hoy en día el trabajo de Booth es un ejemplo de seriedad y profesionalismo en el estudio de fenómenos sociales que aún hoy nos preocupan y nos señala la manera adecuada de contestar preguntas todavía vigentes:

1) ¿cuántos pobres viven con nosotros?
2) ¿qué los hace y los mantiene pobres?
3) ¿podemos hacer algo como sociedad para minimizar o eliminar la pobreza?

Hoy tenemos la capacidad técnica para hacer estudios más profundos de la pobreza y contamos con herramientas conceptuales y teóricas más adecuadas para continuar el trabajo de Booth y su equipo. Nuestro reto no es estudiar la pobreza por el gusto de saber cómo y de qué viven los pobres sino el de tomar decisiones que den a todos nuestros congéneres la oportunidad de crecer sanos, educados, útiles y capaces de desarrollar su potencial como seres humanos y como miembros de un grupo social.

Una última consideración: los capitalistas pobres latinoamericanos (que desafortunadamente son muchos y poco atentos al mundo que los rodea) están en libertad de creer que los pobres son pobres por viciosos (siendo sus vicios principales la pereza y la lujuria sin prevención de la natalidad), por carecer de iniciativa para aprovechar las oportunidades que les ofrece el libre mercado y porque aman que el gobierno los sostenga sin que tengan que trabajar.



Información adicional se encuentra en estos enlaces:

¿Quién fue Charles Booth? El proyecto de investigar la pobreza:

Charles Booth busca una explicación de la pobreza en la era victoriana británica:

Riqueza y pobreza en el Londres de la época victoriana:

Chares Booth, la pobreza en mapas

Charles Booth, un examen de la pobreza:


lunes, 30 de septiembre de 2019

CITA CON UNA AMIGA SECRETA EN VILLAVO

MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB

Los que van a Villavo, supongo, con nostalgia añoran toparse con el sol de los venados. Entre ellos el poeta Eduardo Carranza. Eso pensé por estos días, cuando estuve invitado por un proyecto de la Oit de capacitación de trabajadores y jóvenes que aspiran a serlo.

Sol sigue habiendo pero sufre descarriado por el cambio climático, y venados habrá que buscarlos, imagino, llano adentro.

Lo que sí ví fue el nombre de Carranza, recordado en esta sede que queda a media hora de la capital del Meta. Allí son traídos y llevados sus estudiantes en buses todos los días.

En el hotel del Llano, cuando descansaba de una intensa jornada de juzgamiento, tuve ocasión de pensar en los amigos, que es el modo de concretar eso que los romanos llamaron amicizia, y de lo cual escribió un posmoderno, Jacques Derrida.

Antes que él, mucho tiempo ha, Séneca y Cicerón, estoicos, como entiendo que lo fue mi padre, en tiempos de la gran violencia, en Girardot, que podía ser, y no fue del todo, un remanso de paz.

Allí él recordaba a un amigo ido, Carrillo, valiéndose, dicen de la teosofía, en una noche calurosa, recostado en un catre, y habiendo libado alcohol en grado suficiente.

Entonces, sin sol y sin venados, seguía recordando al amigo. Sin la melodía profunda del curruco, ese instrumento que acompaña con resonancias ancestrales los cantos de vaquería, y las confesiones de los amigos entre el inmenso verdor y las montañas, donde lo que fue Colombia cuajó su independencia, hace 200 años.



Ahora en esta corta visita, siguiendo el rastro, dejé más de un amigo, y tuve tiempo para recordar a los de aquí, en un mismo país, Colombia, llena de tantos huérfanos, y de politicastros, que no tienen por amiga a la democracia.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

LA PRUEBA DE LA DEMOCRACIA LIBERAL EN ESPAÑA.

Miguel Angel Herrera Zgaib, Ph.D.
Profesor asociado, director del Grupo PyP, Clasificación A, Colciencias
Delegado de la IGS, presidente de la Sociedad Glob AL Gramsci.

"La gente está hasta los bemoles en Cataluña".. Gabriel Rufián, BILDU, ayer en el parlamento español.

La monarquía española, se sigue llamando república después de haber aplastado con las armas del general Franco y su clique militar a la segunda república, después de la revolución de Riego, que dió respiro a las colonias americanas, para que establecieran juntas de gobierno, no nuevos estados, en casi todos los lugares. Sólo Haití desde finales del siglo XVIII se había atrevido con altísimos costosa ser república en estos dominios imperialistas.

