viernes, 20 de agosto de 2010
domingo, 15 de agosto de 2010
UN HOMENAJE VIVO PARA LA OBRA PEDAGÓGICA LIBERADORA DE ESTANISLAO ZULETA
En la celebración de veinte años del fallecimiento de Estanislao Zuleta, un intelectual colombiano de excepcionales calidades reflexivas y expositivas, el profesor Juan Carlos García Lozano animador del proyecto Autonomista Colombia nos ofrece un artículo introductorio al texto Acerca de la Lectura, que hace parte del curso que actualmente él ofrece los días martes en el espacio académico de Ciencia Política en la Facultad de Derecho en la Universidad Nacional de Colombia. Esperamos sus comentarios. N de la R
LA LECTURA:
EL ARTE DE LA INTERPRETACIÓN Y LA TRANSFORMACIÓN[1]
Juan Carlos García
Proyecto Autonomistas Colombia
Con la referencia del filósofo alemán, Federico Nietzsche, Estanislao Zuleta explica, argumenta y propone lo que significa saber leer. De la lectura de Nietzsche dice que su estilo “provoca la buena lectura”, la cual está impregnada de “asombro” y “humorismo”. En él también encontramos el arte de “descifrar” e “interpretar”. Leer a Nietzsche es un arte, y él mismo es un artista. Arte en tanto se puede “escuchar la factura musical de este pensamiento”. La enseñanza del filósofo alemán logra así mostrarse plena: “libera la escritura de toda preocupación efectista o periodística o de toda aspiración al gran público”. Leer no es un deber, es un arte aristocrático, dionisiaco.
La lectura en tanto arte para Nietzsche no puede ser un ejercicio de apresuramiento, menos un acto obligado inscrito en la dominación: se lee para liberarse conociéndose a sí mismo. Este es un ejercicio estético de interpretación libre. Nietzsche invita a la “interpretación”, es decir, al trabajo autónomo de leer. Zuleta tomando en consideración tal precepto, enseña que “Leer es trabajar”. No es “recibir”, “consumir” o “adquirir”. Si leer es interpretar y por ende trabajar, el trabajo tiene que ver con las “significaciones”, el “lenguaje interior” y los “términos” en los cuales el texto es leído. Todo ello enfrentado a la “ideología dominante”.
Leer es una forma de ejercer el pensamiento en un “tiempo propio”. La verdad a partir de la lectura requiere un tiempo no inscrito en la lógica capitalista de la ganancia o la acumulación. Lo sabe Nietzsche cuando desea una “voluntad de dominio” que como “fuerza unificadora” ordene y dé una “nueva interpretación”, “ajena a la significación que le asigna la ideología dominante”. Así tenemos que una de las formas de enfrentarse al orden capitalista es sabiendo leer su ideología en lucha contra el saber.
En la lectura encontramos el arte de la interpretación, es decir, lo que los “términos” del texto significan y configuran para quien lo lee. Encontramos allí igualmente el sentido de las “acepciones”. Por ejemplo, el alimento para Kafka, dice Zuleta, significa “motivos para vivir”. Es necesario interpretar para encontrarle sentido a los textos, porque “al comienzo no tenemos un código común”, pero el texto se inscribe en un código. Trabajar es interpretar las significaciones. Toda lectura comprometida es, y no puede ser otra cosa, una interpretación que disloca las “relaciones internas del texto” con la interpretación que le da la ideología dominante. Siempre se lee en una relación de fuerzas.
Nietzsche conceptúa en ese mismo orden que el autor del texto no es propietario del “sentido” de “su” texto. El sentido es incontrolable en su economía interna y se le escapa al autor, no así al lector crítico. Lo cual obedece a que la escritura es “aventura”, y por ende su sentido es “múltiple” e “irrecuperable”, “irreductible a un querer decir”. Se advierte que para Nietzsche, el lector de un texto sabe, conoce, está impregnado de la ideología dominante, pero sabe algo; no es un “lector-ocioso” que va a adquirir conocimientos al leer. La ideología lo ha constituido y sus preguntas personales también lo circundan y lo cuestionan. Leer es tomar partido por la verdad de los problemas que nos constituyen.
Nietzsche igualmente enseña que se lee lo que ya se sabe desde la “vivencia” y sólo puede leer un “aventurero”, un “descubridor nato”. Zuleta explica que “ilegible es todo lenguaje que no sea el lenguaje de nuestro problema”. ¿Cómo leer lo que no conocemos? Por eso sólo se lee desde “nuestros problemas, conflictos y perspectivas” en tanto se configuran como “preguntas y sospechas” no resueltas, las cuales nos acosan y asaltan. Pero es desde esta reflexión que “la mayor dificultad consiste en decir lo que ya se sabe”, hacer consciente el drama de vivir: “si no se conociera sería una palabra vacía; pero si se reconoce, nos desgarra y confronta”.
Tal es el vínculo que establece Nietzsche entre el lector que ya sabe y la audacia y el riesgo para llegar a ser un “descubridor nato”. La lectura como trabajo sobre sí mismo muestra la consciencia del lector en el conflicto consigo, con su yo y con la ideología dominante de las instituciones. La lectura es crisis de sentido e identidad individual y colectiva.
El mismo autor alemán reclama un lector que no sólo interprete, sino también que el texto lo afecte, “le hable de aquello que pugna por hacerse reconocer aún a riesgo de transformarlo”. Un lector, como dice Zuleta, que teme morir y nacer en la lectura, que batalla, que lucha, pero aún así acepta el gusto de la “aventura” y del “peligro”; “aventura” y “peligro” del conocimiento. El lector, justo es decirlo, tiene el espíritu de un guerrero que busca la verdad y el libre ejercicio del pensamiento.
Debemos leer entonces desde alguna parte, lo cual significa, desde una “pregunta abierta” “que trabaja en nosotros y sobre la cual nosotros trabajamos con una lectura”. Y esto es cierto porque: “Sólo se sabe escribir para escritores y sólo el que escribe, realmente lee”. Lo que es tanto como sugerir: no basta con leer, se requiere escribir: el saber valioso por ser transformador está en la escritura, por eso Nietzsche escribió creando una nueva forma discursiva. Escribir es seguir pensando, cuestionando, criticando y transformando.
La lectura también es una terapia, ya que el libro que se está leyendo le habla al lector del problema que está trabajando en su mente, porque los problemas nos constituyen y a partir de ellos pensamos, reflexionamos. El problema elige el libro y durante la lectura busca sus conceptos y sus conexiones para llenar las “lagunas” o las “discontinuidades”. “Es el problema mismo el que lee”, dice Zuleta. Siempre se lee a partir de un problema, no hay lecturas originarias o virginales. “Un problema es una sospecha y una esperanza” que busca la articulación a partir de una unidad para explicar lo que no permitía antes el pensamiento: la verdad sería una relación de las cosas que no sabemos. Quedará roto un lazo y nos tocará “emplear toda nuestra energía, nuestra agresividad y nuestra libido” en una “guerra civil” sin esperanzas. Leer un problema es, ya se sabe, tomar partido por su solución cuando en ella hay transformación. Por eso un lector es un guerrero y la lectura una batalla.
Lo cual no se logra sin sospecha, sometiendo todos los elementos a una elaboración y a una crítica, que permite superar el poder de la fuerza (“represión, ideología dominante, racionalización”), la cual los mantiene dispersos, yuxtapuestos o falsamente conectados para seguir reproduciendo la ideología. La lectura muestra la verdad del poder y de la ideología dominante, pero no se agota en ella. Enseña Zuleta: “Leer a la luz de un problema es pues leer en un campo de batalla, abierto por una escritura y por una investigación”. Lo que al final se está leyendo es cómo se ejerce la dominación ideológica en los individuos y cómo se puede salir de ella.
La lectura a esta altura es un proceso, no es consumo, recepción, ni producción, como la lógica del capital enseña. Dicho proceso es una lucha contra la ideología dominante que, repito, nos constituye como sujetos. Luego, la lectura es interpretación del mundo, en el que el saber es una toma de posición por cambiarlo, un trabajo, donde no hay sujetos neutrales en el reino del saber: sólo relación de fuerzas devenidos problemas, incógnitas, dudas. Batallas.
Lo que hay es una “lucha contra una fuerza específica de dominación”. Por ejemplo, dice Zuleta: “Nadie ha llegado a conocer el marxismo, sino lo ha leído en una lucha contra la explotación; ni el psicoanálisis si no lo ha leído y sufrido desde un debate con sus problemas inconscientes”. Conocer para estas dos ciencias es dejar de ser, transformar los individuos, los que leen el marxismo y el psicoanálisis: el saber transforma. La ciencia sería lo más revolucionario en la constitución de sujetos libres, autónomos, críticos: los modifica en su misma materialidad social.
La precaución final, tomando en consideración la enseña de Derrida, es advertir que en el lenguaje anida y se reproduce la dominación, la ideología, la teología, aquello contra lo que lucha el saber, la ciencia, el arte y la filosofía. Zuleta, como Nietzsche, lo saben y lo enseñan. La lectura hecha por ellos devela dichas verdades, lo hemos leído.
