viernes, 26 de noviembre de 2010

La corporación PLURAL nos ha compartido el texto escrito por Fidel, y aquí reproducimos apartes del mismo en el cual se habla de una reunión en El Capitolio con ribetes golpistas. Todo lo cual contrasta con lo que ocurre ahora con Unasur y su reunión en Guyana. Parece que la propuesta de la Anfictionía Bolivariana de 1826 empieza a caminar con firmeza promisoria, y nos permite recordar a la vez la nefanda complicidad de Alberto Lleras, el expresidente autodidacta, con la dominación estadounidense en Latinoamérica, en lo cual también contó con el apoyo de Laureano Gómez. N de R.

El discurso de Hugo Chávez

Fidel Castro Ruz

Una insólita reunión había tenido lugar en el Capitolio de Estados Unidos entre un grupo de legisladores de la derecha fascista de ese país y líderes de la derecha oligárquica y golpista de América Latina. Allí se habló del derrocamiento de los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

El hecho ocurrió pocos días antes del encuentro de Ministros de Defensa de los países del hemisferio, en Santa Cruz, Bolivia, donde el presidente Evo Morales pronunció su enérgica denuncia el 22 de noviembre.

Mas no se trataba de una campaña mediática calumniosa ?algo habitual en la política imperialista?, sino de una actividad conspirativa que, con seguridad, conduciría en Venezuela a un inevitable derramamiento de sangre.

Por la experiencia vivida a lo largo de muchos años, no albergo la menor duda de lo que ocurriría en Venezuela si Chávez fuera asesinado. No habría que partir de un plan previo contra el Presidente; bastaría un perturbado mental, un consumidor habitual de drogas, o la violencia desatada por el narcotráfico en los países de América Latina, para generar en Venezuela un problema extremadamente grave.

Analizando el hecho desde el punto de vista político, las actividades y los hábitos de la oligarquía reaccionaria dueña de poderosos medios de información, alentada y financiada por Estados Unidos, conduciría inevitablemente a choques sangrientos en las calles venezolanas, como son las intenciones claras de la oposición venezolana, sembradora de odio y actos de violencia a ojos vista.

Guillermo Zuloaga ?dueño de un canal de televisión opositor a la Revolución Bolivariana y prófugo de la justicia venezolana?, es uno de los conspiradores que participó en la reunión de congresistas convocada por Connie Mack e Ileana Ros-Lehtinen ?de origen cubano y filiación batistiana?, conocida por nuestro pueblo como la “loba feroz” por su conducta repugnante a raíz del secuestro de Elián González y su negativa a entregar el niño a su padre.

La congresista republicana es un símbolo del odio y el resentimiento contra Cuba, Venezuela, Bolivia y los demás países del ALBA; casi con toda seguridad el Congreso de Estados Unidos la elegirá Presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes; fue defensora del gobierno golpista de Honduras, repudiado por la mayoría de los países de América.

El Gobierno Bolivariano de Venezuela estaba ante un grave y provocador reto. Era un tema realmente delicado. Me preguntaba cuál sería la reacción de Chávez. La primera respuesta enérgica partió de Evo Morales en su brillante y sentido discurso que nuestro pueblo ya conoce hoy. Hace dos días, el martes 23, se anunció que Chávez abordaría el tema en la Asamblea Nacional.

El acto fue convocado para las 5 p.m. y comenzó casi exactamente a la hora señalada. Los discursos pronunciados allí fueron enérgicos y precisos. Todas las actividades transcurrieron en apenas dos horas y algunos minutos. Los venezolanos habían tomado muy en serio el problema.

Chávez comenzó mencionando los nombres de numerosas personas presentes y, después de bromear con la nueva campeona mundial de Katá y el juego entre dos equipos profesionales de pelota, entró progresivamente en materia:

“…yo voy, en verdad, en verdad, en verdad, a ser breve. Se ha dicho, díganme, ese documento que ha leído el diputado Roy, gracias Roy, Roy Daza, por esa lectura, ese documento, no solo en defensa de Venezuela, como aquí se ha dicho ya, lo dijo Eva. No, estamos saliendo en defensa de la patria humana; uno pudiera decir, incluso, en defensa de la posibilidad humana.

“Traje unos libros […] Este fue el mismo ejemplar, ya está un poquito desgastado, que yo levanté allá en Naciones Unidas, Chomsky, Hegemonía o supervivencia —sigo recomendando este libro—: La estrategia imperialista de Estados Unidos, Noam Chomsky. Eva lo mencionaba y nos recordaba a este grande del pensamiento crítico, del pensamiento creador, de la filosofía, de la lucha por la humanidad.

“He aquí la continuación de este, Estados fallidos: el abuso de poder y el ataque a la democracia. Aquí, nada más y nada menos, Chomsky plantea la tesis de que el primer Estado fallido en este mundo es el Estado estadounidense, un Estado fallido, una verdadera amenaza para todo el planeta, para todo el mundo, para la especie humana.”

“Aquí hay una parte de la entrevista, de las conversaciones, donde Chomsky sale haciendo reflexiones acerca de América Latina y sobre Venezuela, de manera muy valiente, muy objetiva y generosa, defendiendo nuestro proceso revolucionario, defendiendo a nuestro pueblo, defendiendo el derecho que tenemos y estamos ejerciendo a darnos nuestro propio camino, como todos los pueblos del mundo lo tienen, y el imperio yanki ha desconocido este derecho y pretende desconocerlo.

“En el mismísimo capitolio federal —creo que lo llama—, en la mismísima Washington se reunió, se instaló una cumbre de terroristas; una cumbre, una patota —dirían los argentinos, y también los venezolanos hablamos de patota—, una verdadera patota de delincuentes, estafadores, terroristas, ladrones, malandros, se dieron cita, y, además, avalados por ‘prestigiosas’ figuras del establecimiento, del establishment, no solo de las corrientes de la extrema derecha republicana, sino también del Partido Demócrata, y lanzaron —como ya se ha dicho aquí, lo dijo Eva, lo dijo Roy en el maravilloso documento que ha leído, un documento de Estado, un documento nacional— abiertamente una amenaza contra Venezuela, contra los países y los pueblos de la Alianza Bolivariana.

“Saludamos desde aquí a Evo Morales, valiente compañero, camarada, y al pueblo de Bolivia.

“Saludamos desde aquí a Rafael Correa, valiente compañero, camarada, y al pueblo ecuatoriano.

“Saludamos desde aquí a Daniel Ortega, ese comandante presidente, valiente compañero, camarada, y al pueblo de Nicaragua.

“Saludamos desde aquí a Fidel Castro, a Raúl Castro y a ese valiente pueblo cubano.

“Saludamos desde aquí a todos los pueblos del Caribe, a Roosevelt Skerrit y al pueblo de Dominica, valientes líderes; San Vicente y las Granadinas; Ralf Goncalves, Spencer, a los pueblos del ALBA, de la Alianza Bolivariana, a sus gobiernos, a nuestros gobiernos, y, por supuesto, desde aquí al pueblo bravío de Venezuela, nuestro compromiso y nuestro llamado a la unidad y a continuar batallando por el futuro de la patria, por la independencia, cuya acta original —ya lo dijo nuestra presidenta Cilia— ahí está, el acta original de hace 200 años.

Estamos entrando ya al 2011, preparémonos desde todos los puntos de vista: espiritual, político, moral, para conmemorar los 200 años de aquel primer Congreso, de aquella primera Constitución, la primera de América Latina, de aquel nacimiento de la Primera República, el nacimiento de la patria venezolana, mucho más que el 5 de julio, es todo el 2011, y el inicio de la guerra revolucionaria de independencia que comandó primero Miranda, luego Bolívar y los grandes hombres y mujeres que nos dieron patria.

martes, 23 de noviembre de 2010

IN DE CEN TE !!! LA MISERIA DE LA VIDA LABORAL COLOMBIANA

Corresponsalía de SONIA PICO, animadora de LaOtraMovida y Cittadini del Mondo desde Ferrara. Ahora que estamos en el nuevo carrusel de la discusión del salario mínimo en Colombia con el resultado más o menos previsible de siempre. N de la R.


INDECENTE, es que el salario mínimo de un trabajador sea de $515.000/mes y el de un Congresista de $33.996.000, pudiendo llegar, con dietas y otras prebendas, a $38.500.000 /mes.


INDECENTE
, es que un profesor, un maestro, un catedrático de universidad o un cirujano de Salud Pública, ganen menos que el concejal de un municipio de tercera.

INDECENTE, es que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca (siempre por unanimidad, por supuesto y, al inicio de la legislatura).


INDECENTE
, es que un ciudadano tenga que cotizar 35 años y tener 62 para percibir una Pensión y a los diputados les baste sólo con siete, y que los miembros del gobierno, para cobrar la pensión máxima, sólo necesiten jurar el cargo.


INDECENTE
, es que los Congresistas sean los únicos trabajadores (¿?) de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo.

INDECENTE, es colocar en la Administración a miles de "Asesores" y "Suplentes" (léase amigotes con sueldos que ya desearían los técnicos más calificados.)

INDECENTE, es el ingente dinero destinado a sostener a los partidos, aprobados por los mismos políticos que viven de ellos.

INDECENTE, es que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer su cargo. (Ni cultural, ni intelectual.) Sólo basta estar en la Bancada Mayoritaria y patrocinado por dineros sucios!


INDECENTE, es el costo que representa para los ciudadanos sus viáticos, viajes (siempre en primera clase), comidas, comunicaciones, guardaespaldas, escoltas carros último modelo blindados, tarjetas de crédito etc. etc. y, se le niegue a la clase trabajadora un aumento digno en el Salario Mínimo.


INDECENTE
No es que no se congelen el sueldo sus señorías, sino que no se lo bajen y por el contrario se estan inventando Proyectos de Ley, para aumentar sus pensiones y sus jugosas Prebendas.


INDECENTE
, es que sus señorías tengan seis meses de vacaciones al año.

INDECENTE, es que ministros, secretarios de estado y altos cargos de la política, cuando cesan, son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del TESORO PÚBLICO.

INDECENTE, es que el dinero de las REGALIAS, que está destinado al desarrollo de las regiones y clases menos favorecidas, se quede en las manos de Gobernadores y Alcaldes corrompidos y todos sus cargaladrillos que tienen de secuaces.


Y que sea cuál sea el color del gobierno, toooooodos los políticos se benefician de este moderno "derecho de pernada" mientras no se cambien las leyes que los regulan. ¿Y quiénes las cambiarán? ¿Ellos mismos? Já.! Ja..!

Haz que esto llegue a la HONORABLE ASAMBLEA , a través de tus amigos.

Pero........LO PEOR DE TODO...... ES QUE SEGUIMOS VOTANDO POR ELLOS!

ÉSTA SÍ DEBERÍA SER UNA DE ESAS CADENAS QUE NO SE DEBE ROMPER, PORQUE SÓLO NOSOTROS PODEMOS PONERLE REMEDIO A ESTO, Y ÉSTA, SÍ QUE TRAERÁ AÑOS DE MALA SUERTE SI NO PONEMOS REMEDIO... está en juego nuestro futuro y el de nuestros hijos.

Edard H Hozzman


lunes, 15 de noviembre de 2010

Tomamos esta breve semblanza de los colegas y contertulios ocasionales de Razón Pública sobre el periodista y escritor Fernando Garavito, a quien rendiremos homenaje en el IV SEminario Internacional A. Gramsci, el próximo 18 de nov, en Auditorio Camilo Torres, Derecho, Unal Bogotá. Más detalles en el blog seminario.internacional.gramsci. N de la R.

FERNANDO GARAVITO PARDO

era EDITOR ADJUNTO DE RAZONPUBLICA.COM

Por Andrés Alegría

www.razónpublica.com

www.colombiaplural.org


Fernando Garavito Pardo, abogado, periodista, diplomático y Editor Adjunto de la revista Razón Pública falleció en las últimas horas en un accidente de automóvil en una carretera entre Marfa y Alburquerque, en Nuevo México, Estados Unidos.


Fernando Garavito estaba exiliado en ese país luego de que por amenazas contra su vida en 2002 tuviera que salir de Colombia. Antes de su forzada salida, Garavito fue columnista y maestro de las nuevas generaciones de periodistas. En El Espectador firmó por años una columna crítica bajo el seudónimo de “Juan Mosca”.


Abogado javeriano, también ocupó cargos diplomáticos en representación de Colombia en Suiza y Portugal. En los años 80 dirigió la revista Cromos.


A comienzos de 2010, Fernando Garavito se sumó al equipo editorial de la revista Razón Pública “Lo he dicho varias veces", recordaba hace poco el Maestro: "Hernando (Gomez Buendía) me rescató, me dio una responsabilidad y volví a sonreír y a creer en la vida. Estoy muy agradecido por ello".


En Marfa, a 280 millas de El Paso y 400 millas de Houston, el maestro Fernando Garavito estaba dedicado a la redacción de un libro homenaje al gran amor de su vida, la maestra de ballet y coreógrafa, Priscila Welton. El proyecto había sido seleccionado por la Fundación Lennan que le otorgó una beca en creación literaria.


