LA DEMOCRACIA
PLEBLISCITARIA POR LA PAZ
Desde hace décadas, en América Latina
se habla de la democracia plebiscitaria, un continente con tradiciones
populistas y neo populistas que impiden el desarrollo de sistemas políticos
democráticos, del cual Colombia no escapa en su historia política reciente.
Ahora con el proceso de paz, el Gobierno Nacional entre las fórmulas de
refrendación tales como constituyente, referéndum, plebiscito, optó por esta
última para convocar a la ciudadanía.
El plebiscito es una manifestación
del pueblo convocada por el Presidente de la República, avalando o rechazando
una decisión gubernamental. Por ahora, el proyecto de ley estatutaria 094
de 2015 Senado – 156 Cámara de 2015, para regular el plebiscito por la paz fue
aprobado hace una semana. En los debates de comisiones y plenarias, la coalición
de la Unidad Nacional demuestra mayoría
absoluta para aprobar la iniciativa, es un hecho que se ha impuesto en toda la
agenda legislativa.
A su vez, el plebiscito es una forma
democrática para “oir” la voz del pueblo mediante un “Si” o un “No”; sin ningún
tipo de discusión por parte de la ciudadanía. Es una forma incompleta de apelar
al pueblo para las decisiones que le convienen al gobierno. La iniciativa
aprobada en primer y segundo debate en Senado y Cámara, consagra que el
plebiscito por la paz es aprobado por el “si” con la obtención de votos mayor
al 13% del censo electoral y le gane al “no”.
El gobierno y su coalición, quieren
lograr el apoyo para este mecanismo de participación democrática mediante el mínimo
electoral posible, en un país donde la
abstención oscila entre 50% a 40%, de acuerdo con los resultados registrados en
las elecciones de carácter nacional o territorial. En pocas palabras, se trata
de asegurar el resultado a favor del gobierno, en materia de
mecanismo refrendatorio, porque las Farc-ep han insistido en la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.
En el 2003, cuando el Presidente no
controlaba la Corte Constitucional, a propósito entonces del Referendo
implementado por Álvaro Uribe, muchas de sus preguntas fueron declaradas
inexequibles por el
alto tribunal, porque éstas confundían a la ciudadanía. Ahora el
plebiscito confundirá aún más cuando la opción de
la tarjeta electoral será un “SI” o un “No”; pero, en todo caso, vale la pena
el interrogante inmediato:
¿La Corte Constitucional avalará la constitucionalidad de ese plebiscito cuya finalidad es el aval popular para las reformas de orden constitucional y legal fruto del proceso de negociación de la paz con las Farc-ep?
La democracia por y para la paz requiere
algo más con urgencia, una democracia en términos reales, es decir, con
deliberación y participación ciudadana en todos los ámbitos de la sociedad
colombiana. La paz no puede usarse como instrumento de manipulación ciudadana
por las vías electorales, para justificar las próximas reformas constitucionales
en varios tópicos relevantes: justicia transicional, sistema electoral, congreso,
entre otros; sino a la construcción de una ciudadanía responsable.
Finalmente, basta recordar al
constitucionalista exiliado en Salamanca, a raíz de la destitución del general
Arias Cabrales, Hernando Valencia Villa, para quien las reformas a la constitución
colombiana son Cartas de batalla; pero en este caso, un plebiscito para
argumentar cualquier clase de reforma a la constitución, llega a “disparar” con
pólvora mojada.
El Gobierno Nacional con su “botín
presupuestal”, reducido por la baja de los ingresos fiscales para 2016 por los
precios del petróleo y la turbulencia económica internacional, pero “encantado”
con el tesoro del bajel San José ; tiene la misión de ganar y movilizar a los
votantes a favor de este plebiscito. Lo hará acudiendo a dos estrategias: el
apoyo de su bancada de congresistas, compensados con su fórmula de “mermelada
en Departamentos y Municipios”; y utilizando una herramienta efectiva de
control de masas, los medios de comunicación, tal como lo ordena el artículo 5
del aprobado proyecto de ley por el plebiscito por la paz.
Pero, le falta el asentimiento de la contra parte,
la insurgencia subalterna de las Farc-EP, que así como lo hizo con el
referendo, antes, ahora, dice también no al mecanismo del plebiscito; y se
queda sola en la exigencia de una asamblea constituyente, porque la “verdadera
oposición”, el Centro Democrático con su prohombre ya defeccionó también en su
altisonante petición inicial de una constituyente, hecha a su medida, esto es,
con el menor de los riesgos posibles.
* Politólogo,
estudiante de maestría en estudios políticos. Participante externo del
GPYP/UNAL. E-mail: presid.y.partic@gmail.com
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