DEBATE ENTRE FILÓSOFOS Y POLÍTICA
En esta oportunidad, el filósofo Alberto Buela, de orientación política justicialista, divulga una carta de Francisco Romero, a quien disputa de manera abierta que haya sido un filósofo, y mucho menos una eminencia. De esa misma estirpe intelectual forman parte José Luis Romero y su hijo, quien hoy participa de la política del presidente Mauricio Macri.
Vuelve y juega el drama de la política
Del que por supuesto no se salvó el mismísimo Martin Heidegger con el que Alberto comienza su escrito. Igual nos sitúa en su escrito, de manera crítica a figuras como Dussel o Roig, mendocinos, quienes ejercieron su magisterio en la Universidad Nacional de Cuyo. Para indicar que el rescate de la singularidad filosófica americana, según Buela, reside en otra parte, en el magisterio del filósofo Nimio de Anquín, maestro de los dos primeros acreditados pensadores argentinos, uno de ellos ya fallecido. N de la R.
Del que por supuesto no se salvó el mismísimo Martin Heidegger con el que Alberto comienza su escrito. Igual nos sitúa en su escrito, de manera crítica a figuras como Dussel o Roig, mendocinos, quienes ejercieron su magisterio en la Universidad Nacional de Cuyo. Para indicar que el rescate de la singularidad filosófica americana, según Buela, reside en otra parte, en el magisterio del filósofo Nimio de Anquín, maestro de los dos primeros acreditados pensadores argentinos, uno de ellos ya fallecido. N de la R.
Francisco Romero y la manipulación de la
filosofía
Alberto Buela (*)
Heidegger no se casó de reiterar que lo
ónticamente más cercano es lo ontológicamente más lejano. Así, respecto de la
filosofía en la Argentina la ignorancia de propios (los profesores de filosofía
e investigadores) y extraños (lo que no están vinculados a la disciplina) es
supina. Casi nada es lo que se sabe sobre nuestra disciplina y, para colmo, lo
que se cree saber, es falso.
Sin ir más lejos todos aquellos que escriben
sobre la filosofía de la liberación en Argentina buscan su origen en el
marxismo, en Dussel o Roig, cuando el rescate de la singularidad americana se
encuentra en Nimio de Anquín, filósofo del que los mendocinos fueron alumnos y
sobre el que tienen sendos trabajos.
Claro está, Dussel y Roig como el zorro en el
monte con la cola borraron las huellas, y los tontos de capirote siguen
investigando sobre un falso camino.
Otro de los mitemas de la filosofía en
Argentina es Francisco Romero y su teoría de la normalidad filosófica- donde
solo se hace filosofía luego de hacer toda la carrera, seguir como profesor de
ayudante hasta titular, estar al tanto de las novedades europeas y cartearse
con algún profesor renombrado- es presentado como uno de los fundadores de la
filosofía en la Argentina y quien fijó cómo se debe hacer filosofía.
Romero no fue filósofo pero hizo de la
filosofía un negocio para su buen vivir personal. Logró vivir toda su vida
colgado de la teta del Estado, primero como militar- llegó a capitán- y después
con la ayuda de Alejandro Korn, accedió a las cátedras.
A un año del golpe de Estado contra Perón, golpe
a favor del cual trabajó descaradamente Romero, un muy buen filósofo argentino,
Miguel Ángel Virasoro, dijo de él cuando le dieron en 1956 el premio nacional
de filosofía “demostré acabadamente que el capitán Romero no era un filósofo
creador, sino un mero repetidor y divulgador de ideas ajenas, sin la profundidad
ni pleno dominio de la problemática filosófica contemporánea de Carlos Astrada
ni la brillantez y genialidad de Fatone”[1]
A propósito de este juicio, medio siglo
después en su monumental obra Historia de la filosofía en Argentina (2001)
afirma el templado profesor Caturelli: “No
puede ignorarse la fuerza especulativa del pensamiento filosófico de Virasoro,
muy por encima de otros autores coetáneos (como Romero) que, quizá por causas
extrañas a la filosofía, tuvieron en su momento mayor “nombradía” e influencia
personal. El tiempo, sin embargo, es un juez inexorable”
Y verdaderamente el tiempo es un juez
inexorable, pues me acaba de escribir Gustavo Bueno Sánchez, quien dirige la
Escuela de filosofía de Oviedo, y él mismo es un eximio investigador en filosofía
española e hispanoamericana, diciéndome que en la universidad de Gerona se
encuentra el archivo Ferrater Mora y que acaba de abrirse y pudo consultar las
27 cartas de Romero a Ferrater. Y me envió una, pues para muestra solo basta un
botón.La adjunto al presente artículo.
Está fechada el 10 de julio de 1956 y afirma
que la gente del gobierno nacional es estupenda por honestidad y sentido
democrático. Aramburu es hombre de primera calidad. El vicepresidente, contra
almirante Rojas, se ha revelado como un varón consular…Después de las
vociferaciones perónicas durante 10 años reconforta el ánimo escuchar la
proclamas y discursos de Aramburu, que hace recordar a Churchill, durante la
guerra.
José Luis, el hermano interventor en la universidad
de Buenos Aires y que dejó cesantes a lo mejor de la filosofía argentina de
entonces: Carlos Astrada, Juan Luis Guerrero, Leonardo Castellani, Carlos
Cossio, Nimio de Anquín –en Córdoba-, Eugenio Pucciarelli y Diego Pró –en
Tucumán- y tantos otros, tuvo que renunciar por un conflicto con un ministro
clericalizante pero sus interventores quedaron todos y se sigue la política
impuesta por él, por José Luis Romero, que es el padre del homónimo historiador
al servicio de Macri y compañía.
Eadem
semper idem=siempre lo mismo. Creamos la Sociedad
Argentina de filosofía que yo presido y Frondizi; se refiere a Risieri, que
después llegó a ser rector de la UBA y que fue famoso porque su tesis doctoral
fue un plagio de un libro de Etienne Gilson.
Y termina la carta poniéndose a nivel de
Bernardo Hussay, que creó el Conicet para científicos en 1956, pero que
inmediatamente entró como becario en filosofía el platense Emilio Estiú (y
después se quejan conmigo los de La Plata cuando les recuerdo el verso: La Plata y sus pobres mozos, ciudad de
amigos gravosos y de enemigos gratuitos. Ciudad hija de tres puntos con tanto
gringo engreído, que dan ganas, te lo digo, de subirlos al barquillo.)
De Ricardo Rojas el ilustre pensador de La restauración nacionalista; de Alfredo
Palacios, el primer diputado socialista en Argentina. Pero él, Francisco
Romero, que fue un remedo, una mala copia, que no fue nadie, se presenta ante
Ferrater Mora como siendo más que ellos, porque se presentó a concurso. Un
signo evidente de como Romero manipulaba la filosofía.
(*) arkegueta
No hay comentarios:
Publicar un comentario