domingo, 14 de febrero de 2021

A TODAS ESTAS,

¿Qué queda de la  gran "democracia" americana, después de la absolución de Trump?

Miguel Angel Herrera Zgaib, PhD

IGS- Colombia.

El ensayista Paul Street, estadounidense radical, anticipa en la nota On Some Bad House Manager Language, que publicó CounterPunch, del 12 de febrero otras razones por las que la absolución de Mr. Trump era inminente. 


Entre otras razones, él recuerda cómo, el premio nobel Paul Krugman calificó el temperamento y la acción de Donald como fascista e hizo explícita la caracterización que aquí Street recuerda.


De otra parte, Paul recuerda que la estadounidense no es ni ha sido una democracia desde sus primeros pasos en 1788, cuando se le dio entidad concreta al Consejo Electoral, que en últimas decidé quién será el presidente desde entonces, para apaciguar las inquietudes de los grandes propietarios de esclavos. 


Conviene recordar, en todo caso, que los Estados Unidos de las trece colonias, primero, se organizaron como una Confederación, que enfrentó a unas excolonias con otras. Razón de sobra para revisar la literatura producida por federalistas y anti-federalistas.


¿Qué sigue ahora, para Biden y la coalición bipartisana circunstancial que hizo una mayoría insuficiente de 57 votos, para castigar e inhabilitar de por vida, en la política institucional a "fascista" Trump?


Ayer mismo, el envalentonado Trump señaló que éste era solamente el comienzo. Toda vez que la mayoría de los cuadros dirigentes del partido de Lincoln atienden a sus órdenes, y garantizaron su triunfo político en medio de la derrota electoral sufrida. En otras palabras, marcó el inicio de su nueva aspiración a la presidencia de los Estados Unidos, una vez concluya el mandato del "angelical" Joe Biden, y su vicepresidenta.


Si se quiere derrotar en la arena política a Trump solo hay una vía posible, estar en sintonía con las demandas de la multitud subalterna de constitución heterogénea, plural, que encarna un abanico de intereses insatisfechos. Golpeada por el mar de privilegios que sobreviven desde la colonia, y luego de la lucha anticolonial. 


Una realidad que fijó en forma heróica el asesinado pastor, Martin Luther King, y que le costó la vida a Bob Kennedy, quien en su condición de fiscal intentaba garantizar la reelección de su inmolado hermano, por una parte; y que luego entendió que la lucha por la igualdad social, y las libertad civiles plenas eran la única garantía que ese estado de cosas no se prolongara en el tiempo. Todo lo cual, en efecto no  sucedió.


Quizás esto explique por qué, en el campo del séptimo arte, el cine de Hollywood hoy, donde los "commis" mantienen su influencia, según la reacción y el macartismo actuales, haga carrera la nominación de una película de Pincher, Mank, del guionista Mankiewicz, quien armó el libreto del Ciudadano Kane.


Él alertó, con su lucidez acerca de la enfermedad del alma de la nación americana, antes de los escritos de Adorno y Horkheimer, y las valerosas denuncias de C. Wright Mills. En suma, acerca del avinagramiento del publicitado melting pot, del autoritarismo propio del régimen presidencial y su sistema de trincheras, llamado "checks and balances. 


Esa ausencia de democracia no ha podido enjugarla el alcohol, y tampoco los estupefacientes. Está a punto de estallar, es el precio mayúsculo pagado y reclamado por la alienación capitalista. Y los sucesos del 6 de enero, vistos en perspectiva, fueron su válvula de escape.