PAZ
CON SABOR NEOLIBERAL
David
Jiménez[1]
“La paz es pagable”
Christine Lagarde, Directora del FMI, Portafolio, 27 de
septiembre de 2016
El
acuerdo de paz firmado por Juan Manuel Santos en nombre del Gobierno Nacional y
Timoleón Jiménez “Timochencko” en representación de las FARC-EP, el día 26 de
septiembre de 2016 en la ciudad de Cartagena, tiene otra mirada más allá de ese
evento protocolario, la paz neoliberal.
Mencionar
“paz neoliberal” es hacer alusión al
sistema económico de libre mercado y libre comercio con un Estado Mínimo, donde los derechos sociales y económicos no quedan a
cargo del Estado sino del sector privado y el mercado, porque el “Acuerdo de
Paz” no establece nada del modelo económico, el cual es la fuente de la
inequidad y desigualdad social histórica.
La
presencia de Christine Lagarde como Directora del Fondo Monetario Internacional
–FMI-, es una garantía que el Estado Colombiano no está ni va ad-portas del Castro-chavismo,
porque el acuerdo no cuestiona el papel del sector privado y del mercado en la
economía, mucho menos pretende el gobierno de la “prosperidad democrática”
nacionalizar los recursos minero-energéticos.
En
la entrevista para el Diario Económico Portafolio, la directora del FMI
manifestó que el Acuerdo va “de la mano de la estabilidad macroeconómica y la
sostenibilidad fiscal”, con lo cual, los criterios de sostenibilidad fiscal
irán por encima de todo para implementar la paz colombiana. Tampoco los grandes
empresarios y el sector financiero han dejado claro, si aumentará el
crecimiento económico por hacer tránsito a la paz; si solo ganarán mayores
utilidades y dividendos, o si, para nuestra incredulidad, los dividendos de la
paz los obtendrán millones de trabajadores y campesinos, quienes gozarían de
aumento de sus ingresos y salarios reales.
Ahora bien, no hay certeza si por razones
fiscales o de estabilidad macroeconómica desde el FMI al Gobierno Nacional, y
no por la fuente tradicional de legitimidad democrática que será la
refrendación de los acuerdos mediante el Plebiscito del 2 de octubre de 2016,
se busca la “construcción de paz estable y duradera”.
Entonces podría ocurrir que el gobierno no
implemente la reforma agraria integral porque el estudio de la Misión para la
Transformación del Campo Colombiano la cuantifica en 190 billones de pesos de
2016 a 2030. Por otra parte, la
intención del Gobierno de ingresar al “club” de la OCDE, tiene pendiente la
asignatura doble de la reforma tributaria y pensional, con la que busca
aumentar los ingresos y disminuir el gasto en pensiones; y muy seguramente
privilegiar los fondos de pensiones privados, que, con los dineros de los
trabajadores, financiarían las autopistas 4G.
Desde la otra orilla están los mineros
tradicionales e informales, muchos en zonas de conflicto con presencia de
grupos armados ilegales y bandas criminales, tal como sucede en el Bajo Cauca y
Nordeste en el Departamento de Antioquia. A hoy, ellos no tienen una salida
jurídica si el Estado va seguir privilegiando las concesiones y títulos mineros
a las empresas multinacionales y transnacionales de la minería; o de lo
contrario, continuarán en conflicto y lucha por sus derechos.
Por ahora, el Ministro de Hacienda y el
Director de Planeación Nacional que se perfilan como precandidatos
presidenciales de los partidos tradicionales – Conservador y Liberal -,
definirán quienes serán los ganadores económicos del post-acuerdo y hasta qué
punto implementarán las medidas ordenadas por el FMI, OCDE y el Banco Mundial.
Para saldar la deuda histórica en la educación, salud y agricultura, y, en
particular, con el crecimiento y expansión de los derechos sociales y
económicos de los colombianos en relación a las pensiones, salarios, educación
superior, empleo y vivienda digna.
Decisiones todas que no son de agrado de las
organizaciones multilaterales que definen la política y la economía en el mundo
neoliberal del siglo XXI. Está más que claro para todos: ellas han hecho
retroceder el Estado de Bienestar en los países del primer mundo europeo,
acercándolos a lo niveles de la segunda posguerra, desmantelando buena parte de
las conquistas obreras obtenidas por su participación en la defensa del capital
nacional y transnacional de los aliados.
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