sábado, 17 de junio de 2017

EL GOBIERNO SANTOS SIN LECCIONES PARA MADURO

EL GOBIERNO SANTOS SIN LECCIONES PARA MADURO

David Jiménez[1]

Pretenden dictarle a Venezuela pautas cuando su país está en llamas
Nicolás Maduro

En meses pasados, el régimen político venezolano adoptó a través del Tribunal Supremo la suspensión de las funciones de la Asamblea Nacional de aquel país, controlada por la oposición política interna y externa. La medida causó críticas de todos los lados del continente, y en Europa.

El diseño de la democracia moderna, constituido por Montesquieu o Locke, en particular, la división de poderes es un elemento indispensable para el sistema político democrático liberal hasta nuestros días.

Sin embargo, en Colombia, al gobierno de turno y a la oposición del CD parecen preocuparle mucho el destino de Venezuela. Empero, aquí tenemos un sistema de gobierno presidencial que controla el Congreso de la República, cuando nuestro poder legislativo, por el contrario, no está suspendido judicialmente de sus funciones.

Neopresidencialismo y superclientelismo en Colombia

Sin embargo, los congresistas que no parlamentarios llevan en Colombia dos siglos haciendo la tarea de notarios, y negociando debajo de la mesa con el Ejecutivo. Sobre todo, después de la reforma político administrativa de 1968, cuyos principales artífices fueron Jaime Vidal Perdomo, y el presidente Carlos Lleras Restrepo. Peor aún, la Constitución de 1991, en su diseño, en algunos aspectos progresiva, instauró en cambio más de lo mismo: a un presidente que corona la pirámide clientelista.

Este neo presidencialismo aparece cobijado dizque por la transparencia del DNP  y el CONPES, mientras que el Congreso no tiene modo de controlar los  consabidos repartos presupuestales, que se califican de mermelada por las denuncias reiterativas del Centro Democrático, que ahora padece de relativo ayuno, porque, eso sí, cobran puntualmente su paga como congresistas viajeros.

En este sentido, para nada sobra recordar una frase del ex magistrado Carlos Gaviria “si la democracia es el gobierno de las mayorías, ¿cómo es posible que las mayorías estén desprotegidas y se encuentren en la pobreza o en la miseria?"[2].    

Porque resulta inexplicable que una mayoría de congresistas que dizque representan a los Departamentos y Municipios, cuyos territorios se mantienen en recurrente e insultante pobreza y violencia, mientras que la riqueza colombiana sigue en poder de unos pocos, y los pobres en su mayoría no están representados por el interés general en el Congreso de la República.

La hipocresía internacional  

Nadie a nivel internacional como Estados Unidos o la Unión Europea, le importan cómo funcionan las instituciones políticas, al tener un presidente que controla las demás ramas del poder público, donde la tal división del poder ni el sistema de pesos y contrapesos funcionan, porque están cooptados.

Por otra parte, algunos a nivel internacional les repugna el llamado de Nicolás Maduro a una Asamblea Constituyente para resolver la crisis. Pero en Colombia, algunos municipios utilizaron la herramienta constitucional de la consulta popular, para decidir si querían o no actividades mineras en sus territorios.

Sabida es que la ciudadanía decidió en contra de la minería; enseguida lo que el Gobierno Nacional intenta primero es desconocer los resultados democráticos. Pero, nadie, ni en la Unión Europea o Norteamérica se manifiesta sobre cómo un gobierno desconoce autoritariamente un resultado electoral.

 Porque en este caso sus multinacionales son las afectadas por la democracia directa y popular; no les ofrece en bandeja más privilegios mineros como acostumbran las instituciones representativas cooptadas desde la colonia española hasta nuestros días.

¿Y el ruido constitucional y legal?

También es sabido que, en 1991, Colombia adopto un modelo de república unitaria descentralizada, recientemente el Concejo Municipal de Jericó (Antioquia) aprobó prohibir actividades mineras en su territorio, pero el gobierno nacional también pretende desconocer las instituciones políticas representativas locales.

Ni que decir del Plebiscito sobre la negociación de paz con las Farc-Ep. Ganó el NO por algo más de 50.000 votos. Lo primero que hizo el gobierno fue refrendarla por una de las instituciones políticas más desprestigiadas, el Congreso. Tampoco nadie en el extranjero menciono nada. Ahora, continuando la cadena, que no nos resulte extraño cuando se desconozcan consultas populares, referendos o decisiones de autoridades locales a futuro por parte del Gobierno Centralista.

No hay duda, el Gobierno Nacional le teme más todavía a la democracia real y participativa, así que Santos no tiene mucho para mostrar, y menos darle lecciones a otro gobierno, el de Nicolás Maduro, y sus oponentes, quienes, son  iguales o peores que el nuestro.

En cantados todos, con preservar sus privilegios, y rezongar cuando los pierden frente a los nuevos inquilinos del solio de Bolívar.  La cura, por supuesto, está en la democracia, en la participación ciudadana con plenos poderes constituyentes y destituyentes, de la que habló Carlos Marx, en sus notas críticas sobre la filosofía hegeliana del derecho público, durante la primera mitad del siglo XIX. Conviene pasarle revista, en estos tiempos de “cacareos democráticos” y de supuestos “demócratas”.



[1] Politólogo, magister en estudios políticos. Participante externo del grupo Presidencialismo y Participación. E-mail: presid.y.partic@gmail.com
[2] Revista Semana, 10 de abril de 2006

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