Con orgullo, complacencia y alegría comparto como maestro, y director del grupo Presidencialismo y participación el discurso de Sara Arias, el día jueves 18 de agosto, al graduarse con otros compañeros del pregrado en Ciencia Política, por varias razones. Conocí a Sara desde el inicio de la carrera, cuando expuso con entusiasmo y lucidez la lectura sobre la autonomía posible, que es parte integral del programa de Introducción a la Ciencia Política, del que soy responsable.
Después en otros escenarios académicos, la clase de Teorías de la Cultura; como partícipe de los semilleros de investigación y grupos de trabajo, Quincho Barrilleta, Sin Fronteras, y la revista Cinexcepción; como ponente en los Seminarios Internacionales A. Gramsci, y luego como su director de la monografía de grado, dedicada a hacer un análisis de la obra fílmica de Pier Paolo Pasolini en interrelación con Antonio Gramsci, mediada por el soberbio trabajo intelectual de Mijail Bajtin.
Y para hacerlo, en esta oportunidad, estuvo un semestre de intercambio en la U. de Pisa, en Italia, donde perfeccionó sus conocimientos en lengua italiana, hablada y escrita, y se abrió mucho más al conocimiento de la obra del sardo, que con humildad mencionó en su discurso, para el que fue escogida por sus grandes merecimientos académicos, que la distinguieron en esta generación aguerrida, que ella recuerda aquí con nostalgia.
Pero, nosotros, en el grupo Presidencialismo y participación, celebramos y exaltamos su esfuerzo generoso y su compromiso político, por la Autonomía individual y colectiva. Al lado de muchos de sus colegas, y varios con quienes hemos compartido conversaciones y saberes en la dirección que denominamos Investigación Acción Formativa, IAF. que Sara mencionó al inicio de su discurso, que ella ha enriquecido con su ejemplo y su praxis, en clave sentipensante, cuya filiación es indiscutiblemente gramsciana, y que en Colombia divulgó y posicionó otro maestro de generaciones, Orlando Fals Borda, un socialista que no menospreció la academia sino que junto con su credo religioso.
Hizo de ella una trinchera en disputa por la hegemonía, como lo hizo a su tiempo Camilo Torres Restrepo, recordándonos que la pluralidad es necesaria y fundamental para reinventar a Colombia. No dudamos que Sara, Heiner, Carolina, Lathbe, Joel, estarán acompañándonos con sus luces, su frescura, sus identidades, su diversidad, su rebeldía ilustrada por el compromiso con su gente.
(no son las más elaboradas, pero están pensadas llenas de nostalgia y esperanza) aquí va:
Estas palabras están sentipensadas a varias mentes, a varias voces y a varias manos, como todo en la vida: se debe al entorno y a las relaciones. Es por esto que seremos muy breves, y así los diez minutos que me dieron pueden reducirse a 5 y darle la palabra, quizàs, a otra compañera que se anime a tomarla.
Nos encontramos en el auditorio emblemático de la universidad, el mismo en el que se han dado discusiones trascendentales para la Universidad y el país; en el nos reunimos para dar las grandes discusiones de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, la MANE y en este sitio hemos propuesto se lleve a cabo la firma del acuerdo final entre la insurgencia y el gobierno Colombiano. Esperemos siga siendo y sea el espacio de discusiones tan necesarias en el país y en la universidad.
Sin embargo este auditorio no es el mismo que conocieron generaciones atrás, antes no existía tuboleta, por ejemplo, incluso no es el mismo que conocimos cuando entramos, su ritmo de asambleas de 5 años atrás ha disminuido notablemente. Aún así es un honor poder graduarnos acá, un auditorio diseñado por una arquitecta colombiana, y que fue el marco de los debates que permitieron configurar las bases de las propuestas que la sociedad civil envió a La Habana.
Es en resumidas cuentas el edificio en el que muchos esperábamos graduarnos, y hoy lo logramos con alegría, cumpliendo esa aspiración que por algunos años tuvimos.
El que seguirá con el Che pintado en la fachada, para malestar de algunos pero como un homenaje a las generaciones comprometidas con el pensamiento crítico, con la educación pública y con la incansable lucha por construir el país que nos han querido negar durante tanto tiempo.
En este momento afloran muchos sentimientos, que para resumir y no hacer el cuento muy largo son la nostalgia y la esperanza.
Nostalgia al saber que no defendimos nuestra universidad como debimos y pudimos haberlo hecho, y de tampoco hacer lo mismo con nuestra facultad,y haber llegado al extremo de que el techo se nos cayera, como resultado de la forma como el gobierno nacional garantiza el derecho a la educación, y por si fuera poco, haber aceptado terminar un periodo académico en esas condiciones.
Nostalgia que llega a la tristeza cuando pienso que fuimos de las últimas generaciones que entraron al edificio de arquitectura, y ante la sospecha de que posiblemente será igual con el de bellas artes, pues así como vimos caer escombros también vimos decaer el espíritu crítico y rebelde de la Nacional para dar paso al conformismo y la resignación que no puede ni debe mantenerse.
También es inevitable pensar que somos una de las últimas generaciones que eligió su pregrado, pues las personas que llegan han sido relegadas de la posibilidad de elegir su vocación y renunciar a ésta por un cupo. Dejamos que se impusiera un sistema de admisión que ha profundizado la desigualdad de gènero y que disparó la tasa de deserción al 47%.
A pesar de todas estas nostalgìas, por no hablar de la tragedia de la autofinanciaciòn, fue en nuestra generación que se re-acreditaron los pregrados como de alta calidad, y es de esta universidad de donde sale la tercera parte de la investigación en Colombia.
Ahora bien, así como la universidad pública no se defiende únicamente siendo buen estudiante, construir una sociedad más equitativa, incluyente y democrática no se logra solo siendo buen profesional. Es un primer paso, muy importante, pero no el único. Entonces, siguiendo el consejo del sardo Antonio Gramsci, este título nos certifica como instruidos, pero para conmovernos y organizarnos este titulo no es suficiente.
Es por esto que las razones de la esperanza son mayores que las de la nostalgia y la tristeza. Estamos convencidas de que nos convertimos en profesionales en el momento indicado; un momento histórico para Colombia, es la oportunidad para escribir una historia bajo unas condiciones que no conocemos, y de poder leernos con las gafas de la verdad.
Este momento requiere de la participación y compromiso de todos nosotras. Sólo así podemos darle realidad al acuerdo, no solo como profesionales, sino como personas que sabemos que la Paz, manifestación de la plena satisfacción de los Derechos Humanos para todos los colombianos sin excepción, SI debe estar con nosotros, y que ésta pasa por una educación verdaderamente pública; por una universidad que impulse la crítica, la controversia, el debate, la creación y la transformación.
Finalmente la gratitud a nuestras redes de apoyo, materiales e inmateriales; la felicidad de ver felices a quienes nos aman y esperaban esta ceremonia, a nuestras familias, de todo y tipo y género, y a nuestros entrañables amigos, los de esta universidad y los de todas partes.
La confianza en que no defraudaremos a los colombianos que día a día tributan para financiar nuestra educación, pagando absurdos impuestos incluso sobre los productos más esenciales de la canasta familiar, mientras los responsables de empobrecer nuestros suelos y contaminar nuestros ríos pagan cada vez menos impuestos por las exorbitantes riquezas que arrancan de nuestra tierra y nuestra gente. Es a nuestra gente, esa misma que cada vez tiene menos posibilidades de ingresar a la universidad que mantienen, a quienes no podemos defraudar.
En últimas esta es y seguirá siendo nuestra casa, y esperamos que como egresados la cuidemos un poco más de lo que la cuidamos y defendimos como estudiantes. y con la convicción de que aportaremos a la construcción de una paz estable y duradera. A una paz que vaya más allá del cese de las confrontaciones armadas y apunte a las transformaciones que necesitamos y hemos reclamado.
Como politólogos y abogadas, nuestros medios, muchos o pocos, siempre estarán al servicio de la humanidad, nuestras fuerzas dispuestas hacia la paz con justicia social y en nuestras acciones la aspiración de luchar sin descanso por una altísima existencia.
… Siempre recordando que ¡somos UN somos Un grito de Libertad!