LA
CRISIS: CAFÉ Y CACAO
David Jiménez[1]
En un recorrido sobre el
Nordeste Antioqueño, los pequeños productores de café y cacao (personas con
predios de menos de 100 hectáreas), se comprueba que afrontan una de las peores
crisis, se están empobreciendo cada vez más. Les aclaro en seguida los
siguientes puntos a discutir por ambos sectores.
Los
cacaocultores
La cacaocultura, afronta una
especie de monopsonio, pues solo dos son los compradores de sus productos, la
empresa Nacional de Chocolates y la Casa Luker. La mano invisible de Adam Smith
parece jugarle mal a los cacaocultores.
Estos gremios económicos cuasi todopoderosos deciden el valor de compra;
pueden importar cacao para presionar la disminución de los precios internos del
producto, afectando el ingreso de miles de familias que subsisten en el sector.
Es obvia la falta de
regulación e intervención del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural para
evitar las prácticas de los grandes del sector de chocolates en Colombia,
porque si esperamos que la mano invisible del mercado solucione los
desequilibrios entre oferta y demanda, los campesinos estarán más pobres.
Así mismo, las reglas de los
créditos con las entidades financieras para renovar y rehabilitar cultivos, son
más costosas que el precio real, profundizado con la caída del precio para la
venta a los dos compradores del mercado nacional, algunos señalan que es fácil
señalar un monto para rehabilitar por hectárea, desconociendo los verdaderos
costos de insumos y de mano de obra en el mercado , el estado de las vías
terciarias y la geografía, en pocas palabras, no es lo mismo San Vicente de
Chucuri (Santander) que Anorí
(Antioquia).
Por otro lado, la locomotora
del desarrollo agropecuario, no brinda asistencia técnica continua y permanente
a los cacaocultores con personal de tiempo completo. El Gobierno Nacional
desconoce la capacidad fiscal de los municipios de categoría sexta que no
pueden contratar personal de tiempo completo para estas actividades ó lo peor
de todo, no tienen presupuesto para cofinanciar un proyecto de asistencia
técnica con las Secretarias de Agricultura Departamental y/o entidades nacionales (ICA, Minanagricultura).
Los
caficultores
Las familias campesinas que
subsistente del café vienen desde el siglo XIX. El Gobierno Nacional desde hace
décadas ha dejado la producción, asistencia técnica, comercialización y
distribución nacional e internacional en manos de la Federación Nacional de
Cafeteros.
Los cafeteros, con la famosa
contribución cafetera que se traduce en impuestos para financiar la burocracia
de Fedecafé más la caída del precio, se están empobreciendo al igual que los
cacaocultores.
Los técnicos de Fedecafé no
están de forma continua en un determinado municipio, están en los más
productores, y las entidades municipales invierten poco por su falta de
capacidad fiscal en asistencia técnica agropecuaria de calidad y permanente. De
este modo, los cafeteros sufren al igual que los cacaocultores: precios bajos,
subsidios escasos y poca asistencia técnica. De esta manera, las federaciones
no deben convertirse en clubes sociales y exclusivos para élites empresariales
dentro de cada sector, se debe aumentar su participación en todos los
escenarios económicos y políticos de los pequeños productores en la formulación
e implementación de políticas públicas para el bienestar y calidad de vida de
la mayoría de las familias campesinas caficultoras.
La asistencia técnica, los créditos
con tasas de interés subsidiado, y el control del monopsonio de los compradores
en el mercado; la intervención en la economía es una tarea que el Estado no
debe abandonar al libre mercado; porque la mano invisible no controla la
corrupción privada del sector financiero y empresarial, tal como está probado en las crisis
económicas en Estados Unidos y Europa; la falta de control termina en
especulación que se traduce en desempleo y pobreza.
PD: La locomotora del
desarrollo agropecuario en la Unidad Nacional, tiene que decidir si coloca en
primera categoría a los campesinos pobres, o si sigue empobreciendo ó no a las familias campesinas,
cacaoteras y caficultoras, con sus políticas desorientadas que afectan la
calidad de vida e ingreso de millones de personas, en beneficio de una infinita
minoría que los explota sin contemplaciones. Es una tarea para el presidente
convaleciente, y para el vicepresidente que no se designa a ser arrumado en el
cuarto de los muebles viejos.
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