lunes, 18 de febrero de 2013

EL CONTROL POLÍTICO: ¿PARA CONTROLAR O CONTROLADO?


EL CONTROL POLÍTICO: ¿PARA CONTROLAR O CONTROLADO?

David Jiménez[1
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La democracia colombiana con su rasgo liberal de la representación, tiene en los cuerpos de representación política como las Juntas Administradoras Locales, Concejos Municipales, Asambleas Departamentales y el Congreso de la República  los órganos encargados para que el Ejecutivo actué acorde a  su plan de desarrollo,  ceñido, se supone, a la constitución y la ley.

Las elecciones son la fuente de legitimidad de la democracia representativa. Una vez pasan éstas se establecen coaliciones de gobierno, sin tener más en cuenta plataformas ideológicas y programáticas de partidos políticos y programas de campaña, porque muchos de los representantes de los grupos y partidos perdedores se acomodan a los intereses del gobierno de turno.

Demos ejemplos reales

A nivel municipal, los concejales con sus coaliciones, el primer juego que tienen es cuando algunos se someten o se resisten frente a los Alcaldes, eligiendo por color político o meritocracia a los Personeros Municipales, algunos quedan sometidos al silencio para realizar debates y citaciones de control político porque sus cercanos colaboradores laboran como cuotas en la Administración Central o Descentralizada.

En consecuencia,  quedan amenazados con su cargo laboral, porque una vez que el concejal de marras realiza un debate de control político, moción de censura ó efectúa derechos de petición para consultar información que nadie conoce, de seguro corre el riesgo que saquen a sus inmediatos colaboradores políticos del puesto que ocupan.

A nivel departamental, los diputados quedan sometidos al Gobernador cuando eligen al Contralor “amigo” del Ejecutivo, porque así no se garantiza nunca una evaluación independiente a la gestión fiscal y de resultados del ente público. A su vez, cuando las Asambleas Departamentales entregan facultades extraordinarias y  autorizaciones de cualquier tipo al Ejecutivo, se desdibuja su papel de ser órgano de control político, ó quedan sometidos a guardar silencio.

A cambio, ocurre un trueque ordinario, elemental por puestos y contratos en las gobernaciones y sus entes descentralizados, que les garantiza a los diputados personas claves en las redes clientelares que les permite ser reelegidos, o ser promovidos luego a niveles congresionales, cuando los recursos “apropiados” se lo permitan.

En la geografía institucional nacional, en un peldaño superior, se tiene al Senado y la Cámara de Representantes. Ellos   tienen la misma tarea de las demás corporaciones públicas, de ejercer el control político a la administración. También tienen los “padres de la patria”, un función constituyente derivada para reformar la constitución, y la tradicional potestad legislativa para hacer las leyes.

 Al igual que sus pares en Departamentos y Municipios, los congresistas quedan sometidos, guardan silencio frente a los actos del Gobierno Nacional. La mayoría prefieren no hacer críticas, debates de control político o de votar negativamente proyectos de ley de iniciativa gubernamental, para hacer parte del “reparto negro” y el presupuesto disfrazado de diversas formas.

Estos hoy se encuentran enfrentados con una iniciativa de referendo, a cargo de un joven colega, Camilo Romero, quien tramita su revocatoria en pleno como estrategia limpia de campaña que redunde, por qué no, en su reelección.

Una insultante paradoja

Así que, el control político controlado, asegura complicidad a muchos gobernantes y demás gerentes de entidades públicas que los representan; que no los molesten con críticas, debates de control político y solicitudes de información. Se transforman con pocas excepciones en soldados y peones para que pronuncien  con solemnidad o el consabido cinismo que todo “está bien cuando en realidad no está”.

Y todo esto se repite,  porque estos congresistas, con sus jugosas pensiones atornilladas junto a las de los magistrados, tienen el poder de nombrar y remover funcionarios y de intervenir en los procesos de contratación. Es el modo de mantener incólumne la más deshonrosa y costosa de las “pirámides”, que hace palidecer a DMG, Interbolsa y Factor Group, para citar apenas los escándalos más recientes.

Por todo lo dicho, ha sonado la hora de activar el juicio político para todos los funcionarios de elección popular. Tomar en serio las recomendaciones que en 1980 hacía la politóloga y feminista Carole Pateman, cuando revisaba la Cultura Cívica en cinco democracias occidentales, un ejercicio de política comparada realizado por Sidney Verba y Gabriel Almond, publicado en 1963. Todo lo advertido sigue ocurriendo en el funcionamiento de las democracias liberales, y las que se acercan a ellas, después de medio siglo.

PD: En las diferentes corporaciones públicas de elección popular y bancadas al igual que en cualquier profesión u oficio; existen políticos y dirigentes con muchas capacidades éticas e intelectuales que no están controlados por la burocracia nacional y territorial.  Son islas de resistencia en medio de un mar proceloso infestado de “tiburones”.


[1] Politólogo Unal. Participante del Grupo Presidencialismo y Participación de la Universidad Nacional de Colombia. E-mail: presid.y.partic@gmail.com

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