David Jiménez[1]
En Colombia siempre se decía
que las estructuras de los partidos políticos eran de élites ó de familias
oligárquicas dentro de estos[2],
sin una conexión real con sus bases políticas y populares en lo electoral y
programático. Para variar este estado de cosas, las transformaciones del
sistema político colombiano en los últimos 24 años, arrancaron con la
celebración de la consulta liberal para
seleccionar su candidato presidencial para las elecciones de 1990.
Desde entonces se han
celebrado consultas para nominar candidatos a alcaldías, gobernaciones y
presidencia. Las reformas políticas de 2003 y 2009 han consagrado la democracia
interna de los partidos políticos como un principio fundamental que deben tener
las agrupaciones políticas con reconocimiento jurídico por el Consejo Nacional
Electoral, que como tales deben celebrar cada dos años convenciones
programáticas con sus militantes.
¿Qué
ha pasado?
La otra cara de los partidos
políticos en el plano electoral han sido los directorios, en un primer momento
escogidos por convenciones de partidos ó
facciones de los mismos. Sin embargo, esta línea se rompió en el año 2005. El partido
Conservador fue el primero en seleccionar sus directivas departamentales,
distritales y municipales mediante el voto popular de sus militantes;
sucesivamente en 2008 eligió directorio nacional y territoriales bajo el mismo
mecanismo.
En 2008, los partidos
Conservador, Polo Democrático Alternativo celebraron consultas internas para
escoger directorios. Ya en 2009 y 2010,
predominaron las consultas para escoger a los candidatos presidenciales.
El Partido Conservador que
fuera ejemplo de democratización interna mediante el voto popular, ahora
propone, retrocediendo, que los dignatarios de los directorios sean elegidos
por convención dejando a un lado a sus bases políticas y populares. Ser miembro
de un directorio no se conseguirá con votos sino con amigos en las
convenciones.
Así mismo, el novel Partido de la U da también
un elocuente ejemplo de antidemocracia interna de los partidos. Los directorios
municipales son organizados por la forma e interés personal del senador y
representante de mayor votación. Así, los militantes que con sus candidatos en
municipios no hayan obtenido la mayor votación no tendrán injerencia en la
dirección y administración de su partido a nivel local. Claro, a cambio tendrán
varias opciones: sumarse a los votos mayoritarios, desertar, ó seguir dentro
del partido. Para completar este cuadro deprimente, el partido Liberal con sus
principios dizque democráticos aún no se
atreve a implantar la democracia interna en todos sus niveles.
Este domingo serán los
partidos minoritarios del Congreso los que hacen consultas, los cuales ni
siquiera uniendo su votación actual podrían sacar adelante un proyecto de ley,
reforma constitucional ó moción de censura. Ellos son el Polo, Mira y el Verde,
que no han logrado expandir su proyección nacional. Por ejemplo, el Polo en
Bogotá migró su gran potencial electoral construido desde 2004 a los progresistas de Petro. El Mira concentra
su principal potencial en Bogotá y Cundinamarca, y los Verdes gozan de tener la Gobernación de Antioquia.
Lo
que debería ser
La democracia colombiana
tiene un déficit enorme por los grandes problemas como la pobreza, la
corrupción y el clientelismo. Peor aún, los partidos aún no han entendido qué
es la democracia interna, a pesar de ser ellos mismos los que aprobaron dicha
reforma constitucional. Solo la ejercitan
para elegir dignatarios a nivel
territorial ó nacional, pero aún siguen desconectados de sus militantes y
simpatizantes.
A la fecha es exótico
que les pregunten a sus militantes, de los cuales no tienen
registros actualizados, sobre las posiciones que debe tener el partido frente
al Gobierno (Municipal, Distrital, Nacional), las reformas que debe promover,
los controles políticos que debe realizar, los proyectos de ley de que debe
respaldar ó rechazar. Esa es la esencia de una democracia interna de los
partidos políticos contemporáneos, estar en sintonía con las demandas
ciudadanas hacia el sistema político.
Así mismo, la democracia en
los partidos debe ser el soporte ideológico-programático para evitar los
regalos que abandonen sus promesas electorales y de campaña para obtener una
porción de la burocracia nacional y territorial; en las condiciones de la
democracia colombiana es imposible garantizarle al elector que por dicho
candidato y partido por el que ha votado no abandone su programa de gobierno y
de partido.
Los programas de gobierno y
de los partidos están ahí en el papel y en sus páginas web. Todos gozan de
tener los mismos principios y valores democráticos de la constitución del 91,
en la práctica, un programa se puede abandonar para pertenecer a una coalición
legislativa y de gobierno para gozar de los apetitos burocráticos que les
garantice algunos su reproducción electoral.
Tal como sucedió con Noemí
Sanín, ganó la consulta conservadora para ser candidata presidencial, y antes
de la primera vuelta todos sus partidarios estaban en la orilla de la Unidad
Nacional. En el pasado, algunos fueron gaviristas, samperistas, pastranistas,
uribistas y ahora santistas; porque la única estructura de trabajo político y
electoral que tienen es pragmática: cuidar y conseguir votos para elecciones
nacionales y territoriales.
PD: En 2014 el umbral para las elecciones a
Senado pasa del 2% al 3%, y las agrupaciones que más peligran para continuar
con sus mismas curules u obtener más son las que realizan la consulta este 30
de septiembre de 2012, el Polo, Mira y el Verde. La pregunta es obvia: ¿quiénes
son los fuertes sin democracia interna? Estamos alertas a los resultados de
este domingo, y veremos qué pasa después, hasta llegar al 2014.
[1]
Participante del Grupo Presidencialismo y Participación UNIJUS/COLCIENCIAS
[2] Ver más
Roll, David (2002). Rojo difuso, azul pálido. Los partidos tradicionales en
Colombia. Entre el debilitamiento y la persistencia. Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales.