Manifiesto Autonomista |
MANIFIESTO AUTONOMISTA ¿Qué queremos? Lo decimos y lo diremos toda las veces que sea necesario: transformaciones sociales y políticas profundas orientadas a la felicidad de las personas, a la emancipación humana, en justicia social e igualdad de derechos; avanzar en la construcción de un modelo de desarrollo sustentable humana, cultural, económica y medioambientalmente; con participación directa de las personas en la decisión sobre los destinos de cada una de ellas, porque cada una de ellas constituye lo que llamamos país. Apostamos por construir espacios y generar dinámicas donde la distancia entre lo “social” y lo “político” termine de barrerse desde la práctica: una que haga en lo local pensando en lo global, y viceversa. Pero nuestro tema central no es anunciar lo necesario o denunciar lo que falta: de eso ya se han escrito libros. Nuestro tema es intentar viabilizar aquello que creemos posible. ¿Desde dónde? Derecha, Izquierda, Centro. Los tres lugares comunes de la política chilena. Cada posición definida casi por antonomasia: no habría una sin la otra. Por razones distintas, no nos convocan las ideas de futuro que nos ofrecen derechas e izquierdas; entre otras cosas, por eso mismo: porque no creemos que el futuro solo tenga dos lados. Nuestro problema no es “no ser de derecha” ni tampoco reeditar el viejo “tercio de izquierda”. Nuestros sueños ya no caben en ese dial. Nuestros sueños son otros. Aprendemos y nos identificamos con la larga historia de intentos de emancipación de nuestro país y continente, pero de manera crítica, pues no creemos que sirva imaginar el futuro mirando por el espejo retrovisor. Hemos aprendido que eso que queremos no es un lugar, no es un momento, no es algo que se toma o arrebata a otros; si no algo que se ejerce, personal y colectivamente, desde hoy. En las últimas décadas las revoluciones se han hecho a punta de pistolas, billetes o de ambas; siempre contra alguien, ya sea sometiéndolo o exterminándolo. No pretendemos hacer un juicio histórico ni mucho menos valórico de otras épocas; sólo sabemos que esas formas de entender la revolución, no son las nuestras. La Revolución de la que hablamos aún no tiene nombre, y ojala nunca lo tenga; tampoco la pretendemos “empezar” nosotros, esto se desencadenó hace un rato; mucho menos anhelamos “terminarla”. ¿Acaso hay algo más reaccionario que decretar la partida o la llegada de una revolución?. No, a nosotros solo nos interesa vivirla, hacerla, ensancharla. La Revolución de que hablamos no es encargo para el futuro si no tarea para el cotidiano, revuelta, transformación de todas nuestras circunstancias presentes. Los y las autonomistas intuimos que la nuestra no es simplemente una época de cambios, sino más bien, un cambio de época y queremos ser parte de eso desde la convicción de que este cambio puede ser mejor para muchos, para la mayoría, para todos ojala. A nosotros no nos basta con que se democratice la derecha ni se resetee la izquierda. El desafío hoy es distinto e incluso un poco más atrevido: queremos tratar reimaginar la política entera desde el más puro y claro sentido común. Esto exige volver, como nunca antes, a apropiarnos del presente con todas las limitaciones que este tiene, y que son también nuestras propias limitaciones, pero considerando también todas las posibilidades que representa y que muchas veces no logramos apreciar ni dimensionar. No pretendemos tener todas las respuestas, pero si nos urge tratar de hacernos las preguntas correctas. ¡Todas las veces que sea necesario!. Si algo en común han tenido los revolucionarios de toda índole y toda época, no ha sido el don de la clarividencia ni los a priori, sino el de abrir nuevos horizontes para la emancipación humana ahí donde parecía no haberlos. No se trata de relativismo; si no de hacer política desde la vida real: esa donde nos equivocamos, donde la esencia errorista del ser humano se expresa, explaya y donde no paramos de aprender. Creemos necesario y posible inaugurar una nueva forma y espacio para hacer política, que aporte a la emergencia y articulación de un otro actor político, una nueva identidad, un nuevo sentido común: ese que sentenciará que un esfuerzo como el nuestro no solo es necesario, sino posible. Es más, esta otra identidad, surge para ser superada; exige de sí misma la cualidad de la transformación, de la superación de sí misma. ¿Si no cómo? Habitamos un lugar donde la ideología es tan importante como la ética o lo individual como lo colectivo. Un lugar en el que la diversidad social, étnica, religiosa, cultural, regional, sexual, y de todo tipo, no son “descubrimientos” ni “temas emergentes” de estos tiempos, sino parte de su esencia. Un lugar donde la problemática medioambiental no es la coyuntura de moda: sin planeta, no hay proyecto político posible sea este verde, rojo o azul. El Autonomismo supone un lugar en el que se puede ser radicalmente crítico al orden capitalista que rige nuestras vidas, sin que eso se transforme en una excusa para no avanzar ni para no ser felices también hoy. Este espacio llamado Autonomía apunta al desarrollo y ejercicio del derecho humano elemental de las personas o colectividades de decidir sobre su propio destino en la búsqueda de su felicidad. Las y Los autonomistas nos rebelamos contra toda forma de injusticia, desigualdad y discriminación. Las y Los autonomistas aspiramos a construir una sociedad de personas libres, cuyo único límite sea la responsabilidad ética en el ejercicio de esa libertad. Las y Los autonomistas decidimos y nos hacemos cargo. Al Autonomismo no le preocupa meter la pata; si le urge sacarla rápido. Las y Los autonomistas creemos profundamente en la Democracia, una en la que se vota pero también se participa y decide. Las y Los autonomistas no buscamos el poder, lo construimos y lo socializamos. El Autonomismo cree urgentemente necesario traspasar, transgredir, jugar, conciente y responsablemente, pero jugar, con todo lo de incierto que eso implica. Las y Los autonomistas no pasamos a llevar... pero tampoco pedimos permiso. Aprovechamos cualquier espacio que dé la constreñida franja de participación actual; pero sobre todo, inventamos todos los espacios y dinámicas que nos sean necesarias y posibles. Reivindicamos, promovemos y reconocemos todo esfuerzo de transformación de base, así como también la necesidad de que estos se esfuercen en encontrar causes comunes de articulación y expresión política a escalas mayores. Para las y los autonomistas no hay grande ni pequeño: la autonomía y autodeterminación, han de ser totales. El Autonomismo no tiene vocación de minoría, ni de facción. Pero tampoco sufre de la soberbia de la hegemonía. Somos en permanente construcción: No un a priori. Nos demoraremos lo menos posible, pero todo lo que sea necesario. LOS AUTONOMISTAS VAMOS A SER GOBIERNO MOVIMIENTO SURDA ENERO, 2009 |
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