sábado, 21 de julio de 2012

EJECUTIVO-LEGISLATIVO: independientes o dependientes


EJECUTIVO-LEGISLATIVO: independientes o dependientes

David Jiménez[1]

Las diferencias entre los sistemas de gobierno presidencial y parlamentario  han sido estudiadas por Giovanni Sartori (2003)[2], Gianfranco Pasquino (2004)[3] y George Tsebelis (2006)[4]. Al respecto, ellos precisan, para el primer sistema, la elección directa y por voto popular del Presidente y el Congreso para un periodo fijo; el Presidente es Jefe de Estado y de Gobierno, no existe moción de censura para remover del cargo por parte del Congreso y viceversa, y existe separación  e independencia de poderes.

Para el segundo sistema, el parlamento es elegido popularmente. El Primer Ministro es elegido por el parlamento, y es Jefe de Gobierno; existe el voto de confianza para remover del cargo a los gobernantes en los poderes Ejecutivo y el Legislativo por parte de cualquiera de estos, y, además, el poder Legislativo-Ejecutivo son dependientes.

Por otro lado, el reciente trabajo de Tsebelis (2006), Jugadores con veto, señala que la agenda legislativa en el sistema parlamentario es controlada por el Gobierno y en el sistema presidencial por parte del congreso; y respecto a una crisis,  cuando ocurre en el sistema parlamentario se le denomina crisis de gobierno y para el segundo, tiene el carácter de crisis del régimen presidencial.

¿Qué ocurre en Colombia?

El Presidente de la República es elegido por voto popular y directo del pueblo para un periodo de 4 años, con posibilidad de reelección inmediata por un tiempo igual. El congreso es elegido por un distrito para Senado de representación nacional y 33 distritos electorales para la Cámara de Representantes con posibilidad de relección indefinida hasta el tiempo de jubilación forzosa.

La agenda legislativa, que se nutre de las iniciativas del presidente prometidas en campaña (Alianza por el Cambio de Pastrana, Primero Colombia de Uribe y la Unidad Nacional de Santos) necesitan contar con una coalición suficiente para dar trámite legislativo a los proyectos de ley y de reforma constitucional.

En particular, durante los dos años del gobierno actual de Juan Manuel Santos, la agenda legislativa no ha sido controlada por el congreso como señala Tsebelis (2006). Para el sistema presidencial, los partidos políticos con representación en el Congreso han dado trámite a toda iniciativa gubernamental, dejando a un lado el papel de los legisladores y los partidos políticos para promover proyectos basados en sus plataformas ideológicas y programáticas, como resultado de la Unidad nacional. 

Este congreso ha dado trámite a leyes en tiempo record como  la Ley Lleras 2.0 para ser sancionada al lado del Presidente Obama en plena cumbre de las Américas, obviando las discusiones académicas y ciudadanas sobre los efectos normativos en la libertad de información y reproducción de está en los sitios web.  Hasta aprobaron la Reforma Constitucional a la Justicia sin leer y discutir el borrador aprobado en conciliación, porque, en últimas, el  Ministro de Justicia de entonces, les dijo a los Representantes a la Cámara “misión cumplida”, lo cual suponía el visto bueno necesario de parte del ejecutivo en función “soberana”.

Por otra parte, en los sistemas presidenciales existe independencia y separación de poderes, pero en el Congreso Colombiano, los debates de control político sobre política social, economía, agricultura y seguridad han quedado subordinados al Gobierno de la Unidad Nacional; como dice Tsebelis, a una coalición exagerada que solo tiene en la oposición al pequeño partido Polo Democrático Alternativo PDA, y algunos uribistas “pura sangre” que no aceptan el encuadre de la Unidad Nacional.

Además, la constitución de 1991 cuenta con la herramienta de Moción de Censura para aplicarla cuando los Ministros no cumplan cabalmente sus funciones y asuman una responsabilidad política. En la Unidad Nacional no ha sido utilizada a pesar de los problemas manifiestos en seguridad, pobreza, regalías y restitución de tierras. En comparación con el gobierno de Uribe dónde tres ministros Fernando Londoño, Juan Manuel Santos y Andrés Fernández fueron llamados por  el Congreso a una moción de censura que no prosperó, pero ahora no se hace ni el intento.

Incentivos para la gobernabilidad con dependencia

Los partidos políticos con representación en el Congreso en la llamada coalición de Unidad Nacional, tienen incentivos para cerrar las puertas a los debates de control político y sus iniciativas propias legislativas y constituyentes. Tales incentivos tienen un solo nombre: “burocracia”, para nada en términos de racionalidad administrativa weberiana, sino en la asignación clientelista de empleos públicos para obtener a cambio apoyo legislativo. El otro instrumento de “gobernabilidad” es la intermediación con congresistas para llevarles inversión pública a municipios  y departamentos con la revisión y aprobación previa de un legislador.
Peor aún, dicen por ahí que  los alcaldes y gobernadores de tener amigos por fuera de la coalición gubernamental y de las comisiones económicas del congreso, es tener menor inversión por parte del presupuesto general de la Nación.

