viernes, 30 de diciembre de 2011

En este tiempo en que presidente y vicepresidente rinden culto verbal a la niñez, aquí está este texto del profesor Manuel Restrepo, que levantará roncha antes que finalice el 2011, un tiempo repleto de paradojas y sorpresas. El artículo mira con atención crítica el rumbo de la economía nacional y los sobresaltos políticos. N de la R.

Entre la maldita niña y el bendito niño

Durante la ultima década en Colombia el producto interno bruto PIB no paró de crecer. La economía se comportó como una de las prosperas de América Latina. La inversión extranjera acudió sin demora al llamado del gobierno que la motivó con significativas exenciones tributarias superiores al presupuesto asignado a la educación. Colombia en la primera década del siglo XXI pasó de la explotación agropecuaria a la explotación agroindustrial y a la minería intensiva (reprimarizacion, según L. Sarmiento). Se inició la construcción de nuevas y amplias autopistas, se multiplicaron las megaobras y los megacontratos a consorcios hoy cuestionados, antes benditos, hoy malditos. Se entregaron subsidios tanto a los mas ricos entre los ricos, como a los mas pobres entre los pobres, creando una especie de clientelismo emocional (C. Angarita), que retribuyó con pasión y votos a los mesiánicos gobernantes.

La economía de Colombia no ha parado de crecer, ni dejado de ser un país democrático. Democracia y Mercado o viceversa se presentan como las dos caras de la misma moneda. Es común oír que somos el país con la mas solida democracia y la mas estable economía de América Latina, eso creemos, eso decimos, eso repetimos. Sin embargo también es común que los estudios y las realidades muestren lo contrario. La FAO señala que somos el país numero 61 en corrupción en el sector agropecuario, que los paramilitares en connivencia con empresarios hacen la reforma agraria con fusil y palma de aceite.

Diversos estudios coinciden en que somos un país con un nivel de pobreza presente en mas del 40% de la población y mas del 12% en la indigencia. Sin atención a niños/as, ancianos, discapacitados/as, con racismos, exclusiones y discriminaciones instaladas en la vida cotidiana. Señalan también que somos uno de los 10 países mas desiguales del mundo; uno de los tres con mayor numero de asesinatos por razones políticas y sociales; el segundo con desplazamiento forzado con cerca del 10% de la población en destierro y otro 2% en el exilio o refugio en el exterior; el primero en asesinato de sindicalistas en el mundo; el primero en secuestros. Con violencia sexual permanente, utilización de la violación como botín de guerra; comunidades lgtb perseguidas; pena de muerte como practica (no como ley) sobre insurgentes y opositores políticos incorregibles; cárceles convertidas en campos de concentración con hacinamiento y sin derechos a los reclusos que no pueden comprar poder y en cambio lujosas casa cárcel o resort en guarniciones a la delincuencia con poder y capital .

Por ir tan bien como creemos, la banca internacional nos presta dinero sin descanso sobretodo para hacer la guerra, hoy debemos el doble que hace diez años, (cada niño que nace hoy ya tiene deuda). A mas recursos mas guerra y menos derechos. Talvez no sea cierto que el país vaya tan bien como decimos y creemos. La clase en el poder va muy bien, los medios lo dicen y el congreso lo ratifica haciendo leyes a favor de pocos, aunque en las calles las gentes protesten sin descanso. Se firman todos los días nuevos billonarios contratos de obras y megaobras que a medio terminar se desmoronan con la lluvia, mientras miles de familias empobrecidas que viven sobre montañas de ricos minerales son sepultadas por aludes.

No va bien la redistribución de la riqueza, ni la democracia para las mayorías. Unos pocos van muy bien, la gran mayoría no. El presidente de Colombia cree que es por la maldita niña, (se recompensará por su captura o por darla de baja?), los que están afuera del poder creen que es por la corrupción que asalta los presupuestos de la prevención y las garantías a los derechos. Ahora viene en contrapeso la época del bendito niño, el del pesebre. Juntos (la maldita y el bendito niño) nos recordaran con inocencia que la realidad no se puede ocultar con palabras descalificadoras y desafiantes, tampoco con el acostumbrado modo de convertir las consecuencias en causas.

Las catástrofes no son tan naturales ni ocurren por culpa de la maldita niña, el bendito niño sabe bien porque ocurren las cosas. Mas allá del agua desbordada, hay un responsable recorriendo el planeta, es el sistema de democracia de mercado, conducido por los benditos señores en el poder que se benefician con los recursos públicos, no hacen las obras requeridas por el país si no las que les favorecen sus propios intereses; estimulan la voracidad de los inversionistas extranjeros (nuevo fortín: minería de cielo abierto que cubre medio país); ofrecen garantías de impunidad a criminales y delincuentes; que degradan los derechos humanos en general, que a educación, salud, trabajo y justicia los someten al arbitrio del mercado, pero en cambio pagan a tiempo los intereses de la deuda de la guerra, que se consume la cuarta parte del presupuesto nacional.

La maldita niña no puede merecer odio, ni ser otro falso positivo que sirva para desviar la mirada hacia las acostumbradas cortinas de humo del gobierno, mientras el capital y el mercado se empecinan en llevar al olvido a los responsables del desastre nacional permanente, ininterrumpido, cruel y asolador, que permite a unos pocos contar el capital en dólares y diseñar normas, mientras las mayorías cuentan a sus victimas. Ojala el bendito niño nos ayude a entender de que hablamos cuando hablamos de Colombia como el mejor país del mundo. Ojala el bendito niño contribuya a hacernos comprender que Colombia para unos es una, para otros (inversionistas, políticos, militares) y Estados Unidos, es otra, por eso maldicen la niña o bendicen al niño.

Manuel Restrepo Dominguez. Ph.D, Profesor Titular UPTC. Colombia, Nov 16 de 2011

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