[1] Zuleta, Estanislao, Sobre la lectura, en “El elogio de la dificultad y otros ensayos”, Medellín, Hombre Nuevo Editores, Fundación Estanislao Zuleta, 2005, pp. 78-85.
martes, 10 de agosto de 2010
Pablo Neruda en el último día de presidencia de Uribe
“En la soberbia, la espina” es un poema escrito en 1943 por Pablo Neruda luego de visitar Colombia y recibir agravios de Laureano Gómez, Director del periódico conservador El Siglo quien luego sería presidente y padre de la violencia política colombiana de la cual Álvaro Uribe es iracundo y feroz continuador. Por lo que merece Uribe heredar este poema, como despedida, este 7 de agosto, tras ocho largos años de su régimen mafioso, corrupto y violento.
Por los falsos positivos. Por los torturados y los desaparecidos. Por los sindicalistas, indígenas y opositores asesinados. Por los Millones de Desplazados y los miles de exiliados. Por los muertos, miles, de la fosa de La Macarena y tantas otras. Por los perseguidos y los presos políticos.
En la Soberbia, la Espina
sátrapa triste, rey advenedizo.
Adiós, emperador de cuarto piso
antes de tiempo y sin cesar pagado.
y hechizado, aprovechas el hechizo
en el agusanado paraíso
donde llega el soberbio derrotado.
Allí eres dios sin luz ni primavera.
Allí eres capitán de gusanera,
y en la terrible noche del arcano
el cetro de violencia que te espera
caerá podrido como polvo y cera
bajo la jerarquía del gusano.
Caballero del látigo mezquino,
excomulgado por el ser humano,
iracunda piltrafa del camino,
Oh pequeño anticristo, anticristiano.
Como tú, con el látigo en la mano,
tiembla en su tumba en España Franco el asesino
y en Alemania tu sangriento hermano
lee sobre la nieve su destino.
Es tarde para tí, triste Alvarito.
Quedarás como cola de tirano
en el museo de lo que no existe.
En tu pequeño parque de veneno
con tu pistola que dispara cieno.
(*) Las cursivas en el poema responden a modificaciones del autor sobre los versos originales de Neruda.
martes, 3 de agosto de 2010
No comparto lo dicho en el siguiente texto; además, anoto su contenido tendiente al panfleto que en nada ha logrado cambiar la situación de la Universidad.
EL CAMPUS DE LA U.N. NO ES NI DE LA VISE, NI DE LOS JIBAROS, NI DE LAS DIRECTIVAS
¡ ES DE LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA !
Hace poco tuvimos la triste oportunidad de recibir en las entradas del campus universitario, de manos de los mismos hombres que con artilugios de centro comercial requisaban las maletas, el comunicado 09 de la vicerrectoría de la sede Bogotá. El comunicado parece escrito por alguien que no solo no ha entrado a pie por las puertas de la 45 o la 26, sino que no conoce la dinámica cotidiana del campus. Es un comunicado irrespetuoso, pero además ingenuo.
Irrespetuoso porque tiene el descaro de poner en el mismo saco a los vendedores ambulantes de la universidad (que en su gran mayoría son estudiantes que lo necesitan), con los jíbaros que no hacen parte de la comunidad universitaria y cuyos propósitos difieren bastante tanto de la necesidad como de la academia. Irrespetuoso además, porque pretende que una hoja de papel sea acatada por decreto como si de un jardín infantil se tratara.
Ingenuo, porque entre líneas se lee un desconocimiento profundo de la universidad y sus estudiantes al pretender que se transmita el falaz señalamiento que ahí se hace intentando convertir al estudiante del común en cómplice “Es claro que para las personas que infrinjan la normatividad vigente, estarán sujetos a la aplicación de los procedimientos y correctivos disciplinarios pertinentes”, dice el comunicado. Los estudiantes universitarios saben bien la diferencia que existe entre un vendedor de droga y un vendedor de dulces, pero además conocen los nocivos efectos que ha tenido la implementación de la seguridad privada en nuestro campus. Pero su ingenuidad raya en el absurdo al desconocer que ni siquiera en el arbitrario estatuto de bienestar y convivencia se prohíben las ventas ambulantes de golosinas en el campus.
Hoy, después de algunos años, con esquema de seguridad privada y todo, los vendedores ambulantes se han quedado por fuera paulatinamente, pero los jibaros cada vez están más adentro. La solución de una administración que no tiene ningún tipo de legitimidad ante la comunidad universitaria, no es otra que las medidas de fuerza. El historial de la VISE en su relativo corto tiempo es muy diciente: estudiantes requisados a la fuerza, golpeados y amenazados verbalmente. Incluso existió una campaña hace un tiempo llamada “Denunciemos a VISE” por las violaciones recurrentes.