Ésta exigía su dedicación exclusiva por lo cual tuvo que dar la pelea para sacarle tiempo a la edición de Razón Pública y a sus tres gatos, que eran también parte de su familia. “Entonces puse sobre el tapete el caso de mi trabajo en la revista, les expliqué que para mí, más que un modo de vida, es una forma de vida” nos contó cuando recibió autorización para continuar con delicada y firme labor como Editor Adjunto. “Terminamos de acuerdo: para mí el verdadero tiempo precioso es el de la revista”.


En las últimas semanas, el maestro Garavito estaba feliz. "Desde hace tres años, cuando murió mi hermosa y joven mujer a quien amé y amo profundamente, comencé a escribir sus hechos, su historia. No la menciono para nada. Ella es sólo para mí, su nombre sólo a mí me interesa. La semana pasada terminé la primera parte: tres años de trabajo, veinticuatro pequeños textos que, en total, no tienen (o tenían) más de 400 palabras. Al final los leí. Y, claro, descubrí que siete de ellos no servían y los eliminé sin misericordia. Ahora vuelvo a comenzar, hasta que lo logre.

Después, cuando por fin termine, escribiré la segunda y la tercera parte. La cuarta ya está escrita. Un pequeño libro de muy pocas palabras que se llamará ‘De la luna y el sol’, y que encerrará una vida profunda y bella y misteriosa. Pienso que ese es el trabajo de la poesía", contó el maestro en unos de sus últimos correos a la redacción de la revista.


Los miembros fundadores de Razón Publica, su director, Hernando Gómez Buendía y el equipo editorial lamentan profundamente el fallecimiento del maestro y amigo. Nuestros pensamientos están con sus hijos, Melibea, Fernando y Manuela.

Tenemos aquí una nueva serie de reflexiones sobre el Leviatán. Cortesía del colega Oscar Delgado, topo ilustrado de las novedades intelectuales. N de la R.


Re-Imagining Leviathan:

Schmitt and Oakeshott on Hobbes and Political Order1

Jan-Werner Müller

Princeton University

ROUGH FIRST DRAFT

(Comments and Criticisms are welcome;

unauthorized quotation or circulation are not)

Forthcoming in:

CRISPP, Special Issue on Hobbes and Schmitt, ed. Johan Tralau

1 This paper was initially prepared for a colloquium on ‘Thomas Hobbes and Carl Schmitt: Thinking Political Order Past and Present’ at Uppsala University in January 2007; I thank fellow participants in the colloquium and also the audience at NYU, where the paper was read in February 2007, for comments and suggestions.

2 Perry Anderson, ‘The Intransigent Right: Michael Oakeshott, Leo Strauss, Carl Schmitt, Friedrich von Hayek’, in: Spectrum: From Right to Left in the World of Ideas (London: Verso, 2005), 3-28.

3 As Oakeshott once put it, ‘it is as if we had never quite got used to living in a modern European state; never quite understood it, or resigned ourselves to it. It is still capable of puzzling us; and arguments to

At first sight, Michael Oakeshott and Carl Schmitt could perhaps not appear more different: Schmitt, a leading Nazi lawyer, often described as the ‘Crown Jurist of the Third Reich’ -- whose best case for relativizing his role from 1933 to 1945 is that he in fact all his life subscribed to a bizarre private crypto-Catholic ‘political theology’, of which his engagement for the Nazis was an unfortunate by-product; Oakeshott, on the other hand, the quintessentially English gentleman scholar, fond of cooking and cricket metaphors, and a self-declared conservative, who famously turned down the honor that Margaret Thatcher had offered him.

One a man for whom the political had existential import, the other an aesthete or even a dandy for whom politics appeared variously as ‘vulgar’ or as a ‘necessary evil’; one the jurist of decision, the other the political theorist of conversation. Obviously, the list of such more or less interesting differences could go on and on.

