lunes, 20 de junio de 2016

¿CONSTITUYENTE YA?

¿CONSTITUYENTE YA?
David Jiménez*

La Corte Constitucional en su estudio sobre la constitucionalidad del Acto Legislativo 02 de 2015 conocido como la Reforma del Equilibro de Poderes, decidió mantener el Consejo Superior de la Judicatura.

Sin embargo, el Congreso de la República falló en su intento de reformar el sistema judicial buscando garantizar bajo el “supuesto” de la independencia y transparencia de la Rama Judicial, cuando la problemática radica en la desconfianza ciudadana por las autoridades judiciales, y peor aún, por la impunidad a la hora de investigar y sancionar responsables de cualquier delito, en especial para los delincuentes de “cuello blanco” asociados a las altas esferas del sector público o privado.

En este sentido, sectores políticos como el senador Armando Benedetti indico la necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente, para equilibrar al Estado, en pocas palabras, una contrarreforma institucional; pero el asunto no es el funcionamiento del Estado, de cómo llamar a un determinado órgano sea Comisión de Aforados o Comisión de Acusaciones, o cómo elegirlo sea por altas cortes o por congresistas, y determinar sus funciones.

El desempeño de las instituciones políticas colombianas se debe a la patología del sistema político, enfermo de corrupción y clientelismo, porque no se ha logrado cambiar las prácticas políticas que generen una cultura política democrática y crítica del régimen político. En suma, la cuestión no es de diseño institucional, es socio-político.

 Podemos tener burocracias y su funcionamiento igual o similar a los países de la OCDE, pero la calidad sería diferente, son dos sistemas con culturas políticas diferentes.  Solo basta mirar casos, por ejemplo, Alemania durante 2011 renuncio un Ministro acusado de plagio, mientras en Colombia se acusa de plagio a congresistas, ministros o cualquier alto funcionario del Estado y siguen en sus cargos. Esto sucede allí porque en cada país la cultura política y la exigencia ética y moral a los políticos son diferentes.

La Asamblea Nacional Constituyente podría eliminar las funciones electorales de las altas cortes; incluir el concurso público de méritos para elegir altos funcionarios del Estado por parte del Congreso de la República, o cualquier temática semejante; pero cuando el sistema social representando por los ciudadanos funciona conforme con el clientelismo y la corrupción, donde aún se compran votos, se financian campañas políticas de forma ilegal, paralelo con altos índices de pobreza y exclusión, falta de acceso a educación y servicios de salud, no podemos esperar un buen desempeño de las instituciones políticas, porque están reproducen la esencia del sistema.

Si hay pobreza y exclusión; comprar votos en una democracia frágil no es difícil cuando millones de personas no tienen sus derechos fundamentales y seguridad social, mínimamente garantizados y respetados por el Estado.

La constituyente no sólo debe preocuparse por el diseño institucional, sino también de incluir a los sectores históricamente excluidos del sistema político representados en los sindicatos, estudiantes, campesinos, indígenas, afrodescendientes, mujeres, minorías sexuales; donde estos puedan transformar el régimen político para construir una cultura política democrática.

 Para que la comunidad política toda logre incidir en que el Estado deba tener a su cargo la responsabilidad de asegurarle a todo ciudadano sus derechos fundamentales, la seguridad social y los servicios públicos domiciliarios. Revertir el neoliberalismo a favor de la ciudadanía subalterna, porque si tan solo cambiamos aspectos funcionales de las instituciones estatales, cambiamos para que todo siga igual, mientras no se logre una metamorfosis social y política. Esto último pasa por abolir la telaraña de privilegios centenarios.




* Politólogo. Magister en estudios políticos Unal. Participante externo del GPYP Unal/Unijus. E-mail: presid.y.partic@gmail.com

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