domingo, 10 de marzo de 2013

¿LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS TIENEN SU FUTURO “ESTAMPILLADO”?


¿LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS TIENEN SU FUTURO “ESTAMPILLADO”?

David Jiménez[1]

                                                    El Sistema Universitario Estatal, SUE, la estructura gremial que agrupa las universidades públicas colombianas, muestra desde hace varios años, la preocupación por el crecimiento en la desfinanciación de la educación superior pública en el país; y denuncia cómo el presupuesto de las 32 instituciones se basa en el monto establecido en 1993 indexado conforme a la inflación.

El anterior criterio supone, de entrada, desconocer los diferentes gastos derivados de la exigencia gubernamental de aumentar la cobertura para mayor ingreso de universitarios; la creación de más programas académicos, generalmente,  posgrados que son los “rentables”; el aumento perverso de la planta de profesores ocasionales, quienes la mayoría de las veces no entrarán a la planta docente; la mejora en los servicios de infraestructura y la planta administrativa y de servicios que los atiende; la nueva construcción y mantenimiento de la infraestructura física de los campus universitarios; la promoción en serio de la investigación básica y aplicada,  por mencionar las más importantes variables que inciden en definir las condiciones necesarias para proyectar la educación superior en el actual mundo globalizado.

El Boom de las Estampillas

Las Universidades Públicas de orden departamental, con el concurso interesado de  sus senadores y representantes en el Congreso de la República; afectadas por  la debilidad de hacer lobby político  y con   la poca presión como actor social, político y académico que realizan las comunidades universitarias ante la Institucionalidad, en especial frente al Gobierno presidencialista y el Congreso, han conseguido hasta hoy un premio de consolación para su raquítica financiación.

Varias lograron que se aprobaran leyes de la República denominadas “Estampillas” que tienen por finalidad cobrar un porcentaje de los contratos que ejecuten las instituciones públicas del nivel al que pertenecen para recaudar un determinado monto de recursos fijado en la ley.

Así que no pocas universidades públicas han logrado ejecutar inversiones en infraestructura con recursos provenientes del recaudo por “Estampillas”, disminuyendo ilusoriamente la necesidad de presionar el presupuesto general de la Nación para solicitarle de forma firme, directa y progresiva al Gobierno y al Congreso que den cabal cumplimiento al artículo 69 de la Constitución Política que obliga al Estado social de Derecho a la financiación de modo suficiente, no con migajas, la educación superior nacional.

Actualmente, en la agenda legislativa, como parte de las estrategias de los congresistas que esperan reelegirse, y/o en compromiso con sus regiones,  se encuentran proyectos de ley para extender las “Estampillas” a  algunas universidades del orden departamental como la Surcolombiana[2], UniSucre[3], UniCundinamarca[4], UPTC[5], por resaltar algunas a manera de ejemplo.

Además, hoy se suma la principal universidad del país, la Universidad Nacional de Colombia, institución sin estampilla, que ya tiene un lugar de “esperanza” en la agenda legislativa, a través  del Proyecto de Ley No 192 de 2012 Cámara, radicado por los Senadores Roy Barreras y Carlos Ferro y el Representante Ángel Custodio Cabrera.

Con este instrumento los congresistas  buscan recaudar 1 billón de pesos para reparar la infraestructura en ruinas de varias de las sedes de la Universidad Nacional de Colombia, valiéndose del gravamen a  los contratos que ejecuten las entidades del orden nacional.

El lobby CONGRESIONAL  y la ineficacia del SUE

Vale la pena preguntarse: ¿ quién hace el lobby para impulsar estas leyes?, la mayoría congresional, que radicó por la misma época en 2012, después del paro nacional y la significativa movilización de estudiantes en 2011, los proyectos que tienen por objetivo la búsqueda de  mayor y regular financiación de la educación pública condicionada por la suerte de la contratación nacional;  ó  ¿ son estas leyes modos de consolar y evitar la radicalización de las burocracia académicas al frente de las Rectorías, Vicerrectorías, Facultades e Institutos de las Universidades?, ó tales iniciativas son para impulsar política y electoralmente a los autores de los proyectos de ley de “Estampillas”,  para conseguir los escasos votos que requieren para triunfar en las elecciones de Congreso en 2014?.

En verdad, quizás resulte realista decir, que los tres factores son concurrentes para dar impulso a la cura de las estampillas, que busca sellar el agujero roto del despilfarro de recursos en la guerra, cuyo único beneficio verificable es el empleo de más de 400 mil colombianos, y los privilegios exorbitantes reconocidos a quienes los mandan, y se encuentran al frente de las armas de la república de Colombia en guerra.

Por lo pronto, y no hay margen para más aplazamientos, las directivas de las universidades públicas, tanto las que cuentan con leyes de “Estampillas”, ó tienen a la vista proyectos de ley que buscan crear las mismas, como las que no tienen ni unos ni otros, deben pronunciarse ante sus comunidades académicas, y la sociedad toda, si, por fin, y al unísono van a hacer cumplir el artículo 69 de la Constitución.

O si, por el contrario, y mejorándose con descaro los sueldos que devengan, van a estar dispersos, llorando “lágrimas de cocodrilo”, y mostrando como expediente de su fementida “eficacia”, que van a estimular el apoyo a bancadas y mayorías legislativas, orientadas por políticos regionales, estampillados a la aprobación de leyes de consolación, espejismos financieros  que privatizan el derecho a la educación, y no resuelven la quiebra presupuestal de la educación pública en general, y la superior, en particular, que no resiste la lógica del beneficio capitalista.

Una vez más, una solución real y efectiva al déficit presupuestal de las instituciones de educación superior públicas colombianas, reside en la participación activa, el compromiso de las bases de la comunidad educativa, que levante las reivindicaciones inmediatas de una constituyente social, que no puede aplazarse más.

Se trata de seguir el ejemplo de los cafeteros que han reclamado una redistribución en acto, in situ, de la renta agro-minera. La educación pública no puede ser el pariente pobre del Estado social de derecho, cuando se ve como se acrecientan en grado sumo las fortunas de un puñado de grandes capitalistas nacionales y transnacionales.

PD: La Universidad Nacional de Colombia necesita cerca de un billón de pesos para adecuar su infraestructura a los retos del siglo XXI. El Presidente del Senado Roy Barrera y asociados ¿salvarán a la “Nacho” de su muerte anunciada con una ley de estampilla? No, mucho menos, al resto de instituciones universitarias departamentales y municipales al borde del colapso. Se requiere un cambio radical en el financiamiento de la educación pública, ya no da más.


[1] Politólogo Unal. Miembro del Grupo Presidencialismo y Participación de la Universidad Nacional de Colombia. E-mail: presid.y.partic@gmail.com
[2] Institución ubicada en la ciudad de Neiva en el Departamento del Huila. El proyecto de ley No 182 de 2012 Cámara, presentado por el H. Senador Jorge Eduardo Gechem Turbay, político huilense.
[3] Institución ubicada en la ciudad de Sincelejo en el Departamento de Sucre. El proyecto de ley No 174 de 2012 Cámara, presentado por el H. Senador Eduardo Carlos Merlano, político nacido en el Departamento de Sucre.
[4] Institución ubicada en el Departamento de Cundinamarca. El proyecto de ley No 173 de 2012 Cámara, presentado por el H. Representante Jose Joaquín Camelo Ramos, político de la región de Cundinamarca.
[5] Institución ubicada en la ciudad de Tunja en el Departamento de Boyacá. El proyecto de ley No 162 de 2012 Cámara, presentada por el H. Senador Edgar Espindola, político de la región.

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