El
terrorismo en París y la contrarreforma al Estado Contemporáneo
David Jiménez[1]
Los atentados a las torres
gemelas en el World Trade Center de Nueva York en septiembre 11 de 2001,
permitió la adopción de un discurso político de lucha contra el terrorismo, o
la excusa para la invención de la guerra preventiva por parte de los Estados
Unidos.
Posterior a ese suceso,
organizaciones multilaterales como Naciones Unidas, la Unión Europea y la
Organización de Estados Americanos expidieron resoluciones de condena y
acciones contra el terrorismo, y los famosos listados de organizaciones
terroristas elaborados unilateralmente por el Departamento de Estado de USA y
de la Unión Europea.
A su vez, el pasado 11 de
noviembre de 2015 en la ciudad de Paris (Francia) ocurrieron actos terroristas
atribuidos al Estado Islámico, en este caso, el presidente francés, François Hollande, propone un cambio constitucional en su país para otorgar más poder
a la policía y concentrar el poder público en el ejecutivo para responder con
eficacia, dice, situaciones de orden público y seguridad.
En pocas palabras, lo que él
quiere es poder efectuar discrecionalmente detenciones y registros a residencias
sin autorización judicial. Lo más seguro es la aprobación de la reforma en un
contexto de unidad nacional tras los ataques terroristas la semana anterior.
Por lo pronto, la asamblea francesa ya aprobó extender por tres meses el estado
de emergencia en la “patria de la libertad”.
En este caso, François Hollande en su discurso
pretende no solo convocar a una coalición internacional contra el Estado
Islámico, con su aliado principal la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia. Al
parecer busca respaldo para, a nivel global tal como hizo George W. Bush para invadir
a Afganistán e Irak, de una manera más profunda, reformar el Estado en la era
del imperio, profundizando el
experimento en Francia, restringiendo conquistas históricas instauradas en el
Estado Contemporáneo en la civilización occidental.
Tales fueron los derechos: a la intimidad personal, a no
ser detenido ni registrado en el domicilio, y a circular libremente por todo el
territorio. Hasta instaurar lo que en Estados Unidos se implantó y normalizó,
lo que antes era excepcional: las interceptaciones telefónicas y electrónicas
de los ciudadanos, sin orden judicial,
como ya ocurre entre nosotros sin que seamos Francia.
Comparaciones
dolorosas
Solo basta recordar, el Acto
Legislativo 02 de 2003 de reforma constitucional, aprobado por el Congreso
Colombiano, de consuno con la guerra contra el terrorismo en una época del
discurso liderado por Estados Unidos, bajo el gobierno de George W. Bush, de
lucha internacional contra el terror. En pocas palabras, se trataba de volver a
restringir derechos fundamentales, pero que aquí fue declarado inexequible por
la Corte Constitucional. Quién sabe si
lo mismo ocurrirá en los últimos hervores de la V República francesa.
Ahora, con lo sucedido en
Francia, se propicia no solo el ambiente político propicio para modificar su
legislación interna donde se limite o restrinja derechos fundamentales de los
ciudadanos, sino también trasladar esas
iniciativas de reforma en los demás países europeos y en otros continentes que
se sumen a la coalición para destruir al Estado Islámico.
La falsa idea es la de
contrarreformar al Estado Contemporáneo dizque justificado por el miedo y la
inseguridad en los ciudadanos, donde muchos pueden ver positivamente sacrificar
sus derechos fundamentales a cambio de una seguridad garantizada por el Estado
y su ejército; pero para otros, aunque
sean minoría, es un rotundo retroceso
político en los Estados de Derecho y los sistemas políticos democráticos
liberales actuales.
Finalmente, estos hechos
marcan ya, y marcarán la política francesa en otros temas concomitantes, tales
como la inmigración, las políticas de
seguridad y su relación con la Unión Europea, que no logra conjurar la recesión
en los países más débiles, y que ya de hecho erosiona la fugaz prosperidad de
los liderazgos alemán y francés. Es la parte
ilusoria del león como respaldo político para sus iniciativas en el
viejo continente, porque estas medidas no sanarán las heridas que el
colonialismo y el poscolonialismo han ocasionado en las excolonias de las
potencias imperialistas.
[1]
Politólogo, estudiante de maestrías en estudios políticos, Universidad Nacional
de Colombia, participante externo del GPYP. E-mail: presid.y.partic@gmail.com
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