UN HOMENAJE VIVO PARA LA OBRA PEDAGÓGICA LIBERADORA DE ESTANISLAO ZULETA
En la celebración de veinte años del fallecimiento de Estanislao Zuleta, un intelectual colombiano de excepcionales calidades reflexivas y expositivas, el profesor Juan Carlos García Lozano animador del proyecto Autonomista Colombia nos ofrece un artículo introductorio al texto Acerca de la Lectura, que hace parte del curso que actualmente él ofrece los días martes en el espacio académico de Ciencia Política en la Facultad de Derecho en la Universidad Nacional de Colombia. Esperamos sus comentarios. N de la R
LA LECTURA:
EL ARTE DE LA INTERPRETACIÓN Y LA TRANSFORMACIÓN[1]
Juan Carlos García
Proyecto Autonomistas Colombia
Con la referencia del filósofo alemán, Federico Nietzsche, Estanislao Zuleta explica, argumenta y propone lo que significa saber leer. De la lectura de Nietzsche dice que su estilo “provoca la buena lectura”, la cual está impregnada de “asombro” y “humorismo”. En él también encontramos el arte de “descifrar” e “interpretar”. Leer a Nietzsche es un arte, y él mismo es un artista. Arte en tanto se puede “escuchar la factura musical de este pensamiento”. La enseñanza del filósofo alemán logra así mostrarse plena: “libera la escritura de toda preocupación efectista o periodística o de toda aspiración al gran público”. Leer no es un deber, es un arte aristocrático, dionisiaco.
La lectura en tanto arte para Nietzsche no puede ser un ejercicio de apresuramiento, menos un acto obligado inscrito en la dominación: se lee para liberarse conociéndose a sí mismo. Este es un ejercicio estético de interpretación libre. Nietzsche invita a la “interpretación”, es decir, al trabajo autónomo de leer. Zuleta tomando en consideración tal precepto, enseña que “Leer es trabajar”. No es “recibir”, “consumir” o “adquirir”. Si leer es interpretar y por ende trabajar, el trabajo tiene que ver con las “significaciones”, el “lenguaje interior” y los “términos” en los cuales el texto es leído. Todo ello enfrentado a la “ideología dominante”.
Leer es una forma de ejercer el pensamiento en un “tiempo propio”. La verdad a partir de la lectura requiere un tiempo no inscrito en la lógica capitalista de la ganancia o la acumulación. Lo sabe Nietzsche cuando desea una “voluntad de dominio” que como “fuerza unificadora” ordene y dé una “nueva interpretación”, “ajena a la significación que le asigna la ideología dominante”. Así tenemos que una de las formas de enfrentarse al orden capitalista es sabiendo leer su ideología en lucha contra el saber.
En la lectura encontramos el arte de la interpretación, es decir, lo que los “términos” del texto significan y configuran para quien lo lee. Encontramos allí igualmente el sentido de las “acepciones”. Por ejemplo, el alimento para Kafka, dice Zuleta, significa “motivos para vivir”. Es necesario interpretar para encontrarle sentido a los textos, porque “al comienzo no tenemos un código común”, pero el texto se inscribe en un código. Trabajar es interpretar las significaciones. Toda lectura comprometida es, y no puede ser otra cosa, una interpretación que disloca las “relaciones internas del texto” con la interpretación que le da la ideología dominante. Siempre se lee en una relación de fuerzas.
Nietzsche conceptúa en ese mismo orden que el autor del texto no es propietario del “sentido” de “su” texto. El sentido es incontrolable en su economía interna y se le escapa al autor, no así al lector crítico. Lo cual obedece a que la escritura es “aventura”, y por ende su sentido es “múltiple” e “irrecuperable”, “irreductible a un querer decir”. Se advierte que para Nietzsche, el lector de un texto sabe, conoce, está impregnado de la ideología dominante, pero sabe algo; no es un “lector-ocioso” que va a adquirir conocimientos al leer. La ideología lo ha constituido y sus preguntas personales también lo circundan y lo cuestionan. Leer es tomar partido por la verdad de los problemas que nos constituyen.
Nietzsche igualmente enseña que se lee lo que ya se sabe desde la “vivencia” y sólo puede leer un “aventurero”, un “descubridor nato”. Zuleta explica que “ilegible es todo lenguaje que no sea el lenguaje de nuestro problema”. ¿Cómo leer lo que no conocemos? Por eso sólo se lee desde “nuestros problemas, conflictos y perspectivas” en tanto se configuran como “preguntas y sospechas” no resueltas, las cuales nos acosan y asaltan. Pero es desde esta reflexión que “la mayor dificultad consiste en decir lo que ya se sabe”, hacer consciente el drama de vivir: “si no se conociera sería una palabra vacía; pero si se reconoce, nos desgarra y confronta”.