De la representación a la participación

Pues bien, a algo más de dos siglos, "la madre patria", con sus partidos que van desde la reacción política con Vox/PP hasta el progresismo de izquierda de Unidas Podemos, con la intermediación del PSOE y su único aliado electoral, que suma 124 diputados, a la cabeza porfiaba en ser, efectivamente, hasta ayer de democrático.

Sin siquiera Pedro Sánchez y su partido poder conquistar la mayoría de la democracia liberal, que vive una crisis de representación agonal desde el 68 francés, que se extendió como epidemia por todo el mundo de la posguerra. Sin poder igualar la "hazaña" de su maestro Felipe González, a quien logró derrotar, pero no del todo, por estas calendas. Porque, en últimas, Pedro regresó al redil como hijo pródigo.

En el espectro del progresismo y la izquierda está Unidas Podemos que de manera errática ha perdido diputaciones y alcaldías, porque no ha resistido tampoco la prueba de la democracia interna y externa antes. De ello fueron prueba fehaciente el desprendimiento de Íñigo Errejón, alumno aventajado de la dupla Laclau/Mouffe, antes y después del fallecimiento intempestivo de Ernesto, en lo interno.

La otra es la negativa a apoyar el proceso de independencia de Cataluña, con el reclamo de una fementida, impuesta unidad española. OLVIDANDO que esa "unidad" fue impuesta antes y después de la guerra civil española. Ahí está con elocuencia sepulcral el episodio del sitio de Cataluña, y el estupefacto relato de George Orwell, un brigadista internacional, como lo fueron tantos otros intelectuales y gentes del común, que acudieron a la defensa de la República Española.

Cuál es la salida

Claro, Gabriel Rufián de Bildu se lo ha recordado antes a Iglesias y compañía, y ayer a todo el parlamento junto. Después que el anacrónico heredero de los Borbones, con perfil e imaginería de Hola, anunció que no fue posible formar gobierno.

Enseguida vino el catilinario señalamiento de Pedro Sánchez a sus rivales, todos juntos, anunciando el triunfo de la mayoría absoluta en favor del PSOE cuando se realicen los nuevos comicios.

Y si no, ¿qué hará este señorito exhibiendo sus 123 diputados, que probaron que tenía la mayoría entre las demás minorías? Insistir en el veto a Pablo Iglesias, prohibiéndole participar de su fementido gobierno. Escatimando el referéndum en Cataluña, como paso a probar si hay ciudadanía suficiente allí que quiera la independencia.

En todo caso, Cataluña, su territorio físico, no podrá marcharse, como tampoco lo pueden las islas de la rubia Albión. Lo que una y otra demandan es territorialidad, autonomía e independencia. ¿Qué le vamos a hacer? Castigarlas ejemplarmente, pues no.

Por quién doblan las campanas

Una voz, descolonial, Grosfoguel, puertorriqueño para más veras, en su momento, le reclamó a Monedero, su inconsecuencia con Cataluña, y su demanda de independencia. Como lo viene haciendo la excolonia española, desde que pasó a ser neocolonial, dizque estado asociado, en la Unión norteamericano.

Muy pronto veremos "si el palo está para cucharas". Es decir, por una parte, si España está dispuesta enterrar a sus muertos, y sacar del camposanto del Valle de los caídos, a un dictador peor que Pinochet. Porque la guerra civil española exige un duelo que no ha tenido desde 1939. POR OTRA, qué dirán las urnas en la nueva votación.

Esto es, si España toda está madura para una verdadera democracia, no el placebo liberal o neoliberal, que no es lo mismo, dentro y fuera de sus fronteras arcifinias y artificiales.
La ciudadanía española lo dirá en las urnas, si por fin, hay un reconocimiento del enemigo, y se protege, de una vez por todas, la verdadera democracia.

Tal y como lo recordaba de modo general, el sociólogo y héroe de la resistencia contra el nazismo, Julien Freund, en su conferencia "La esencia de lo político" de Buenos Aires, en 1982,

jueves, 6 de junio de 2019



50 años de una generación. 
Un colegio público de Provincia.

MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB.