And yet: both thinkers have been classified by Perry Anderson as members of what he has called ‘the intransigent right’ (an honor they share with Leo Strauss and Friedrich von Hayek)2 – an inclusion that is at first sight supported by the fact that there are a few similarities, after all: both Oakeshott and Schmitt were deeply preoccupied with what Oakeshott time and again called ‘the experience of living in a modern European state’; both felt that the state’s proper origins and trajectory had not been grasped, that proper statehood had profoundly been put into doubt in the twentieth century, and that state authority and legitimacy needed to be shored up in an age of ‘mass’ (read: democratic) politics.3

It is perhaps not so surprising, then, that both time and again returned to the study of Hobbes: Schmitt went so far as
to call Hobbes a ‘friend’, a ‘brother’, and even spoke of love; whereas Oakeshott, while less prone to emotional
confessions of elective affinity, clearly felt most inspired by Hobbes in articulating his vision as ‘civil association’.4

More importantly, both developed their conception of political association with and sometimes against Hobbes – their
political theories are, on one level, part of the long and complex chronicle of productive modern appropriations and
mis-appropriations of Leviathan and, less so, other Hobbesian writings.

Now, looking at Schmitt and Oakeshott through the lens of their Hobbes interpretations could easily turn into a kind of fruitless compare-and-contrast where we will simply see what we think we already know: Schmitt and Oakeshott were quite different, and so were their views of Hobbes. What is important to find out, it seems to me, is where and why they appeared to make strategic choices in interpreting – or, for the most part, mis-interpreting Hobbes – in light of what both construed as a kind of story of decline, a Verfallsgeschichte, of the type of state that supposedly had been conceived by Hobbes initially. The task of the intellectual historian, after all, is not to be a kind of schoolmaster and to hand out good or bad marks for right or wrong interpretations of classical texts – rather, he or she must ask what choices underlay certain interpretations (even those demonstrably false), and what purposes they might have served.

Accordingly, in this essay I wish to develop an argument along the following lines: both Schmitt and Oakeshott attempted to save what they considered a proper notion of statehood under conditions of twentieth-century mass democracy. In line with this overall purpose, both returned time and time again to Hobbes and especially Leviathan and offered highly unorthodox views on Hobbes. Above all, both consistently interpreted Hobbes as a particular kind of moralist, not as a materialist and a mechanistic thinker or as the ‘first proper political scientist’. While it can’t be demonstrated conclusively, it is highly plausible that such a reading was inspired by Leo Strauss’s interpretation of Hobbes from the 1930s, with which both Schmitt and Oakeshott were familiar.

Now, both – and this is the philosophically crucial move – in a certain sense tried to ‘de-liberalize’ Hobbes by disabling the contractualist logic at the centre of Leviathan. Sidelining Hobbesian contractualism (and Hobbes’ claims about authorization and resistance in particular), both Schmitt and Oakeshott instead focused on what one might call the cultural preconditioof proper political order; and both were highly sensitive to the importance of symbolically representing political association as a whole. Consequently, there was an at first sight surprising preoccupation with questions of symbolism, imagination and even myth – a side of Hobbes to which Hobbes scholars have only recently become more alert.

For all the idiosyncrasies in their interpretations of Hobbes, both Schmitt and Oakeshott ended up with what actually are not such unusual views of ‘the experience of living in a modern European state’, after all. In fact, I take their interpretations to come down to paradigmatic positions on modern European statehood – positions that are arguably still with us – but positions also that are arguably distinguished by their curious inability to deal with conflict other than in a deeply illiberal manner: for shorthand, the one position, because it ‘culturalizes’ statehood, the other, because it ‘moralizes’4

5 Heinrich Meier, Carl Schmitt, Leo Strauss und “Der Begriff des Politischen”: Zu einem Dialog unter Abwesenden (Stuttgart: J. B. Metzler, )

Before that, the argument will proceed by examining Schmitt’s and Oakeshott’s successive engagements with Hobbes from the mid-1930s to the late 1970s: I begin by saying a few words about Schmitt’s well known Leviathan interpretation from 1938, leaving aside the deeply anti-Semitic narrative which Schmitt told about the decline of the Hobbesian state, and instead focus on what precisely Schmitt’s considerations about the necessity of symbolically representing political association entailed. In the second step, I chart Oakeshott’s views on Hobbes from the 1940s to the 1960s, and, in particular, his surprising re-interpretation of what kind of human being is really capable of creating a state.

The third and final part which compares Schmitt and Oakeshott, before drawing more general lessons from this exercise, also contains what is perhaps a mild surprise – Schmitt’s previously unknown direct comment on Oakeshott, a comment which at first sight might suggest a curious convergence of Schmitt and Oakeshott on the necessity of political myth – and it will turn out that Oakeshott might in fact have been a more successful, or at any rate a more subtle, myth-maker than Schmitt. More on whether there was in fact such a convergence or not shall be said in the conclusion.

