¿ES
POSIBLE LA PAZ EN LA COLOMBIA AHORA?
David Jiménez[1]
Universidad Nacional de Colombia, Medellín
Recuerdo una clase de teoría
política en la universidad cuando el profesor señaló: ¿qué es lo opuesto a la
paz? Todos participábamos respondiendo a esa pregunta en apariencia fácil con
las siguientes respuestas: la guerra y la violencia. El debate en clase con la orientación del
docente nos llevó a la conclusión de una respuesta más flexible, lo opuesto a
la paz es el disenso, y lo opuesto a la guerra, es el consenso.
Además, hoy, la llamada justicia
transicional tiene como finalidad pasar de la guerra a la paz y de la dictadura
a la democracia. Lecciones aprendidas desde África,
Europa Oriental y América Latina, y puesta en práctica en las últimas décadas para
Colombia: “verdad, justicia y reparación,” con grandes altibajos y contrastes.
El
debate actual
Un
eventual proceso de paz con las guerrillas, ha provocado oposición y apoyo en
sectores opuestos, políticos y sociales, de la política colombiana. Entonces,
vuelve y juega el principal interrogante heredado del pasado: ¿es posible la paz
en medio de la confrontación?, puesto
que no hubo hasta hoy un claro vencedor entre los actores de la guerra interna.
El miedo de muchos sectores
políticos y sociales es la impunidad, inmunidad penal, amnistías e indultos a
miembros de grupos armados ilegales, narcotraficantes o terroristas, no importa
un debate sobre su nominación, el tema central es que son criminales.
La explotación de oro y la
producción de coca, es por excelencia fuente de financiación de los actores en
conflicto. Economía ilegal y guerra complejizan el proceso. Emerge así esta
interrogación seriada: ¿es posible la paz cuando los precios del oro y la
cocaína a nivel internacional incentivan
su explotación y producción?, ¿cuando
las vacunas a los mineros y productores de coca
alcanza una gran cuantía?, cuando
el crimen organizado es la vez productor de cocaína y explotador de los
yacimientos auríferos por su gran beneficio económico?
¿Es
posible el consenso cuando los hostigamientos y carros bombas contra la población civil y la fuerza pública son
frecuentes?
En Antioquia, los frentes 18 y 36 de la Farc
han intensificado sus acciones contra la población civil y la fuerza pública en
Ituango, San Andrés de Cuerquia, Valdivia, Anorí, entre otros. Cada día los
ataques y las bombas han sido más a menudo en las comunidades, y al mismo
tiempo, a nivel nacional tienen la intención de un proceso de paz.
Las bandas criminales ó
neoparamilitares se enfrentan entre si o hacen alianzas con las guerrillas para
ejercer el control territorial de algunas regiones para fortalecer su economía
criminal asociada a la minería, la explotación de oro y de madera, la extorsión
y el narcotráfico; tal como se evidencia en el nordeste antioqueño con el
aumento del número de muertes violentas en los últimos meses en Segovia,
Remedios y Vegachi.
La pobreza, el desempleo, la
inequidad social y la ausencia de Estado en algunos municipios del país,
demuestra falta de consenso social sobre las condiciones mínimas de ciudadanía
y bienestar, que no sea una causa para alimentar los apetitos del crimen
organizado.
¿Una misión imposible?
Para lograr un consenso
sobre la paz cuando al mismo tiempo están de por medio los fusiles asesinando
seres humanos, la cocaína, el terrorismo y la extorsión; es una ¿misión
imposible? para el Gobierno de turno lograr ausencia de conflicto.
Finalizando, con el proceso
de paz iniciado con Betancur, Barco y Gaviria; las amnistías e indultos fueron
la regla general pero no la paz, porque el conflicto se intensifica en la
década de los 90s y los actores armados terminan en la cadena de producción del
narcotráfico. Con el Caguan, una negociación sin objetivos y compromisos por
parte de la guerrilla. Con Ralito, se debió primero desparamilitarizar las
instituciones del Estado antes de iniciar un proceso de paz con las AUC. Ahora,
¿qué pasará?
PD
y Alerta necesaria:
Algunos colegas me dicen que los costos de la paz también tienen de por medio la impunidad. Para garantizar condiciones mínimas a los que entregan los fusiles, porque entregar el arma cuando no se tiene ciudadanía ni acceso a los derechos fundamentales, sociales y económicos, a la corta y a la larga, repetirá el círculo vicioso de la violencia como lo notamos a diario.
Algunos colegas me dicen que los costos de la paz también tienen de por medio la impunidad. Para garantizar condiciones mínimas a los que entregan los fusiles, porque entregar el arma cuando no se tiene ciudadanía ni acceso a los derechos fundamentales, sociales y económicos, a la corta y a la larga, repetirá el círculo vicioso de la violencia como lo notamos a diario.
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