COLOMBIA
A LA DUQUE: ¿DOS PASOS ATRÁS?
Miguel Angel Herrera Zgaib.
Profesor asociado, Ciencia Política, Unal.
Presidente de la
IGS-Colombia, y SGGAL.
“A la memoria del amigo y
compañero Joseph Buttigieg, presidente de la IGS, fallecido hace poco.”
El
horizonte de la pobreza y la desigualdad
Un
reciente informe de la CEPAL, la Comisión Económica para la América Latina y el
Caribe, que registra los índices de pobreza de América Latina, en el año 2017,
indica que Colombia mejoró tanto en pobreza como en pobreza extrema. Los
indicadores están en 29,8 por ciento, y 10,9 por ciento, respectivamente. Sin
que, por supuesto, esté claro, qué viene pasando del 2018 en adelante, cuando
se producen los resultados políticos que luego comentamos.
Dicho reporte, por lo pronto
benefició lo alcanzado por el gobierno de Juan Manuel Santos, y expresa también
un relativo contraste con el general balance negativo que le endilgan sus
sucesores, Iván Duque, la joven ficha política del beligerante senador Álvaro
Uribe Vélez, quien se pavonea como líder del partido de la guerra en Colombia.
Este “binomio de oro” es parte notable del
ascendente coro reaccionario que trina con denuedo en la subregión Andino
amazónica, que quiere extender a toda costa la guerra contra la “dictadura” que
gobierna a Venezuela, santuario de la guerrilla de las Farc, y, en particular,
del Eln que sacudió con un bestial bombazo a la segunda parte de la publicitada
“seguridad democrática”, que en la primera no consiguió someter con su cruzada
armada a la insurgencia subalterna de las Farc-Ep, después de la frustrada
negociación de la paz en el Caguán.
Colombia, volviendo a la
materia económica, hasta el año 2017, según esta contabilidad internacional,
experimentó una redistribución del ingreso nacional con relativa mejoría. Sin
embargo, según la misma fuente, el país continúa con la tercera más alta tasa
de pobreza del continente; pero, en todo caso, fue con El Salvador y Paraguay,
las únicas naciones que “disminuyeron los niveles de desigualdad del ingreso”,
así como la pobreza extrema, que en América Latina abarca a 63 millones, y a
182 millones de pobres en el año 2018.
De otra parte, el gobierno
posesionado en agosto de 2018, y su ministra de trabajo, Alicia Arango, en la
dirección contraria, ya descartaron la reforma pensional, que se reclamaba
impactaría de modo positivo en las condiciones de equidad para beneficio de los
más pobres, ampliando su estrecha cobertura, con una efectiva redistribución
que aparece como plagada de incertidumbre financiera.
Sin embargo, echando un
vistazo al presupuesto, Colombia gastará en 2019 la bicoca de $ 57,2 billones
para beneficiar apenas a 2.216.667 pensionados. Dicha suma es cubierta en la
menor parte con los aportes de Colpensiones, $ 17,8 billones, y el resto tiene
que enjugarse por vía del presupuesto nacional. Todo resulta, según estudios de
Anif, en un pasivo pensional que asciende a 114 puntos del PIB.
Esta exposición de la
sustancia fáctica de las relaciones sociales objetivas, observables de la
formación social colombiana actual, basada en lo indagado por Cepal para 2017,
se resume en que la pobreza nacional disminuyó en 3 puntos, y la desigualdad medida por el índice de Gini,
bajó de 0,57 a 0,51.
Pero, lo citado no por menos
contrasta con las rampantes realidades de la impunidad/corrupción, que la
opinión cada vez más censura y señala al país político responsable de la
dilapidación, el robo y hurto continuado de la riqueza social, a expensas del
país nacional.
(Continua)