Los Recuerdos

                                                              En la primera semana de diciembre de este año, se cumplirán 50 de la graduación de bachilleres del Colegio Departamental Integrado Atanasio Girardot del año 1969. Un espacio académico, cultural y formativo levantado en el km 3 de la vía a Tocaima, en el legendario, desvencijado puerto sobre el río Magdalena.

Fuimos parte de un proyecto que marcó nuestras vidas, cuando ensayábamos los primeros pasos de la juventud y el temprano ingreso al mundo de la adultez.

Un puñado de nosotros, residenciados en Bogotá, hace unos tres años, empezamos a palabrear los preparativos pensando en esta celebración. Nos permitiría saber de los compañeros de los dos cursos que culminamos estudios en este prestigioso colegio público.

Uno cuya historia se retrotrae en el tiempo a un proyecto de ordenanza departamental agenciada por mi padre Marco Aurelio Herrera Sierra. Con esta iniciativa se le dio identidad jurídica, viabilidad normativa, y la consiguiente aprobación por la diputación de Cundinamarca, al plantel que cumple el mismo número de años en el sitio campestre, árido que ocupa hoy una institución pública de nombre diferente.

Entonces

                                                 Se dio paso a la edificación de las aulas, la rectoría, enfermería, laboratorios y cafetería en un amplio lote, sin pavimentar. La carretera tampoco lo estaba, circundado de cactus, pringamozas, espinos, y arbustos menores. 

Por atrás, utilizando una trocha, se llegaba al Barrio San Jorge, y al Kennedy. Con la visita permanente, inquieta de los negros jirigüelos, y el paso de las bandadas de pericos temprano en las mañanas, y a eso de las 5 de la tarde cuando regresaban de los sembradíos de Flandes y Espinal en notable algarabía rumbo a sus nidos.

 En la construcción del Colegio fueron relevantes, entre otros, los oficios del representante a la cámara, el girardoteño David Aljure Ramírez, quien se hizo presente el día de la inauguración de la edificación, acompañado de las autoridades civiles, eclesiásticas con el obispo Ciro Alfonso Gómez a la cabeza  y las direcciones políticas regionales y locales.

Si mal no recuerdo, la inauguración ocurrió cerca del inicio de actividades del año lectivo de 1964. El rector Romero, quien había estado dedicado a la contratación de profesores para proveer los cargos para atender a algo más de 500 estudiantes.

 A los pocos meses tuvo que enfrentar una huelga de profesores y estudiantes, que pobló de arengas el parque de Bolívar, de donde salían y llegaban los buses municipales que nos transportaban mañanas y tardes.

La primera huelga

                                                              El rector residía a media cuadra de donde yo vivía, en la vecindad del Hotel Piscina Girardot; y compartía interminables partidas de futbol con sus hijos, haciendo de la recién pavimentada calle 18, una cancha visitada por todos los jóvenes transeúntes entre el Alto y las Quintas ferroviarias.

Cuando estalló la huelga para sacar al rector Romero, un día crucial caminé en compañía de Luis Eduardo Santos, que andaba en bicicleta, porque vivía en el barrio Santander, confundidos entre la manifestación. 

Era de noche, y los exaltados estudiantes en compañía, que yo recuerde, de los profesores Tatis y Durán, marcharon del parque hasta la residencia del rector. Hubo arengas y abajos, que escuché con curiosidad y sobresalto en la esquina del hotel.

El colegio, sin duda, era una creación educativa para el beneficio plural de las nuevas generaciones de Girardot, y los municipios vecinos, en particular, los jóvenes que venían a estudiar de Flandes, Espinal, Tocaima, Ricaurte y Melgar, para regresarse en las tardes a sus hogares.

No tuvo mi padre el gusto de ver cómo dos sus hijos disfrutamos de la obra colectiva que contribuyó a realizar. Allí vivenciamos lo excelente, bueno, malo y feo de la institución. En mi caso, a lo largo del bachillerato, 1964-1969. Mi hermano, Marco Aurelio, cursó la mayor parte que tuvo que interrumpir por un cambio perentorio de la residencia familiar a Bogotá.

Aquel primer año de bachillerato

                                                                          Experimentamos una variopinta socialización y competencia en estudio, juegos y deporte con alrededor de 200 compañeros, distribuidos en salones de la A a la G. Provenían de todos los estratos de la clase media porteña.

El año 1964 empezó con el rector Romero, artífice y planificador del Colegio Departamental, y culminó con el nuevo rector, el profesor Guarín, que nada tuvo que ver con los comienzos de aquella obra.

Era un señor de lustrosa calva y apariencia de abuelo, que lucía con dignidad su prominente barriga. A primera vista parecía amante de las letras y la oratoria de púlpito, y con él se publicó la primera revista, con una foto desteñida en la portada, de la que hice parte, con ribetes amarillos. Tenía cierta familiaridad con el corresponsal del diario El Tiempo, con el notario Ahumada, y parecía gustarle el ambiente de tertulia.

En el grupo de primero bachillerato A, estábamos los más jovencitos, porque los cursos estaban organizados por edades y estaturas. Así que los más grandes y bochincheros estaban al final. 

Los salones eran rectangulares, con tres ventanas que miraban al barranco, y un ventilador cuadrado de piso, que hacía ruido y nos aliviaba con sus aspas del calor de las 3 de la tarde. Varios habíamos estudiado antes primaria en el colegio Gimnasio Santa Clara, en el Andrés Bello o la Presentación, junto a otros jóvenes de otras procedencias, juntos en un nuevo espacio.

Pronto intimamos, formando diversos grupos que en parte se mantuvieron hasta que nos graduamos de bachilleres. Así recuerdo de aquellos días y horas a Carlos Raúl Gutiérrez, Gustavo Buendía, José Libardo Urueña, Luis Eduardo Santos, Camilo Iriarte, Hernán y Fabio López, Luis Fernando Rodríguez, José Vicente Rodríguez, Pedro Maldonado, José Ricardo Tafur, José Eugenio Ardila, José Vicente Trujillo, Carlos Sánchez, entre otros.

Cómo eran las clases

                                                       Teníamos como director de curso al profesor José Tomás Borrero, de baja estatura, fornido, con “peluquiado” militar, de bigote. Era nuestro profesor de matemáticas, de voz recia, de trato atemperado, y quien probablemente vena de la tierra fría a los calores de Girardot.

En las clases de aquel año entramos en contacto con los profesores “cuchilla” y uno que otro carismático. No teníamos ninguna maestra, a diferencia de lo que ocurría en la enseñanza primaria. Vivíamos el desprendimiento de la casa, y la forzosa socialización con los extraños compañeros de destino.

Así desfilaron por las mañanas, los profesores de historia, el costeño Tatis, con su apariencia impecable y sus pantalones de dacrón tornasolado. Nos pedía los apuntes de su clase de manera impecable, los calificaba junto con las tareas que hacíamos en casa. Así empecé a escribir a máquina lo que recuperaba de las lecciones.

El maestro de geografía, el profesor Saavedra, era también de la Costa. A quien pronto apodaron Andrómeda, nos ponía a mirar láminas y a escrutar en ilustraciones el destino de la tierra y su lugar en la galaxia y el sistema planetario; así como aprender el misterio de los climas y los pisos térmicos, examinando el cuadro de Köppen. Me sorprendía el tamaño de sus pies y las sandalias que los alojaban, sobre los que se erigía la condición de un humanista bonachón y comprensivo.

En biología debutó el profesor Fernando Rojas, quien traía el interés por las prácticas agrícolas en la fallida tarea de arborizar aquel desierto de tierra gredosa y quebradiza, donde hicimos hoyos para plantar nuestros árboles, y regarlos en los tiempos de clase. Casi todos se marchitaron, pero la cercanía con la tierra y el campo atrajeron a más de uno por aquellas calendas. Así que hicimos también la experiencia de colocar pepas de aguacate, y otras frutas para que germinaran en nuestras casas.

En idiomas tuvimos las primeras clases de inglés con el profesor Cubides, un santandereano, colorado, circunspecto, de quien no recuerdo si nos confió alguna vez que hubiera estado en los Estados Unidos. Cumplía su papel sin pretensiones como profesor de idiomas.

El profesor de castellano y literatura era regordete, y tenía el libro de gramática como su guía, y solo se desprendía de él para señalarnos determinada lectura. No recuerdo bien, si nos correspondió leer con él, Platero y Yo, de Juan Ramón Jiménez, que tenía su mismo apellido. Recuerdo sus anteojos, que trataba de acomodar en clase, con cierta regularidad.

(Continuará)