One more side remark: Examining the Hobbes interpretations of Oakeshott next to Schmitt is in no way to imply that either thinker took the other to be important for the development of his thought. Put differently: I am in no way suggesting that we are facing a substantive Dialog unter Abwesenden here.5 Heinrich Meier’s brilliant reconstruction of the Strauss-Schmitt relationship has, in my view, prompted too many attempts --

lunes, 8 de noviembre de 2010

Publicamos esta corresponsalía desde Washington sobre el tema de las FFAA de Colombia. A hoy según reciente escrito de The Economist, Colombia tiene el cuerpo militar superior en contingente humano al de Gran Bretaña y Francia juntas. N de la R.

POR

JAIRO SANDOVAL


La recurrencia de las transgresiones y los delitos que han venido cometiendo a través de la vida nacional cierto personal y algunos cuerpos de nuestras Fuerzas Amadas, teniendo como víctima funestamente atropellada a cualquier individuo o sector de la ciudadanía, debe cesar de inmediato. El profesionalismo y la ética pretoriana modernos lo demandan. Y el colombiano integro no puede ni debe tolerarlo, por no ser cosa de politica, sino de honra nacional.

Bajo ningún punto de vista es aceptable en la época presente, o ajustado a razón (ni lo fue nunca), señalar los hechos militares delictivos como ‘aislados’, ‘circunstanciales’ o ‘atípicos’, así como nuestra Institución Armada socorridamente lo conceptúa y demanda y como varios connacionales equivocados en su lealtad a nuestras Armas, o temerosos de las mismas, lo corean.

Insistir en que un crimen cometido por cualesquiera uniformados apunta solo a los inmediatos causantes del delito, pero no a la Institución en su conjunto y menos a los altos mandos –militares o civiles-, como casi invariablemente se pacta en Colombia, ofende la razón, lastima el sentido ético de la persona enaltecida y, desde luego, debilita la imagen internacional de las Fuerzas Armadas tanto como la confianza nacional en su honorabilidad y su sentido de ponderación. Aceptar institucionalmente la culpa es pundonoroso, negarla es infamante.

Tampoco es legítima la manera absurda como gran parte de la ciudadanía justifica el accionar militar ignominioso. Puesto que si a la Institución, como unidad, se le exime a priori de todo delito, y se culpa meramente al actor único o a la fracción que físicamente lo perpetró, análogo tratamiento debieran recibir las operaciones sobresalientes ejecutadas por un soldado o un destacamento menor. Mejor dicho, ¿por qué de la comisión de un ‘falso positivo’ la culpabilidad recae exclusivamente sobre quien materialmente lo produjo y, máximo, sobre la cabeza inmediata, pero de una ejecutoria extraordinaria o exitosa -tal como la Operación Fénix- el torrente de elogios baña a toda la Institución y hasta al Gobierno? ¿Los comandantes superiores de las Fuerzas Armadas están llamados a conocer de las operaciones célebres pero no de las depravadas? ¿La cadena de mando, ‘el Parte’ o la ‘Relación’ solo existen para reportar lo prestigioso?

Menos se acepta hoy destacar el heroísmo armado, o ponderar el sacrificio castrense con el único y expreso fin de hacer ‘desaparecer’ de la conciencia pública algún bochorno o delito militar. Porque una operación armada excelente o un operativo maestro no lava no puede higienizar la responsabilidad ni la culpa de un acto criminal. Al delito militar no lo ‘limpia’ sino, 1. la aceptación total de la culpabilidad por parte de los altos mandos y por la Formación entera y, 2. el castigo completo, severo, ejemplar.y pronto.

Cito como paradigmático un aparte del Código de Ética para Oficiales de la Fuerza Aérea de EU, por parecerme la sumatoria más lograda en torno a la ética del militar:

Como en el campo militar, y como una expresión considerable de la capacidad del Estado descansa sobre el establecimiento militar, se colige que ultimadamente el éxito de la organización militar de un Estado-Nación se abisagra en la manera como los comandantes militares están a la mira y aplican la ética. Mantengo [dice el autor del Código], que la ética, tal como la entiende el líder militar, determinará qué tan bien una Nación-Estado se califica para obtener sus objetivos nacionales […] La llave de la sobrevivencia de nuestro país puede literalmente descansar en las decisiones de nuestros líderes militares. Y como la ética debe entrar en las decisiones, un líder militar jamás entenderá lo correcto o incorrecto de sus dictámenes a no ser que cuente con un ‘estándar’ para medirlos. Afirmo que un modelo de valores éticos rigurosos lo califica para calcular bien esas decisiones de importancia nacional.

