LA
DEMOCRACIA Y LA “CONFIANZA” INVERSIONISTA
“Mi mandato no procede del pueblo europeo”
Cecilia Malmstrom, Comisaria de Comercio en la Comisión
Europea (Zizek, 2016, 20-21)
“la implicación más grave es para los pacientes, pues si
las compañías desconfían de las reglas del país se puede retrasar la llegada de
medicamentos que requieren”
María Cristina Álvarez, presidenta de Novartis en
Colombia, El Colombiano, Junio 28 de 2016
Slavoj Zizek (2016)[1]
plantea el fortalecimiento de un ataque a la democracia, que consiste el
derecho a las empresas de demandar a los Estados y a sus gobiernos elegidos
democráticamente cuando una política determinada afecta sus beneficios.
Con lo anterior, vale la
pena preguntar, ¿sirve la democracia y las elecciones?, a la hora de elegir
parlamentos y gobiernos por determinadas promesas de campaña que buscan atender
las necesidades y demandas de los ciudadanos al interior del sistema político;
cuando las decisiones de estos quedan sujetas a los acuerdos y tratados de
libre comercio, donde una determinada política pública que afecte los
beneficios y el patrimonio de las empresas o corporaciones, estas últimas
pueden demandar a los Estados con el fin de obtener indemnizaciones cuantiosas,
que a la postre son financiadas por todos los contribuyentes que pagan
impuestos.
Ahora un aspirante a ser
Presidente o Primer Ministro, sea de izquierda o de derecha en los sistemas
políticos democráticos que pretenda defender el medio ambiente de los desechos
tóxicos o nucleares, proteger los bosques, declarar zonas libre de minería,
controlar los precios de los medicamentos para que millones de personas puedan
acceder a servicios de salud, aumentar impuestos a las grandes empresas para
financiar política social o cualquier medida que afecte los ingresos y
beneficios de las grandes empresas nacionales y transnacionales, lo pueden
hacer, pero dispuestos a pagar multimillonarias condenas en tribunales pactados
en los “socorridos” Tratados de Libre Comercio.
El
caso griego
Tenemos el caso de Grecia,
con la llegada de la izquierda al poder; con su propuesta social y económica,
están bajo tutela del Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, por más
democracia y propuestas críticas recogidas por Platón, Aristóteles y Sócrates
quienes fueron los primeros críticos del autogobierno en el mundo antiguo.
Ellos no se imaginarían el
poder de los órganos supracionales y de las organizaciones privadas para
influir en las políticas gubernamentales en contravía de las decisiones de los
ciudadanos. Aunque sí conocieron y padecieron las experiencias de la liga de
Delos y del Peloponeso. En tiempos actuales el debate electoral no se da en el
Ágora sino en las elecciones y el resultado de las políticas no depende de éstas,
sino de los pactos y tratados comerciales internacionales.
Por otra parte, la Corte
Constitucional en este 2016, el máximo órgano jurídico en Colombia, quienes sus
integrantes son elegidos por el Senado de la República quien se nombra por
votación popular, tomo decisiones transcentales en defensa del territorio:
exclusión de paramos de la actividad minera, consulta previa con indígenas y
comunidades afrodescendientes para el desarrollo de proyectos mineros y declaro
la inexequibilidad de la norma que prohibía a Departamentos y Municipios
restringir territorios de la minería.
Pues bien, ahora los
privados afectados amenazan al Gobierno colombiano con demandas en tribunales o
cortes internacionales para obtener indemnizaciones por afectar sus proyectos y
beneficios al restringir la actividad minero-energético amparándose en pactos y
tratados internacionales.
En la otra esquina del ring
global, se encuentra Alejandro Gaviria, controvertido Ministro de Salud quién
se enfrenta a la industria farmacéutica que dizque defiende la confianza inversionista
y la propiedad intelectual de patentes para desplumar a los pacientes.
¿Por
qué?
El gobierno pretende
controlar precios de medicamentos de alto costo en el país en un sistema de
salud donde acceder a servicios de esta naturaleza es, por demás, para grupos
privilegiados que pueden tener pólizas o medicina prepagada para cubrir los
tratamientos médicos de forma ágil y oportuna, o sus EPS, las menos, les
garantiza todos los servicios con calidad.
En los anteriores casos, la
democracia liberal que se expresa mediante el voto popular directo o indirecto
de los sistemas políticos, descubre que las plataformas políticas no dependen
si el candidato es de izquierda o derecha, sino del mismo capitalismo global
que a través de los tratados de libre comercio y acuerdos comerciales le
garantiza a las empresas la defensa de sus intereses y beneficios por encima de
lo que disponga el gobierno elegido por los ciudadanos.
Si el gobernante implementa
una política que los afecta, estos entes transnacionales y globales privados
pueden obtener reparaciones económicas cuantiosas. ¿quién manda a quién en el
orden político y económico actual: las
empresas o los ciudadanos?
* Politólogo, magister en estudios
políticos. Participante externo GPYP UNAL. E-mail: presid.y.partic@gmail.com
[1] Zizek, S. (2016). La nueva lucha de
clases. Los refugiados y el terror. Barcelona: Editorial Anagrama
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