lunes, 10 de diciembre de 2012

CORRUPCIÓN Y DESREGULACIÓN


CORRUPCIÓN Y DESREGULACIÓN
David Jiménez[1]

La mano invisible de Adam Smith no ha podido controlar la especulación y los desequilibrios entre oferta y demanda desde siempre. Seguro que él, un moralista escocés, no contaba con que muchas democracias tendrían sistemas políticos con corrupción en las instituciones y en las empresas.

Hace cerca de 2 años,  la película Inside Job, “trabajo confidencial”, dirigida por Charles Fergusson ganó el premio Oscar por mejor documental en 2011. Ella  mostraba los orígenes de la crisis financiera en EE.UU en 2008 debido a la corrupción, el conflicto de intereses, que incluyó la traición de los académicos quienes defendían el sistema financiero; y al mismo tiempo con ellos como ahora en Colombia, a los “ benditos” consultores de las grandes empresas, calificadoras de riesgo corruptas hasta el tuétano. Por nombrar a algunos de los seres que encarnan y se benefician de los “problemas” de la desregulación del mercado de capitales, y sus consecuencias económicas y sociales desvastadoras para miles de miles que construyen con su trabajo honesto y esforzado este joven e ingenuo país.

El caso colombiano

Aquí, el mercado de valores y de capitales solo es vigilado por la Superintendencia financiera, adscrita al Ministerio de Hacienda y Crédito Público, de resto por la Bolsa de Valores de Colombia, DECEVAL y el auto-regulador del mercado de valores. Estos son los reguladores privados de dicho mercado, esto es,  opera bajo la feria de  los intereses privados de los empresarios de la especulación, la cueva de Rolando del capital financiero transnacional.

La desregulación para la inspección y vigilancia del mercado financiero y de valores ha provocado el colapso más grande la última década: la liquidación de la empresa de origen antioqueño Interbolsa, que tuvo como su antecedente de más bajo espectro a Factor Group, del que se hizo hasta hoy poco ruido, y se masticaron muchas nueces de parte del señor Vigoda, estrella fugaz del grupo SURA.

Al parecer la especulación con recursos de inversionistas terminó, Fabricato fue el trompo de poner, porque ya no podía cumplir con las obligaciones pactadas y los beneficios prometidos a estos. Esta solo fue la apariencia, la forma para dar a conocer su descalabro económico, sin que la gran mayoría pudiera conocer la fecha exacta del declive y corrupción sobre el uso de las inversiones y el aumento ficticio del precio de la acción de Fabricato. Pero eso sí, sus directivos sí pudieron hacer su agosto, pagándose jugosas primas y salarios, y poniendo a buen recaudo parte de sus fortunas personales.

Sin embargo, todos se preguntan a posteriori, dónde estuvo la Superintendencia financiera para darse cuenta de las inconsistencias de las operaciones de Interbolsa, y notar el rosario de funcionarios que se declaraban impedidos, desde el exministro de Hacienda para abajo, para dejar que la bola de nieve rodara cuesta abajo y en silencio; ó si los auto-reguladores privados, DECEVAL, fueron afectados por una intempestiva ceguera, digna de un relato de Saramago al revés, para dejar el mercado accionario en manos de piratas depredadores, y tampoco quisieron notar las trapisondas, las supuestas  “fallas” de la empresa Interbolsa.

Lecciones por aprender

En estos tiempos de la economía de mercados desregulados y globalización tout court, insinuar la regulación estatal al mercado de valores y financieros parece estar en otros tiempos del siglo XX, arrinconada como una antigualla. Así que, es obvio que este mercado global maneje discrecionalmente sus niveles de corrupción ad infinitum  para enriquecerse con la especulación y la ingenua codicia de los peces pequeños, sin tener en cuenta las consecuencias económicas que le puede traer a un país, sacrificado en el altar del capitalismo casino, cuando dichas operaciones no tienen éxito recognoscible a nivel nacional aunque llenen las faltriqueras de otros truhanes avisados a nivel regional y global.

En la crisis de Estados Unidos y Europa desde 2008, provocada por la desregulación, obrando a través de las hipotecas basura, las “famosas” subprime, todo el sector privado acudió a golpear las puertas del Estado, y Obama compró su elección a cambio del rescate descarado de los ladrones del erario; y algo similar ocurrió con casi todos  los Bancos Centrales para que intervinieran y salvaran financieramente con los ahorros y seguridades de los muchos a  los bancos privados piratas y ladrones.

 Así que el Estado volvió a ser un protagonista comparsa para salvar a los empresarios del mercado de capitales, más no para que se les inspeccione, vigile y regule constantemente. Se volvió a repetir la advertencia del demonio Marx, que calificó a los Estados del siglo XIX como una agencia administradora de los riesgos del capital.

En Colombia, a pesar de ser un país con alto niveles de corrupción, ubicado en el puesto 94 de 174 a nivel mundial en el informe presentado por Transparencia Internacional, sus autoridades, con el presidente a la cabeza, también deben atender y resolver los problemas ocasionados por la corrupción privada en el mercado de capitales. Para diseñar sin dilaciones una regulación especial para dicho sector con sanciones penales y económicas para los miembros de las juntas directivas y cuerpos directivos de las empresas.

Así mismo, el eufemista gobierno de la prosperidad debe regular el papel de la Bolsa de Valores de Colombia, Deceval,  y fijar sanciones severas para el autoregulador del mercado de valores, y castigar con la legislación que regula el pánico financiero a los que han esquilmado la riqueza colectiva. Se trata de no acabar de rasgar del todo el velo de la ignorancia bautizado confianza inversionista, por el anterior ocupante de palacio, y aprender con sentido práctico tanto las lecciones de la película Inside Job,  y en el plano local la sobreactuada tragicomedia de Interbolsa.


[1] Participante del Grupo Presidencialismo y Participación UNIJUS/COLCIENCIAS

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