El soldado que no lo entienda así se convierte en una carga ante cualquier crisis o peligro y en un detrimento evidente para su organización y, por consiguiente, para su pais.

Desde luego, el código ético del militar no puede ser una declaracion moral pía, latitudinaria ni sobre-interpretada de la realidad. Debe ser concreto, lo suficiente para mantener inmaculada la organización, impoluto al militar y descansada a la nacion. Tampoco puede ser moralmente inalcanzable; aunque sí debe tener cierto ‘valor profético’, valga decir, que el oficial actúe de acuerdo a la proyeccion anticipada de las consecuencias remotas de sus actos, y de los efectos surgidos más allá del momento inmediato. Y tener, además, cierto ‘valor heroico’, o sea, que las posiciones tomadas y las acciones emprendidas reconfirmen como obligatorios los principios y los procedimientos que predeterminan al oficial.

Por todo lo anterior, se retuerce el alma ante la última cerrazón moral de nuestras Fuerzas Armadas, de cuyos cuarteles salieron las armas homicidas y el presunto asesino (¿asesinos?) de los niños campesinos de Tame miserablemente finados hace pocos días. Cuarteles construidos, armas compradas y asesino pagado en parte con el sudor honrado de los padres campesinos.

Esta criminalidad militar es el último eslabón de una cadena brutal que desde hace muchas décadas ha venido apretando periódicamente el alma de la República y no es menester nombrar uno por uno esos episodios macabros. Malas jugadas de generales, coroneles, mayores, capitanes, tenientes, suboficiales ̶ solos o acompañados.

La recurrencia delictiva tiene su lógica siniestra. Como protectoras del Estado (que en Colombia siempre ha sido hegemónico), las FF. AA. fungen como el brazo armado del establecimiento dominante. Semejante asignatura las coloca en el núcleo de las permanentes disputas entre las facciones de dicho establecimiento (en la época de la ‘Violencia’, circa 1948) y entre el establecimiento y la clase subalterna (en la época de sus desparpajados esponsales con el ‘paramilitar’, a partir de 1990). Un predicamento tan indeseado y permanente no puede sino predisponerlas a intervenir consciente o instintivamente a favor de los poderes establecidos (en especial el terrateniente y el politico) que las nutre y maneja, y a menospreciar al resto de la ciudadanía, en especial la rural.

La aversión social a criticar a las FF.AA. hace el resto. La cultura de la impunidad se encarga de sepultar convenientemente el hecho criminal castrense, previos los consabidos lamentos por las ‘victimas inocentes’ (lamentos insinceros, por vanos) y las tenues amenazas si hubiere reiteración. Lo cierto es que el rosario de delitos humanitarios por parte de nuestros militares inapelablemente evidencia una falla estructural de formacion, disciplina, supervision, control, rendicion de cuentas y punicion dentro de los cuerpos y en el escalafón. Significa quiebra del sistema disciplinario castrense. Significa que de vez en cuando llegan las solitarias gallinas del delito a poner sus huevos homicidas. ¿Se le ha gravado con caracteres de fuego en la memoria a cada soldado su código moral? ¿Existe ese decálogo? ¿No? Pues La Jura de Bandera debería incluir la Jura Ética, porque nuestras Armas hablan en los hechos de cada regular.

Para esta endémica y hasta ahora incontrolada descomposicion solo existe una solucion inmediata. La próxima vez que un uniformado asesine a un ciudadano (y habrá una próxima vez), colóquese el cuerpo muerto de la culpa sobre los hombros de la cúpula militar y adviértasele desde ya.

El fantasma del castigo público obra milagros. Y si nuestras FF.AA. reciben con seriedad el ultimátum, las posibilidades de la obcecacion, la irredencion o el recidivismo bajarán exponencialmente. Pero, para eso, necesitarán: una estrategia moral y de una moral estratégica. Dos adagios dialécticos: ‘Cuestiónese la lealtad’ y ‘séase suspicaz ante la sinceridad’. Y un precepto sociológico: ‘tráigase el uso de la fuerza ilegal a comparecer ante la figura del ‘principio de humanidad’. Jairo Sandoval Franky, Washington, DC