domingo, 28 de junio de 2015

LAS “GARANTÍAS” ELECTORALES: ¿UNA FICCIÓN?

LAS “GARANTÍAS” ELECTORALES: ¿UNA FICCIÓN?

David Jiménez[1]

La reforma constitucional de la reelección presidencial en 2004,  trajo como antídoto frente al desequilibrio de la competencia electoral la expedición de la Ley 996 de 2005 conocida como “Ley de Garantías”, pero ésta no trajo ni lo uno ni lo otro.

Un aspecto fundamental del sistema político, de su rendimiento, es la financiación de campañas políticas, bajo la adopción del sistema mixto, es decir, la financiación de campañas con recursos privados y públicos.

Las autoridades electorales representadas en el Consejo Nacional Electoral no tienen  la independencia ni capacidad técnica y operativa para detectar, inspeccionar y sancionar la financiación ilegal de campañas políticas.  A su vez,  si es un órgano electoral para vigilar las elecciones, los magistrados son elegidos por las mayorías del Congreso de la República, aplicándose la manida fórmula clientelar: “Yo te elijo para que vigile mi campaña”.

La construcción de la democracia 

La construcción de la democracia en Colombia no puede ser garantía para los que tengan dinero para hacerse elegir en campañas políticas, pero contando con instituciones políticas – autoridades electorales – con autonomía e independencia del poder político y económico.
De una parte, mientras los congresistas puedan sugerir y gestionar inversiones en Departamentos y Municipios tienen también la puerta para hacer proselitismo político; instrumentan la inversión llevada a su “feudo electoral” de manos del presupuesto nacional, sin ningún tipo de control para enfrentar a los que no pertenece a las coaliciones legislativas y de gobierno.

Por otra parte, los órganos de control y la Fiscalía no tienen suficiente personal y capacidad para hacer presencia en 1100 municipios para detectar y sancionar los delitos electorales y el mal uso de recursos públicos, con lo cual los candidatos opositores a gobernaciones y alcaldías no tendrán garantías en relación a que sus denuncias tengan agilidad y eficiencia ante la Procuraduría, Contraloría y Fiscalía.  

El problema se agrava

El problema se profundiza aún más, desde 1991, ni el Congreso en conjunto con el Gobierno no ha logrado expedir un estatuto de oposición, para brindar garantías en la competencia electoral y en el ejercicio del poder político, mientras tanto seguiremos sujetos  al capricho de los presidentes, gobernadores y alcaldes cuasi todopoderosos, con sus “mayorías de papel”, sin ningún tipo espacio para la oposición política; y con un sistema de pesos y contrapesos desbalanceado a favor de un Presidente con su coalición.

¿Dónde controlan las entidades del Estado en la Rama Judicial, los órganos de control, y las entidades descentralizadas?. Ahora, dizque con la llamada reforma de equilibrio de poderes buscan restablecerlo.

 ¿“Restablecer qué?”, si toda la historia del régimen y sistema político, la élite que está en el poder se beneficia a sí misma y nunca ha existido garantías a la oposición política, sobre todo donde se respete mínimamente el derecho a la vida.

Para terminar, la Ley de Garantías la publicitan el bipartidismo tradicional y el reencauchado porque prohíbe inaugurar obras, modificar la nómina estatal, entre otros; pero, para nada reducen ni la corrupción y el clientelismo. La garantía para una democracia joven y endeble no puede ser ventaja para el que tiene suficiente dinero, o quien está en el poder, para conservarlo para su grupo político se valga de todas las clientelas e impunidad, en desventaja descarada de las otras opciones políticas a nivel nacional, regional y local.




[1] Politólogo y estudiante de Maestría en Estudios Políticos de la Unal, integrante externo del Grupo Presidencialismo y Participación. E-mail: presid.y.partic@gmail.com

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