jueves, 13 de agosto de 2015


EL PETISO SE LAS TRAE. PASADO Y PRESENTE: BARÇA Y SEVILLA.

miguel angel herrera zgaib

                                                                           Al comienzo de esta semana, el comentario del fútbol global giró en torno a un partido memorable, por la cantidad de goles, 5-4, entre Barcelona y Sevilla, el récord alcanzado por Lionel Messi, y las preguntas que hizo públicas Luis Enrique, el nuevo y "campeonado" director del Barça.

Aprovechando la visita de mi hermano Marco Aurelio, aficionado al fútbol, como lo soy también, estuvimos comentando sobre lo que nos mostró este partido. Al respecto, quedó claro que el Barça no tiene una defensa efectiva, que siquiera se le aproxima a la solvencia y contundencia de su delantera.

Tampoco es explicable, porque el entrenador sacó a Mascherano, para colocar un reemplazo bastante flojo, y que parece ser de las preferencias del DT. La cara de disgusto de aquel son parte de este expediente.

Está claro, igualmente, que al Barcelona, con los trotes del fútbol global,  la "gasolina" no le alcanza para jugar más de 60 minutos. Que el juego de Messi, de toques corticos, en pareja, es un estilo que no sorprende a nadie, y que, por el contrario, perjudica al conjunto del equipo.

Que el Sevilla, a contrario del Barça se jugó todo el tiempo, y pudo haber resultado, no solo empatando, sino hasta ganando el encuentro. En suma, pareciera que esta vez se juntaron el presente y el glorioso pasado del melting pot que es, y sigue siendo el fútbol español, porque aquí confluyen las estrellas de cinco continentes, y de modo particular, las suramericanas. 

Y no hay duda, que el Barça, con todo y su decadencia, aunque gane, tiene a cuando menos cuatro alineadas, Neymar, Messi, Suárez y Mascherano. Es posible que la UEFA lo reconozca al escoger por estos días el mejor jugador en Europa.

No sería de extrañar que lo fuera Lionel Messi, "el petiso de oro", después de su último título, donde, además, mostró su creciente habilidad para hacer goles con pelota quieta. Esta vez fueron dos pepinos, que le pusieron sabor y verdor a la ensalada futbolera.

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