Crisis orgánica, pandemia, estado
integral en Colombia. Parte I.
MIGUEL ANGEL HERRERA ZGAIB, PhD
Director Grupo Presidencialismo y
Participación, Unijus/Colciencias
Director Revista Pensamiento de
Ruptura, IGS-Colombia.
Entre crisis
orgánicas
¿Cómo se forman
estas situaciones de contraste entre “representados y representantes” que desde
el terreno de los partidos (organizaciones de partido en sentido estricto,
campo electoral parlamentario, organización periodística) se transmiten a todo
el organismo estatal, reforzando la posición relativa del poder de la
burocracia (civil y militar), de las altas finanzas, de la iglesia, y en
general de todos los organismos relativamente independientes a las
fluctuaciones de la opinión pública?
En cada país el
proceso es diferente, aunque el contenido sea el mismo. Y el contenido es la
crisis de hegemonía de la clase dirigente…Se habla de “crisis de autoridad”
y esto es justamente la crisis de hegemonía, o crisis del estado en su
conjunto. Antonio Gramsci, Observaciones sobre algunos aspectos de la
estructura de los partidos políticos en los periodos de crisis orgánica. Cuadernos
de la Cárcel, 1932-1934.
Hace algo más de un siglo, en 1918, la modernidad que salía de la
devastadora tragedia de la gran guerra se conmovió con otra, la pandemia
que tuvo sus orígenes furtivos en los Estados Unidos. Fue también el primer
tiempo del fallido proyecto de la Sociedad de las Naciones, promovido por un
liberal conservador y racista, Woodrow Wilson.
Aquel virus se expandió con ferocidad
por la península Ibérica y con velocidad por el resto del orbe. Hasta hacerse
célebre con engañosa tristeza como “grippe española” que cegó millones de
vidas. Mientras tanto el sistema capitalista salía mal de la crisis, con las
sanciones impuestas por los envalentonados vencedores en Versalles.
En lo político se pasó de la
estrategia de la guerra permanente que orientó la disposición revolucionaria de
los primeros comunistas, junto con liberales radicales de cuño jacobino y
anarquistas desde 1848, a una nueva estrategia, la guerra de posiciones
política que aprendía de Moltke, Petain y, sobre todo, de la doctrina de las
“operaciones profundas”, de Mikhail Thukachevsky (1893-1937), quien estuvo al
frente de la armada roja que rompió el asedio de los ejércitos aliados sobre
Rusia al triunfo de la revolución.[1]
En lo ideológico y cultural, pronto Europa
cayó en la febril somnolencia de los fabulosos “años 20”. Marchaba con derroche
de energía, estupefacientes y cine monumental, con el fantasma del colapso
financiero primero, y político militar después, para encadenar al mundo a un
desastre humano mayor, la II Guerra Mundial. Para que el capitalismo mundial adquiriera
adultez, al tiempo que cultivaba las primeras inmediatas “canas”.
Rusia experimentó también la
revolución democrática y socialista que derrocó a la autocracia de los Romanov,
durante los 10 días que estremecieron al mundo. Lo escribió John Reed, muerto
también víctima de la enfermedad en el teatro de aquellos acontecimientos,
lejos de su tierra.
Luego, en octubre de 1929, el crack
de New York trajo una hecatombe para el trabajo humano, y el suicidio para no
pocos especuladores de la Bolsa. En pocos días, el lujo y el derroche fabuloso de
riqueza y productividad humana, luego de la breve recuperación de 10 años,
condujo a la severa depresión del joven sistema capitalista, para que madurara
después de esta “borrachera sangrienta”.
Así encontró de modo bestial el
límite a la “libre competencia”, y deshizo los dictados de la así llamada “mano
invisible”, en parte novelada por Adam Smith en La riqueza de las Naciones. Fue
un libro de obligada lectura y consulta, cuando Marx se devanaba los sesos en
sus agotadoras y provechosas jornadas de estudio cubierto por su raída chaqueta
e inventiva en las recias bancas del Museo Británico, mientras desentrañaba de
modo laborioso y encomiable los misterios del capital y los plasmaba en la
forma mercancía con lógica implacable.
Un excurso
teórico y metodológico necesario
“En México, la
crisis del estado duró 35 años, y llegamos a la crisis de hegemonía. Se expresó
con la insurrección electoral. La crisis está, pero no hay todavía una nueva
relación entre Estado y sociedad civil. Lucio Oliver, ponencia, XII Foro
Palabra y Acción, 8/7/2020. Trascripción libre.
