martes, 8 de febrero de 2011

!!!MUCHO PESO, POCA PLATA¡¡¡

La fe del Carbonero

El colega educador e investigador, Carlos, nos llama la atención sobre el rumbo errático y depradador de las "dos locomotoras" del desarrollo nacional, y de la cadena de muertos que ha quedado a lado y lado de la carrilera.

Aunque conviene recordarlo, los Ferrocarriles Nacionales fueron rifados, y hasta los polines robados de cara a la desidia nuestra, mientras se asfaltaba en forma barata y pésima a Colombia.

De lo cual "las benditas Baldosas" de la Autopista Norte en Bogotá son un ejemplo de la eficacia de Peña(losa), quien aspira y no respira por esta imborrable herida de cemento expuesta al público citadino. N de la R.


Agro y Minería

DOS LOCOMOTORAS CARGADAS DE MUERTOS, DESPOJO Y POBREZA…

El gobierno del presidente Santos se ha formulado para impulsar su programa de la Prosperidad Democrática la figura de las Locomotoras y, no sé por qué razón perversa, esa máquina del progreso del desarrollo capitalista, me hace acordar de la imagen del tren bananero, cargado de los muertos de la masacre de la plaza de Ciénaga con destino a las aguas del mar Caribe. Debe ser porque al menos dos de esas locomotoras -Agro y Minería- vienen atestadas de muertos, desposeídos, desplazados y anuncian un nuevo ciclo de violencia y pobreza en zonas del país que no han logrado encontrar el camino de la tranquilidad y el bienestar.

Desde comienzos de los ochenta se inicia un ciclo de violencia que impacta profundamente las relaciones de tenencia, propiedad y uso de la tierra. Se calcula que a lo largo de tres décadas de dinámicas de una guerra en la cual guerrillas, narcotraficantes, paramilitares, fuerza pública, delincuentes y oportunistas de todo tipo propiciaron el despojo y desplazamiento de la población campesina, a punta de crímenes, desapariciones forzadas y masacres y se quedaron con un botín de guerra estimado en 5.5 millones de hectáreas, -algunos consideran que el despojo alcanzo los 10 millones de has.- de las tierras más productivas del país. Esas tierras pasan lentamente a través de testaferros, principalmente, a manos de narcotraficantes y paramilitares.

La nueva cartografía de tierras y territorios rurales sobre la cual el Presidente Santos va echar a andar su locomotora del desarrollo agrario para generar empleo está colmada de sangre, muerte, desplazamiento, pobreza, y de la mirada vigilante de los nuevos agentes del postconflicto de proceso paramilitar: las bandas criminales del narco-paramilitarismo que operan sobre el territorio despojado con los nombres de Águilas Negras, Rastrojos, Urabeños, Los paisas, Nueva generación, Erpac, Los Machos…las BACRIM como se denominan luego del fracasado proceso paramilitar del gobierno Uribe.

El programa de restitución de tierras a los campesinos expropiados en el fondo va a legalizar por la vía comercial y catastral el nuevo mapa de tierras. El horizonte que tienen los campesinos de retornar para retomar sus proyectos de vida está cubierto de incertidumbre y temores. Un mal augurio resultó el robo de la USB con la lista de beneficiados con el programa de restitución de tierras, como la muerte de campesinos que lideran el proceso, así como las reiteradas amenazas y atentados de que han sido objeto las organizaciones de víctimas y sus líderes que reclaman la restitución de tierras y la garantía de sus derechos fundamentales.

Resulta más peligrosa la situación para los campesinos, cuando las tierras vienen de bienes incautados al narco-paramilitarismo que han seguido un proceso de extinción del dominio. Se dice que luego de una década de trabajo, por parte de la justicia, se ha logrado la extinción de dominio de cerca de un millón de hectáreas de buenas tierras, pero, el gobierno solo ha dispuesto parcialmente de ellas para solucionar el problema de campesinos despojados- desplazados, y ha empezado a vender en remate público las que tienen sentencia definitiva de extinción. Tierras que seguramente volverán sanadas a manos de los expropiadores. Esa locomotora del desarrollo agrario, seguramente empiece a andar sobre territorios abonados por la violencia.

La otra locomotora sufre de la misma enfermedad de muerte. Nada distinto a pobreza y violencia se puede observar en las zonas mineras, en donde esta actividad se hace para garantizar la sobrevivencia de cientos de miles de familias campesinas, negras e indígenas. La minería, en particular la de oro, tienen altísimos costos ambientales, por los procesos y sustancias que se usan para la obtención de algunos gramos de oro.