Tal es el vínculo que establece Nietzsche entre el lector que ya sabe y la audacia y el riesgo para llegar a ser un “descubridor nato”. La lectura como trabajo sobre sí mismo muestra la consciencia del lector en el conflicto consigo, con su yo y con la ideología dominante de las instituciones. La lectura es crisis de sentido e identidad individual y colectiva.
El mismo autor alemán reclama un lector que no sólo interprete, sino también que el texto lo afecte, “le hable de aquello que pugna por hacerse reconocer aún a riesgo de transformarlo”. Un lector, como dice Zuleta, que teme morir y nacer en la lectura, que batalla, que lucha, pero aún así acepta el gusto de la “aventura” y del “peligro”; “aventura” y “peligro” del conocimiento. El lector, justo es decirlo, tiene el espíritu de un guerrero que busca la verdad y el libre ejercicio del pensamiento.
Debemos leer entonces desde alguna parte, lo cual significa, desde una “pregunta abierta” “que trabaja en nosotros y sobre la cual nosotros trabajamos con una lectura”. Y esto es cierto porque: “Sólo se sabe escribir para escritores y sólo el que escribe, realmente lee”. Lo que es tanto como sugerir: no basta con leer, se requiere escribir: el saber valioso por ser transformador está en la escritura, por eso Nietzsche escribió creando una nueva forma discursiva. Escribir es seguir pensando, cuestionando, criticando y transformando.
La lectura también es una terapia, ya que el libro que se está leyendo le habla al lector del problema que está trabajando en su mente, porque los problemas nos constituyen y a partir de ellos pensamos, reflexionamos. El problema elige el libro y durante la lectura busca sus conceptos y sus conexiones para llenar las “lagunas” o las “discontinuidades”. “Es el problema mismo el que lee”, dice Zuleta. Siempre se lee a partir de un problema, no hay lecturas originarias o virginales. “Un problema es una sospecha y una esperanza” que busca la articulación a partir de una unidad para explicar lo que no permitía antes el pensamiento: la verdad sería una relación de las cosas que no sabemos. Quedará roto un lazo y nos tocará “emplear toda nuestra energía, nuestra agresividad y nuestra libido” en una “guerra civil” sin esperanzas. Leer un problema es, ya se sabe, tomar partido por su solución cuando en ella hay transformación. Por eso un lector es un guerrero y la lectura una batalla.
Lo cual no se logra sin sospecha, sometiendo todos los elementos a una elaboración y a una crítica, que permite superar el poder de la fuerza (“represión, ideología dominante, racionalización”), la cual los mantiene dispersos, yuxtapuestos o falsamente conectados para seguir reproduciendo la ideología. La lectura muestra la verdad del poder y de la ideología dominante, pero no se agota en ella. Enseña Zuleta: “Leer a la luz de un problema es pues leer en un campo de batalla, abierto por una escritura y por una investigación”. Lo que al final se está leyendo es cómo se ejerce la dominación ideológica en los individuos y cómo se puede salir de ella.
La lectura a esta altura es un proceso, no es consumo, recepción, ni producción, como la lógica del capital enseña. Dicho proceso es una lucha contra la ideología dominante que, repito, nos constituye como sujetos. Luego, la lectura es interpretación del mundo, en el que el saber es una toma de posición por cambiarlo, un trabajo, donde no hay sujetos neutrales en el reino del saber: sólo relación de fuerzas devenidos problemas, incógnitas, dudas. Batallas.
Lo que hay es una “lucha contra una fuerza específica de dominación”. Por ejemplo, dice Zuleta: “Nadie ha llegado a conocer el marxismo, sino lo ha leído en una lucha contra la explotación; ni el psicoanálisis si no lo ha leído y sufrido desde un debate con sus problemas inconscientes”. Conocer para estas dos ciencias es dejar de ser, transformar los individuos, los que leen el marxismo y el psicoanálisis: el saber transforma. La ciencia sería lo más revolucionario en la constitución de sujetos libres, autónomos, críticos: los modifica en su misma materialidad social.
La precaución final, tomando en consideración la enseña de Derrida, es advertir que en el lenguaje anida y se reproduce la dominación, la ideología, la teología, aquello contra lo que lucha el saber, la ciencia, el arte y la filosofía. Zuleta, como Nietzsche, lo saben y lo enseñan. La lectura hecha por ellos devela dichas verdades, lo hemos leído.
[1] Zuleta, Estanislao, Sobre la lectura, en “El elogio de la dificultad y otros ensayos”, Medellín, Hombre Nuevo Editores, Fundación Estanislao Zuleta, 2005, pp. 78-85.
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