¿MÁS
ALLÁ DE LA HAYA?
David Jiménez[1]
La Corte Internacional de
Justicia de La Haya puso fin al conflicto limítrofe entre los países de Colombia
y Nicaragua en el mar Caribe, especialmente en el archipiélago de San Andrés,
Providencia, Santa Catalina y sus cayos.
El fallo del alto tribunal
cedió mar asumido desde 1928, cuando menos, como colombiano a los nicaragüenses,
pero en Colombia muchos quedaron sorprendidos, porque perdimos una gran porción
territorial que contiene importantes
recursos naturales, y afecta la actividad económica regular de los isleños,
quienes ya protestan en las calles.
¿Es
cuestión solo de soberanía y nacionalismo?
El Congreso Colombiano desde
los partidos de la Unidad Nacional hasta el Movimiento Mira y el Polo
Democrático, rechazan esa pérdida de mar territorial colombiano. Algunos como
el expresidente Uribe proponen incluso no acatar la decisión del Tribunal de La
Haya. Y la canciller Holguín responde que el fallo no se ha acatado aún.
Ahora bien, el Gobierno y la
Cancillería deben actuar en marco del Derecho internacional público y la
diplomacia, para solicitar tanto la revisión del fallo como las aclaraciones
que sean necesarias; pero, en caso de que la decisión sea adversa para nuestros
intereses, no queda más que cumplirlo.
Hay una sencilla y poderosa razón. En la
economía internacional, los inversionistas necesitan seguridad jurídica. En
caso de que Colombia no acepte el fallo de la Corte Internacional de Justicia,
hipotéticamente, p.e, ¿qué pasaría con el
comportamiento de los inversionistas que compran títulos de deuda pública?
Ellos colocan sus cuantiosas sumas de
dinero en el mercado de capitales e instalan sus negocios para exportar ó
importar productos en Colombia, y
para nada puede agradarles, si un
gobierno decide no cumplir con las decisiones de un tribunal de arbitramiento
internacional ó no pagar la deuda
pública aduciendo que tiene un interés nacional que defender.
Algo que no pueden olvidar
en el partido de la Unidad Nacional es que de los tres objetivos de seguridad
democrática, cohesión social y confianza inversionista, este último podría
estar afectado cuando un Estado de Derecho no cumple con los fallos de los
tribunales internacionales.
¿Se
tendrá confianza en el mercado y con los países vecinos?
Por
otro lado, incumplir un fallo por cuestiones limítrofes, en un futuro Colombia
tendría que tomar partido en los diferentes conflictos limítrofes en toda
América Latina, los cuales aún no han sido solucionados. ¿Cuál será el
resultado? no afecta el mercado y las relaciones comerciales subcontinentales,
claro que sí.
En estos casos, la coalición
gobernante de la Unidad Nacional no debe olvidar el mercado y las relaciones
comerciales con otros países, porque de hacerse la de la vista gorda, y
disponerse a cantar en el altar del desacato deja un lado su principio de la confianza inversionista. Aplasta el
huevito más consentido del ex Uribe, por lo cual fueron elegidos desde 2002 con
él dos veces, y ahora reelección garantizada con Juan Manuel para el 2014.
Pero, están jugando con candela, y podrían perderlo casi todo.
PD: Para no acatar las
decisiones internacionales se debe tener poder económico y militar como EE.UU,
y ni eso, porque no pocos días que tuvo que pagar por debajo de cuerda la
indemnización a Nicaragua que le impuso la Corte por el minado de puertos, que
realizó valiéndose de la contra-guerrilla Misquita.
EE.UU, con todo, aún no reconoce el Tratado de Roma como
instancia superior a la Corte Penal
Internacional, y es “resabio” pasarse por la faja las soberanías de los países
en vías de desarrollo, siempre que le viene en gana. Empezando por Colombia,
con el histórico baldón de la pérdida de Panamá que perpetró Theodor Roosevelt
pretextando el apoyo a la independencia de los canaleros con el concurso del
aventurero francés Buneau Varilla.