La mercurización y cianurización de las aguas solamente es una de las múltiples formas de impacto, que afecta a la par a la fauna, flora y suelos. Pero esa pequeña minería artesanal, que no por ello deja de producir impacto ambiental, tiene igualmente un impacto social de grandes proporciones, pues es de allí que familias de campesinos – mineros extraen los recursos para satisfacer sus necesidades básicas frente a la ausencia general de oportunidades de otro tipo.

Hoy esa pequeña minería artesanal se ve amenazada por tres grandes enemigos: La política de estigmatización y criminalización de la actividad a través de la figura de minería ilegal con que la tilda el gobierno; la presencia creciente de grupos ilegales de paramilitarismo y guerrilla y; sobre todo, el interés de las grandes empresas transnacionales mineras que están detrás de concesiones para la explotación a cielo abierto, lo cual sí constituye un crimen ambiental de las mayores proporciones, pues se realiza sobre nacimientos de agua y áreas de reserva forestal y páramo.

Zonas como Ayapel, Montelíbano, Planeta Rica y Puerto Libertador, en el sur de Córdoba, Caucasia, Nechí y El Bagre, en el Bajo Cauca Antioqueño son afectadas no solo por la explotación de oro, sino por la violencia de los actores armados ilegales. Como lo son a este tenor las regiones mineras del sur de Bolívar, Chocó, Cauca y Tolima. Es absolutamente claro que esta locomotora arrastra una historia de hambre, pobreza y muerte y que no puede solo representar El Dorado de la administración Santos. Miles de familias viven de esta actividad y esperan que el gobierno, lejos de perseguirlos, estigmatizarlos y desplazarlos, defina una política que les permita a los pequeños y medianos mineros desarrollar la actividad evitando el máximo impacto ambiental y los proteja de la voracidad de los empresarios del oro nacionales y extranjeros.

Sin ningún escrúpulo la prensa anuncia el potencial aurífero del país señalando que “Colombia es un país por explorar y ya ha sido catalogado por los expertos mundiales como el territorio en donde se vivirá la última fiebre minera de todo el globo”. Razón por la cual los empresarios del sector y el gobierno establecen los criterios de lineamientos de las políticas públicas mineras, que definirán las reglas de juego para explotación de yacimientos en el país; y como se manifiesta se inicia con una ofensiva contra la minería ilegal, además, el comprometimiento con la misma de la minería artesanal.

El potencial aurífero se indica va desde las estribaciones de la Serranía de San Lucas, sur de Bolívar, hasta la parte baja de Taraira, en plena selva amazónica, atravesando más de 10 importantes zonas que según Ingeominas, ya aparecen en el mapa de exploración.

Pero no son los pequeños y medianos mineros los que van a explotar ese recurso, ni la minería artesanal que le ha dado de comer a tantas familias. Son empresas como Bullet, Greystar Resources, CVS Exploration, Anglo Gold Ashanti, Barrick Gold Corp, Río Tinto Limited, Cambridge Mineral Resources, De Beira Goldfields, Colombia Goldfields y Antofagasta; algunas de las más reconocidas del mundo ya tienen bases en el país. Algunas de estas empresas tienen Títulos Mineros de Metales Preciosos en Colombia como las Greystar Resources Ltda, Portland Mining Ltda, Cia Minera De Caldas, Cerro Matoso, Anglo Gold Ashanti, Muriel Mining Corporation, Dimaco Resources C.I., Avasca Ventures Ltda, Corona Goldfields S.A., Sector Resorces Ltda, T.V.X. Mineria, Gold Plata, Corona Platinium Ltda. Varias de estas están señaladas por los graves daños ambientales causados en otras latitudes.

Estas dos locomotoras del gobierno Santos tienen una larga historia, violencia, pobreza y hambre…despojo y desplazamiento, su pasado es oscuro, pero su futuro, no es prometedor. El tren salió del trepidante corredor de rocas bermejas, penetró en las plantaciones de banano, simétricas e interminables, y el aire se hizo húmedo y no se volvió a sentir la brisa del mar… Nadie se explicaba como las transnacionales habían hecho para llevarse tanta agua...

CARLOS MEDINA GALLEGO

Bogotá, 6 de Febrero de 2011

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