En pocas palabras, la dependencia de congresistas al Gobierno, obedece a los  “naturales” apetitos electorales para asegurar su relección, a la vista de sus campañas  intensivas que arrancan en 2013. Más aún,  en este año 2012 se aprueba el Presupuesto General de la Nación, el combustible requerido para un año pre-electoral, y, lo que es más importante, el Presupuesto Bianual del Sistema General de Regalías.

Una propuesta pensada desde la política comparada

En el sistema electoral de los Estados Unidos, con mejores controles clientelistas, pero con discrecionalidad en los recursos financieros, la elección del Presidente es cada 4 años, del Senado cada 6 y de la Cámara de Representantes cada 2 años, con renovaciones parciales regladas con cierto casuismo, que responde a las dinámicas histórico de un sistema federalista de estados con autonomía relativa. [5]  

Con este diseño, el sistema electoral permite, de modo general, que no exista un partido político con autoridad plena en la agenda legislativa sin contar con un jugador con veto. Por ejemplo, a Bill Clinton al final de su mandato le tocó una Cámara republicana con el liderazgo de Newt Gingrich[6],  y al republicano George W. Bush con la demócrata de Nancy Pelosi.

Siempre es posible el escenario de la “cohabitación”, sin que la gobernabilidad se afecte necesariamente, con la cual se induce la negociación de los grupos de interés propios del modelo pluralista, o poliárquico como lo denominó años atrás Robert Dahl, distinguiéndolo de los órdenes democráticos, que son reemplazados por sistemas “democráticos” regidos por el gobierno elitista.

Para nuestro caso, si las elecciones legislativas no fueran en el mismo año que se elige presidente sino dos años después, las coaliciones y las promesas de campaña de candidatos electos permitiría una mejor calidad e independencia de la Rama Legislativa en Colombia, como sería si el Congreso se eligiera en 2012 y 2016 por fuera de la elección presidencial, las propuestas y la agenda serían distintas. Mejor aún, los acuerdos tendrían un tamiz ciudadano en parte efectivo. Obligaría a una cierta, necesaria fidelidad al electorado; y a un trabajo concienzudo de comunicación no con los arreglos caciquiles acostumbrados, sino con el grueso de los ciudadanos que eligen a senadores y representantes.

¿Qué  del Informe  Presidencial al Congreso cada 20 de Julio?

El Presidente de la República en la instalación de las sesiones ordinarias del Congreso, los 20 de Julio de cada año, deberá optar por un verdadero informe ejecutivo: claro en sus resultados y propósitos,  con la apoyatura de  cifras ciertas sobre la evolución efectiva de lo proyectado y conseguido.

En particular, para países que como Colombia, no tienen una consolidación democrática, un informe presidencial ha de contener, como mínimos requeridos: los índices de concentración (propiedad y el ingreso), pobreza, necesidades básicas insatisfechas; al igual que los índices de cobertura y calidad educativa, seguridad, productividad y competitividad, garantía de los derechos humanos y fundamentales articulados, acotados  en el llamado “bloque de constitucionalidad”. Y por supuesto, un claro balance fiscal y macroeconómico de la actividad cumplida cada año.

De este modo se rinden cuentas al país nacional con solvencia y veracidad, con el mínimo de recursos retóricos. No ha ocurrido así, con los informes rendidos por el expresidente Uribe, y Santos, su sucesor, conforme a lo escuchado públicamente. De ahí que no sea fácil, para un ciudadano común y corriente, aceptar que el país va bien con su política social y económica, porque lo dijo el presidente. Y para precaver de una vez por todas, que se acabe con aquel “inri de la política pública colombiana” que repetía hasta el cansancio  la célebre frase: “la economía va bien, pero el país va mal”.

PD: Ahora bien, dicho lo anterior, será posible, con lo sucedido en el Departamento del Cauca, debates de control político en el Congreso de la República, donde se escuchen las voces del partido de gobierno, la reacción , la izquierda y del Puro Centro Democrático?


[1] Participante del Grupo Presidencialismo y Participación UNIJUS/COLCIENCIAS
[2] Sartori, G (2003). Ingeniería constitucional comparada. México D.F: FCE
[3] Pasquino, G. (2004). Sistemas políticos comparados. Buenos Aires: Prometeo
[4] Tsebelis, G. (2006). Jugadores con veto. Como funcionan las instituciones políticas. México D.F: FCE
[5] Una tercera parte cada 2 años
[6] Fue precandidato presidencial republicano en 2012

No hay comentarios: