EN LOS CUARTOS DE LA CHAMPIONS:
LECCIONES PARA LOS MODERNOS
Proyecto Fútbol, Ideología y Política
Miguel Angel Herrera Zgaib
En pocos días, mientras el dólar sigue cayendo en los mercados del mundo, y en Colombia ya va en $2781, los clubes más afamados y costosos chocan por jugosos réditos en las canchas europeas, cuyos fanáticos son los que mejor le pagan a los jugadores venidos de todas las esquinas del globo capitalizado, y en buena parte, "petrolizado", como los animales y las plantas anegadas en las cercanías del pozo La Lizama 158.
Hemos visto el dolor infringido al Manchester City por el Liverpool, y el paso de ganso agachado de Guardiola, quien está, además, aquejado también del dolor de los independientistas catalanes que contemplan el probable traslado de Alemania a España para serle castigado por su hervor de autonomista pleno.
Por otra parte, la Juventus de Turín fue apabullada por la nómina quizá más costosa de la tierra, donde el 3-0 de los merengues los dejó impotentes y sin resuello. Como si fuera poco, Cristiano Ronaldo, el "stalin" de las canchas, hizo el segundo gol, de chilena/chalaca y reclamó los honores de un rey sin corona, porque el petiso Messi sigue haciéndole la sombra.
Y el Bayern Munich, donde acampa en su cuartel de primavera, James, vuelve a ganar, y el colombiano, en el tiempo que sustituyó al chileno Vidal, por lesión, contribuyó a hacer la diferencia, haciendo pases, como los acostumbra Messi también, para que otros participen también de un banquete, que en Europa ya no puede seguir servido para un solo comensal.
Estos relumbrones no permiten olvidar a los muertos ilustres del fútbol, que de pronto no se levantan más de la cama, porque las exhaustivas jornadas en que tienen que competir para complacer las demandas de circo en las tribunas que pagan su óbolo en el altar de la laicidad.
A ellos se le hacen en Italia ceremonias multitudinarias, mientras que en el altar de la "democracia representativa"
no pocos acarician la presencia del "partido" Berlusconi para componer un gobierno desvencijado. que no hace felices a la mayoría de los italianos, quienes, le siguen haciendo el "Fo" a la izquierda y a todos sus disfraces.
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