Con esta vuelta ejemplar y
vertiginosa al siglo pasado del sistema capitalista, afectado en aquella
oportunidad por una crisis orgánica de larga duración, que arrancó de las postrimerías
del siglo XIX, regresemos al presente de otra, la que empezó en Colombia en
1947-1948, en la compañía teórica de otro lúcido y esforzado analista político,
Antonio Gramsci.
Él es el protagonista subalterno del
preámbulo de aquel desastre que cauterizó a sangre y fuego la II Guerra Mundial,
eso sí, de modo provisional. Claro, me refiero a otro gran periodista,
convertido pronto en líder de los obreros de Turín, la gran ciudad obrera de
Erurpo, y pensador político de los consejos de fábricas como forma colectiva de
autonomía frente a la explotación capitalista, a quien cité in extenso en el epígrafe que encabeza
este ensayo.
La intención enseguida es compartirles un
análisis de coyuntura, que lee las cosas desde el Sur latinoamericano. La
ocasión es propicia, pues celebramos el XII Foro Internacional Virtual Palabra
y Acción, los días 6,8 y 9 de julio.
Lo hago basándome, en lo posible, en
un ejemplo de epistemología de ruptura. Que es la que inspira el trabajo für
ewig realizado por Gramsci en sus Quaderni, un total de 33, que el sardo
pergeñó con voluntad de hierro en el prolongado y asesino encierro al que lo
sometió su excompañero de viaje socialista, Benito Mussolini, en Turi, Bari
desde 1929 hasta 1935.
A la vez, este es un diálogo de otra
manera con Boaventura de Sousa Santos, el talentoso estudioso portugués de la
sociología jurídica y del trámite perturbador de la posmodernidad europea, que,
en principio no niega, sino que aprovecha para reconducir sus primeros estudios
socio-jurídicos, acerca de la democratización del derecho, que empezó como
brillante egresado de la Universidad de Coimbra; y émulo escritural con estilo
propio de la soberbia obra literaria, de su paisano campesino, el nobel José
Saramago.
Con ellos, intento mirar ahora en
dirección contraria, a la que para Colombia recomendó el presidente gramático,
Marco Fidel Suárez hace un siglo, el réspice polum. Una impronta que todavía
marea a la generación reaccionaria de nuestro tiempo que lidera alguien a quien
herederos de la ácida pluma de José María Vargas Vila distinguen como el
<>.
Bautizado también de forma cáustica con el
remoquete de Matarife, dándole el protagonismo de una serie de ágil formato,
dedicada a narrar con coherencia la política pública de guerra en Colombia, que
embozada con el rótulo de “seguridad democrática” está dirigida a derrotar la
resistencia armada y desarmada de los subalternos que lleva algo más de medio
siglo.
Es parte de una operación de la
guerra de profundidad, una guerra de posiciones en la sociedad civil, como la
denominó Antonio Gramsci. Durante este posconflicto, y que resistió con éxito
el primer embate de esta guerra mediática, librada sin cuartel bajo condiciones
de excepcionalidad, con una tutela que quiso apagar, una vez más, la voz de la
rebeldía de los subalternos en Colombia.
[1] Las Operaciones
profundas son un nuevo nivel en el arte militar soviético que conecta,
moviéndose entre la estrategia y la táctica. Su elaboración mayor en lo
doctrinal corrió a cargo de Vladimir Triandafillov y Mikhail Tukhachevsky,
basados en contribuciones previas de otro estratega Alexander Svechin y Mikhail
Frunze que habían trabajado sobre la guerra de posiciones y la retirada,
componentes de la “batalla profunda” que combina operaciones ofensivas y
defensivas.
Un teórico soviético posterior, Isserson (1898-1976), que no cayó
en la purga stalinista del ejército de 1937-1939, planteó el tránsito de la
estrategia linear del mariscal Moltke, posterior a la fórmula Napoleónica de la
batalla decisiva, a la estrategia profunda, otra forma de referir la guerra de
posiciones que estaba in nuce presente en los escrito Sobre la guerra del
coronel Carl Von Clausewitz. Consultar Harrison, Richard W (2001). The Russian Way of War.
Operational Art, 1904-1940. Kansas
University Press.
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