La empresa de seguridad privada sigue al pie de la letra los mandatos facilistas que desde las directivas de la Universidad se implementan, y que se resumen en la intención de Wasserman de igualar estudiantes y delincuentes (tal como se ha expresado en las múltiples propuestas de estatuto estudiantil). Bien describen lo que sucede en la UN las frases de la decana de Enfermería Natividad Pinto en el último Consejo Académico “hay que limpiar el campus de vendedores ambulantes”, y por el decano de Ciencias Ignacio Mantilla “La Universidad debe ser nacional y no popular”. Los mismos mandatos cómplices con hechos como la irrupción violenta de la fuerza pública al campus que han desembocado en el señalamiento de los estudiantes y la universidad, y la impune violación a los derechos humanos.
Los vendedores ambulantes se proliferan ante la ausencia de un bienestar universitario integral que cobije a toda la comunidad universitaria, y ante la ausencia de políticas generalizadas como restaurante universitario, residencias estudiantiles y subsidios, los precarios programas de bienestar que quedan no alcanzan para las necesidades que existen. Otro agravante de criminalizar la venta ambulante.
El estudiante universitario entiende cual es el problema que existe con la venta de drogas en las universidades, e incluso sabe por las dinámicas de sus barrios que el “jibaro” es la base de la cadena mafiosa paramilitar en universidades y barrios, y hace parte de su propósito por ocupar nuevos territorios. Pero ¿En qué otra cosa se podría convertir una universidad donde los estudiantes no tenemos voz ni incidencia en la toma de decisiones? La administración de la universidad, al alejar a los estudiantes de la participación, también se aleja por desconexión del territorio y convierte a los estudiantes, de habitantes de la ciudad universitaria, en simples transeúntes del campus. Pero además convierte a los estudiantes en ciudadanos de segunda categoría al implementar en su contra políticas que parten del desconocimiento de la academia y la cultura universitaria, para asumirlos como delincuentes.
Lo que nos dice el comunicado nº 9 de vicerrectoría es que a partir de la fecha, ni siquiera el carné nos hará diferentes y de ahora en adelante, los estudiantes y el jíbaro tendremos el mismo trato si “incurrimos en conductas inadecuadas”. El problema del consumo de sustancias es un problema de salud pública, no de seguridad. El verdadero problema de seguridad para el campus es que las directivas con su acostumbrada miopía no se den cuenta que lo que están engendrando es un peligroso caldo de guerra ajeno a las dinámicas de cultura universitaria y propuesta. El campus universitario no pertenece ni a la VISE, ni a los jíbaros, ni a las directivas, le pertenece a la comunidad universitaria, debería ser ella en su conjunto quien administrara la ciudad universitaria.
El campus universitario es un territorio común, un territorio común a la academia, común a la cultura, común al saber. Es un campus para la vida, para la diversidad. Hoy existe una mirada inquisidora sobre el campus desde las directivas: su ética es la estética, nuestra ética, la de los estudiantes, es la de la pluralidad, la cultura y la democracia. Y como su perspectiva del problema del campus es estética (presentar un bonito maquillaje para la universidad), el verdadero problema queda en un segundo plano.
En vez de sentarnos colectivamente a plantear soluciones frente al bienestar universitario y los problemas del campus, la cultura es mandada a pintar de blanco, los vendedores a ser expulsados, las personas a ser restringidas y la diversidad a ser limitada y censurada con cámaras y un ojo inquisidor… mientras tanto, el jíbaro mira sereno desde la playita como la administración de la universidad desapropia paulatinamente a los estudiantes de su ciudad universitaria.
Por fortuna la identidad no nos la han dado las directivas, la hemos adquirido apropiándonos de nuestro territorio universitario, un territorio que nos es común porque es un territorio donde se fomenta la creatividad, el saber, la propuesta y la conciencia, es un territorio para hacer arte, para hacer ciencia, para pensar la filosofía y para construir nación.
Hoy, el mensaje debe ser totalmente claro: el territorio universitario es territorio común, no pertenece ni a la seguridad privada, ni a los jíbaros, ni a la dirección de la universidad. El territorio es de la comunidad universitaria y esta lo hará defender ante la ausencia de respeto, pluralidad, democracia y vida. Es por eso que le exigimos a la administración de la UN que tenga en cuenta estos elementos, y que sea a partir de una construcción colectiva emanada de la comunidad universitaria como se cree un verdadero territorio para la convivencia, contrario a un territorio para el disciplinamiento y el control que hoy se nos propone.
LA UNIVERSIDAD NACIONAL ES TERRITORIO COMÚN. NI JÍBARO, NI VISE, NI CONTROL TERRITORIAL ANTIDEMOCRÁTICO DEL CAMPUS… NUESTRA PROPUESTA ES LA DEMOCRACIA!
Agosto 4 de 2010
Bogotá D.C. Ciudad Universitaria
Comité de Representantes Estudiantiles de la UN, Sede Bogotá
cres.bogota@gmail.com